ESI Y LA PEDAGOGÍA DE LA TERNURA

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¿ESI en el Nivel Inicial? ¿Qué miedos, que prejuicios, qué descubrimientos, qué aprendizajes?  Siete3siete dialogó con Marita Ortiz, Mery Alba y Silvana Landriel -docentes de Inicial en La Matanza- sobre sus vivencias y experiencias en los Jardines 974 y 927[1].

“Otro ser que él quería mostrar”

Marita Ortiz: Soy docente del jardín 974, tengo 30 años de antigüedad, y hace cuatro o cinco que estoy como preceptora. En la Sala de Cinco, uno de los nenes empezó a manifestar comportamientos a los que yo no le podía encontrar la vuelta, no nos escuchaba, estaba siempre enojado… Empecé a pensar si pasaba algo en la casa. Era una madre sola, y tenían bastantes dificultades para llegar al jardín porque vivían en otro barrio, así que él tenía irregularidades en su asistencia. Un día surge jugar y les muestro los disfraces. Él se tiró de cabeza al baúl donde se guardan. Empezamos a vestirnos y a jugar con música, que era una actividad que solíamos hacer. Él se puso una pollerita con un tutú violeta y fue como que se le iluminó la cara. Desde ahí empezamos a conectarnos.

les dije: “Acá no hay disfraces de nenas y de nenes, mírenme a mí, ¿de qué estoy disfrazada yo?” Y una de las nenas dijo “Acá el que quiere se pone lo que quiere” y siguió el juego

En un momento surgió el “¡Se vistió de nena, se vistió de nena!” Entonces paré el juego y les dije: “Acá no hay disfraces de nenas y de nenes, mírenme a mí, ¿de qué estoy disfrazada yo?” Y una de las nenas dijo “Acá el que quiere se pone lo que quiere” y siguió el juego. Cuando terminamos de jugar y se los llama para el guardado, él me pregunta: “¿Me puedo quedar con esto?”. “Sí -le dije- no hay ningún problema”. Fue otra persona. Al día siguiente, cuando nos estamos por retirar me dice: “¿Puedo guardar esto en el armario y mañana vos me lo das?”. Al otro día él vino al jardín, se me puso al lado y me dijo: “Me tenés que dar la pollera”, yo supuse que se había olvidado. Entonces pensé: “Es por ahí”. Y, bueno, todos los días él se ponía esa pollera y después fue agregándole cosas. Esto nos sirvió para que nosotros pudiéramos tener este vínculo y esta conexión de mirada, de complicidad. Recuerdo que uno de los talleres con las familias, fue el 17 de agosto. Él quería ponerse la pollera de paisana y bailar. Entonces yo le pregunté: “¿Tenés ganas de hacer de una de las mujeres que cosieron la bandera a San Martín?” “Sí, pero me van a cargar”. Le dije “Acá nadie te va a cargar”, porque esto siempre estuvo hablado y consensuado con los pibes y las pibas, ya lo tenían reclaro, no era necesario aclararles nada a ellos. Sí a lxs adultxs. Hemos tenido mamás que nos han venido a decir por qué el nene estaba vestido de mujer. Y les decíamos “Porque tiene ganas y porque estamos jugando, esto es un espacio de juego” O sea, ¿quién dijo que eso que tiene puesto es un vestido de mujer? Creo que esta mirada del adultx, era lo que a él lo inhibía.

Yo comencé a indagar en el tema, porque la verdad, tengo 51 años, y si bien uno va tomando conocimientos y haciendo aprendizajes, bueno, nos faltaba un montón en ese momento. Intenté tener un trabajo con la familia, pero no hubo respuesta, había una cierta negación de esta mamá para con esta situación, no poder encontrar en su hijo ese otro ser que él quería mostrar. Hice una conexión con Gabriela Mansilla, autora de “Yo nena, yo princesa”, y fui a un taller que ella daba. Me traté de interiorizar muchísimo porque quería ver de qué manera podía ayudarlo. Pero no logré que esta mamá pudiese verlo como lo veía yo.

 Cuando terminó sala de 5 se fue a otra provincia, porque también había una historia con el papá del nene. Parece que él sí se había dado cuenta de este cambio en el nene. Tocó la pandemia y es como que perdimos el rastro. Finalmente, el papá pudo recuperar el contacto, y pude hablar con el nene. Me animé a preguntarle si él se había elegido un nombre, si él tenía otro nombre mejor. “No, yo me quiero llamar como me llamo”. Creo que se sentía bien. Yo siento que todos esos meses que pudimos trabajar con él, fuimos felices los dos, en este espacio del jardín que es tan lindo, tan maravilloso.

“Alojar a la familia con su historia”

Mery Alba: Soy profe de música. Casi 20 años atrás, cuando empecé a trabajar de docente, estuve en Inicial, y hace 6 años volví, ya cuarentona, a reencontrarme con el nivel. Sentía que necesitaba profundizar en las necesidades específicas del nivel. La formación musical es bastante general. En seguida me di cuenta de que la ESI era la herramienta que me faltaba, que yo desconocía, y empecé a hacer cursitos, encuentros, seminarios… Después hice el Postítulo. Fui entendiendo que, a través de la música, que es mi herramienta, podía lograr mucho, con respecto a generar esos espacios. Con la enorme alegría que cuando ingreso al nivel conozco a Sil. Este año ella vuelve al Jardín 927, donde somos compañeras, y le toca sala de 3. Las dos sentimos que era una enorme oportunidad. Yo venía muy en modo ESI y la sala de tres es maravillosa para canalizar toda la creatividad y todo lo que yo venía pensando.

Empezamos a generar encuentros con las familias. Siempre pasa que los profes de artística somos medio externos en el Jardín. Yo trato, y ella me acompaña mucho en eso, que las familias me conozcan y conozcan el espacio en donde los chicos trabajan conmigo, que vean que no solo les enseño canciones y a tocar el toc toc, sino que hacemos un trabajo más profundo. Entonces ella, en el fin de una jornada del jardín, convoca a las familias a que entren a mi sala de música, que tomen asiento, que se sientan cómodos, me presenta y empezamos entre las dos a hablar con las familias de necesidades que notamos de los chicos y las chicas. Por ejemplo, darles más autonomía pero también algunos límites, que no estaban ocurriendo y eran necesarios. En una oportunidad, a principios de año, pasó algo muy hermoso, que no lo teníamos planeado, que en un clima de mucha confianza un papá se abrió y contó que él había tenido una infancia muy difícil, donde el límite siempre estaba de la mano de la violencia. Decía: “Yo venía a este jardín y traía mis límites marcados en las piernas; mis maestras me miraban que yo entraba lastimado a este jardín. Les pido que me ayuden para poder ponerle límites sin dañar a mi hija, sin dejarla sin sus límites”.

está todo esto de la pedagogía de la ternura, que te pide que vos acunes, abraces, que seas amable con las infancias, pero la maestra tiene que romper con su miedo a qué pasa si lo tocás, a cómo lo tocás, quién te está mirando, si lo tocaste de más… Creo que la ESI tiene que ser la herramienta principal en todas las instituciones

Silvana Landriel: Soy docente de Inicial y profesora de Educación Física. Hace 20 años que trabajo, conozco todos los niveles, pero me quedé en Nivel Inicial por elección. Creo que es el nivel en donde más se puede sembrar. Sobre todo, por estas cuestiones de mamás y papás que por primera vez dejan a sus hijos en una institución, con todos los miedos que representa dejarlos con unx adultx que no es familiar y en el que tienen que confiar. Y con todos sus prejuicios, porque también hay que trabajar con eso. Este imaginario social de que las maestras jardineras somos todas de determinada manera, que hablamos todas en chiquitito, etc. Bueno, no es mi manera de abordar a las infancias ni a las familias. Trato de mantener con las familias un vínculo lo más genuino posible; siempre todo es charlable. Nosotrxs lxs adultxs tenemos que tener un espacio de diálogo que sea un puente para las mejores oportunidades de los nenes y las nenas. Desde ese lugar, desde el primer día aposté a esta sala de tres, que fue la que me tocó. Me generó muchos interrogantes porque ya soy, lo que se dice, una maestra grande, tengo 48 años. La estoy disfrutando un montón, hay como una retroalimentación con lxs nenxs y con las familias, algunas muy receptivas y otras menos, pero hay un puente con esto del diálogo. Creo que es fundamental recuperar en las escuelas el diálogo entre la familia y la escuela, sobre todo pandemia por medio. Lxs nenxs que hoy transitan la sala conmigo nacieron en el 2020, es decir estuvieron 24×7 con sus familias, atravesadxs todxs por un contexto de temor, por situaciones hospitalarias… no es gratis. Y esto se manifiesta, creo, en el miedo que expresan las familias a que se enferme su hijx, el miedo a que se lastime, el miedo a que se enoje. Tienen mucho miedo a que los nenes se enojen, todo el tiempo me dicen que no saben qué hacer con esos niños y con esas niñas cuando dicen que no. En entrevistas, me han dicho “Ni se te ocurra decirle que no, porque te va a tirar el jardín abajo”. Uno piensa ¿con 3 años? Pero, bueno, para mí uno de los pilares fundamentales de la ESI es reconocernos como seres emocionales y de hacer lugar a esas emociones.  Y a esto es a los que apuntamos con Mery, a hablar de las emociones de los nenes y de las nenas, pero también de las familias, volver a recuperar que la escuela es también un lugar para la familia. Sin desconocer que muchos jardines y muchas docentes también están atravesadas por el temor hacia la familia, por todo lo que sucede. Por un lado, está todo esto de la pedagogía de la ternura, que te pide que vos acunes, abraces, que seas amable con las infancias, pero la maestra tiene que romper con su miedo a qué pasa si lo tocás, a cómo lo tocás, quién te está mirando, si lo tocaste de más… Creo que la ESI tiene que ser la herramienta principal en todas las instituciones, que permita entender que la emocionalidad está bien, que esas infancias necesitan del vínculo afectivo, amoroso y corporal, y que no tiene que haber una mirada adulta atravesada por la sexualidad. Muchas veces, cuando hablo con los padres les pregunto: “¡Qué entienden ustedes por educación sexual integral o que palabras les quedan cuando escuchan eso?”. Ellos se ríen, ya venimos trabajando eso, “No seño, nos quedamos con educación y con integral”. Ya saben que apunta a otras cuestiones. Pero es un espacio que hay que generarlo, que implica ponerle mucho el cuerpo, poner muchísimo la palabra, que el otro pueda reconocer que en esa docente no está la maestra ciruela que tiene la receta para todo. Porque muchas veces también se nos mira como que “la maestra me va a decir lo que tengo que hacer”. Y la verdad es que todxs nos estamos deconstruyendo y volviendo a construir permanentemente en cuestiones vinculadas con las infancias. Porque la infancia no deja de sorprenderte, no deja de interpelarte.

Es mostrarles que en este mundo donde nos toca vivir hoy -atravesado por tanta inmediatez, tanta cosa rápida, tanto correr- el parar, el mirar a los chicos y chicas, el sentarse y abrazarlos tan solo para escuchar cómo respiran, cómo les late el corazón, vincularnos en eso, también es importante

Mery: A partir de transitar la situación con este papá que se abrió, se disparó nuestro proyecto. Nos dimos cuenta que tenemos que trabajar la ESI y la pedagogía de la ternura con las infancias, pero también con las familias. Entonces con Sil pensamos: “hay que empezar a abrir las puertas y alojar a esas familias con su historia, a esos papás o esas mamás que tienen tanto miedo”. Cuántas veces, si les das lugar, te enterás que fueron abusados y que no pudieron poner la palabra o que no les han creído. Entonces cualquier cosa que uno hace les dispara el miedo. Cuando das lugar a que esa familia pueda poner la palabra, te encontrás con que hay una historia muy dificil atrás, que explica por qué esa obsesión o ese miedo, que les lleva incluso a decir cosas macabras como vemos en las denuncias que se hacen. “El profesor se metió en el baño con 17 niños”. El que conoce un baño de jardín, se da cuenta que ningún profesor entra con 17 niños en ningún baño de ninguna manera. Entonces, poder mirar a esas familias también con la pedagogía de la ternura y entender que sus temores los transfieren a sus hijxs, que son lo más valioso en sus vidas. ¿Cómo armamos el proyecto? Yo, al final de la clase a lxs nenxs les canto una canción de cuna y les hago un mimito con una plumita en el cachete o con un títere que se llama Titina. Siempre hay un momento específico de ternura. entonces pensamos en generar alguna dinámica con las familias. Cuando Silvana escuchó la canción Brotecitos de Vale Moneto, del cancionero de Trans-canciones, dijo “vamos a hacer algo con eso”.

Silvana: Yo hago encuentros con las familias sin esperar fechas especiales. Tengo por costumbre, cuando me traen o se llevan a lxs nenxs, decirles “Pasen que les quiero mostrar algo, hoy estuvimos pintando, vean lo que los chicos pudieron crear, que ellos les cuenten como lo hicieron”. A veces yo estoy con un sahumerio prendido, con una musiquita relajante, y es pido que entren y se abracen. Un día los hice pasar y estábamos con otra maestra acunando a los nenes, con la canción de Brotecitos de fondo. Entonces los invité a que cada uno acunara a su hijo y después acunara a otro. Es mostrarles que en este mundo donde nos toca vivir hoy -atravesado por tanta inmediatez, tanta cosa rápida, tanto correr- el parar, el mirar a los chicos y chicas, el sentarse y abrazarlos tan solo para escuchar cómo respiran, cómo les late el corazón, vincularnos en eso, también es importante. Porque por más que vos intentes darle la mejor zapatilla, la mejor ropa, si no le dedicás tiempo genuino, amoroso y amable, hay algo que siempre va a faltar. Se está haciendo un ida y vuelta gracias a poner en palabras todo. Siempre rescato el diálogo como herramienta entre los adultos. Lo que nos une, lo que nos convoca, es la infancia. Es nuestra corresponsabilidad. Es necesario volver a habitar los jardines desde la ternura en los vínculos. Entendiendo que las familias, las infancias y los y las docentes podemos hacer de nuestros encuentros espacios de interpelación y construcción de realidades donde la palabra sea el puente que nos permita unirnos para abrazar a las infancias que nos convocan.

[1] De la mano de SUTEBA Matanza,  Marita Ortiz, Mery Alba y Silvana Landriel  presentaron sus experiencias en el reciente Congreso Pedagógico “Entretejidos de la ESI para la garantía de derechos”.


Mariangeles Ortiz

Mariangeles Ortiz (Marita). 51 años ,docente nivel inicial (29 años de antigüedad). Vivo En Matanza, Ciudad Evita. Cargo de base PR y en este momento en cargo de VD en el JI 974 C.E . Me gusta tomar mate y soy feliz cuando se abren las puertas del jardín de infantes.

Silvana Landriel

Silvana Landriel. Docente de nivel inicial (ISFD N°88) y profesora de educación fisica (Colegio Ward). Licenciada en gestión educativa (UNLaM). Actualmente MI de sala de 3 en JI 927 de y PR en EEST N°1, del Partido de la Matanza

Mery Alba

Soy Mery Alba
Cantante desde siempre
Profesora de música desde 2003
Y recientemente diplomada en ESI cómo consecuencia de la búsqueda de herramientas para acompañar a mis alumnxs y compañerxs a mirar a las infancias y familias con una perspectiva más profunda y amplia.