EL PODER DE LOS GRUPOS ECONÓMICOS

Entrevista con Alejandro Gaggero

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La élite empresarial argentina atravesó un fuerte proceso de extranjerización en la década de los 90. La compra de compañías nacionales por parte de firmas del exterior, sumada a la privatización de empresas del Estado, cambió drásticamente la configuración del poder económico en nuestro país. Quiénes son y cómo actúan los selectos integrantes de la cúpula.

“A fines de la década de los 80, inicio de los 90, los grandes grupos económicos eran una parte muy importante del poder económico en la Argentina”, explica Alejandro Gaggero, economista e investigador del CONICET en la Universidad Nacional de San Martín.

“Muy esquemáticamente se puede decir que había tres tipos de empresas en esa élite. Si uno tomaba un listado de las 200 de mayores ventas, encontraba que un tercio de lo que producían lo explicaban las empresas públicas, que eran muy importantes; otro tercio, las multinacionales, las trasnacionales que operaban en el país, empresas cuyo capital está en manos de extranjeros; y el otro tercio lo explicaban empresas que pertenecen a grandes grupos económicos locales”.

Pero a fines de los 90, luego de las políticas implementadas por el gobierno de Carlos Menem, el panorama sería absolutamente distinto, con una fuerte reducción de la presencia del Estado y un mayor peso del capital extranjero.

737: ¿Cómo cambió el mapa de los grupos económicos nacionales durante la década de los 90?

Alejandro Gaggero: Las empresas más grandes de origen nacional en general están agrupadas en torno a grupos empresariales, grupos económicos familiares, que son conjuntos de empresas que tienen vínculos de propiedad cruzados, donde hay un dueño, un empresario o un conjunto de empresarios que controlan muchas empresas al mismo tiempo.

En Argentina, y en América Latina diría, esos grupos económicos son familiares. Quiere decir que los que controlan esas empresas son miembros de una misma familia. Por ejemplo, en la década del 80 tenías a los grupos Pérez Companc, Macri, Bunge y Born, Soldatti, Arcor.

Todos ellos eran dueños de muchas empresas, en varios sectores de actividad diferentes, con una propiedad común que estaba en manos de familias. En algunos casos la propiedad era del fundador del grupo, pero en grupos que se habían formado antes, hace décadas o incluso siglos, estaban en manos de los descendientes. En el caso de Bunge y Born, fundado en el siglo 19, era tercera o cuarta generación al mando.

Estos grupos empresariales eran el sector más concentrado del empresariado nacional. Lo que pasó en la década del 90 es que hubo un proceso de extranjerización muy importante. Muchos de estos grupos fueron vendidos, o en algunos casos quebraron, pero en general fueron vendidos a empresas multinacionales.

Desde la década del 60 la Argentina no experimentaba un proceso de extranjerización tan fuerte como el que vivió en los 90. Eso quiere decir que al terminar la década, cuando veíamos ese listado de las 200 empresas líderes, ya estos grupos nacionales no explicaban un tercio sino que explicaban casi la mitad de ese tercio; las empresas multinacionales habían avanzado mucho y las estatales prácticamente habían desaparecido.

Entonces la cúpula empresarial en la Argentina tenía una presencia extranjera muy importante, más que en otros países de la región. Todos los países en general en la década del 90 aumentaron el grado de extranjerización empresarial (hay que pensar que las privatizaciones se dieron en muchos lados al mismo tiempo y en muchos casos fueron ganadas por empresas extranjeras), pero en la Argentina ese proceso fue especialmente intenso.

EN LA DÉCADA DEL 90 HUBO UN PROCESO DE EXTRANJERIZACIÓN MUY IMPORTANTE. MUCHOS DE ESTOS GRUPOS FUERON VENDIDOS A EMPRESAS MULTINACIONALES

737: ¿Cuál era el panorama a principios de los años 2000?

A.G.: Después de la crisis de la convertibilidad, en el año 2002, ya el panorama era muy diferente al del inicio del gobierno de Menem. Habían quedado muchos menos grupos empresariales nacionales, y estaban en algunas actividades muy específicas; quedaron relegados sobre todo en sectores de servicios, agroindustriales, y en algunos pocos sectores industriales que uno podría denominar de industria pesada (el caso de la siderurgia), como Techint y Aluar, aunque esos son más bien excepciones, grupos que lograron sobrevivir en sectores industriales no vinculados al agro. También muchos grupos del sector químico, laboratorios.

Bunge y Born, a inicios de los 90 era el principal productor de químicos, de textiles, uno de los principales productores de aceites, de alimentos de consumo masivo, estaba muy diversificado. Y cuando terminó la década y terminaba la convertibilidad, estaba muy especializado en una actividad, básicamente en la comercialización y exportación de commodities. Lo mismo pasó con el grupo Pérez Companc, que era un imperio muy diversificado a inicios de la década del 90 y cuando se cayó la convertibilidad quedó muy concentrado sobre todo en la actividad de producción de alimentos. Algunos grupos crecieron mucho, no solo en la Argentina sino también en el exterior; se internacionalizaron, empezaron a comprar empresas en otros países.

En algunos casos, como Arcor, esas empresas estuvieron más que nada en América Latina ,y en otros como Techint o Bulgheroni, el desarrollo fue más global. Techint probablemente sea el caso más exitoso en cuanto a una internacionalización, porque se transformó en un productor de tubos sin costura para la industria petrolera líder en el mundo.

Hoy tenemos empresarios que son muy relevantes no solo en la Argentina sino en otras partes. Esto era algo nuevo, no porque no existieran empresas que inviertan en otros países, pero la magnitud que tuvo ese proceso hizo que esos empresarios se transformaran en los principales empresarios de algunos países. Eso complejizó muchos procesos, por ejemplo la política. Estos grupos tenían, por un lado, una fuerte presencia en la Argentina; y por otro lado tenían conflictos con otros gobiernos, con otros pueblos.

Ese proceso fue un punto de inflexión, y se dio principalmente en los años 90. Los grandes grupos que tenemos hoy son consecuencia de ese proceso.

TECHINT PROBABLEMENTE SEA EL CASO MÁS EXITOSO EN CUANTO A UNA INTERNACIONALIZACIÓN, PORQUE SE TRANSFORMÓ EN UN PRODUCTOR DE TUBOS SIN COSTURA PARA LA INDUSTRIA PETROLERA LÍDER EN EL MUNDO

737: En términos de magnitud, ¿cuáles serían hoy los grupos que encabezarían este ranking de la élite empresarial?

A.G.: Si uno analiza las 200 empresas de más ventas del país, la parte nacional sigue siendo chiquita, porque hay muchas empresas trasnacionales; pero de las nacionales, el grupo Techint es, en términos de relevancia, el más importante.

Una cuestión que me parece interesante plantear es qué significa hoy ser un grupo empresarial nacional. Porque el mundo cambió mucho en los últimos 40 años y aparecieron fenómenos nuevos que complejizan algo que antes era sencillo, como preguntrarse: ¿de qué país es esta empresa?

Uno podría fijar tres criterios para definir la nacionalidad de una empresa: dónde tienen su producción, su actividad económica real; dónde está la sede formal de la empresa, más allá de la actividad económica que realiza; y de qué nacionalidad son sus propietarios.

En la década del 40, del 50, en general esos tres criterios coincidían. Vamos a poner el ejemplo de Arcor. Tenía su principal producción en Córdoba en la década del 60, la sede formal estaba en Córdoba y los empresarios también vivían allí. Las tres cosas estaban alineadas. Hoy en los grandes grupos las tres cuestiones están desalineadas totalmente. El ejemplo es Techint, que tiene, por un lado, la actividad productiva diseminada en un conjunto de países, y hoy por hoy la Argentina no explica la mayor parte de la producción de Techint, está diseminada y cuesta determinar cuál es el país que tiene la mayor parte de la producción, y en todo caso esa mayor parte es solo alrededor del 25%.

Por otro lado, la sede formal del grupo está en un paraíso fiscal, una guarida fiscal. El propietario de Techint es una fundación que está en una guarida fiscal. Y con respecto a la nacionalidad o a la residencia de los accionistas, también está repartida, porque son empresarios que alternan entre una identidad italiana y argentina, viven algunos buena parte en la Argentina, otros más en Italia. Por otro lado hay muchos más accionistas, y dentro de los accionistas de Techint hay acciones que tiene gente e inversores institucionales que están en distintas partes del mundo.

Decir que una empresa es nacional o no, es bastante discutible de acuerdo a qué criterio tomes como principal. La realidad es que Techint fue un grupo surgido de la Argentina y cuyos accionistas residen parcialmente en la Argentina. Si consideramos que Techint es un grupo local, es el grupo local más importante.

Luego tenemos grupos bastante tradicionales de Argentina, que también son muy importantes. Pérez Companc, que hoy es el propietario de Molinos Río de la Plata, un actor importante en la exportación de granos, harina y aceite. Bulgheroni es un grupo muy importante, Arcor también. Y son grupos muy conocidos por los argentinos porque tienen una trayectoria de muchas décadas. Yo me quedaría con esos como los centrales.

Hoy el grupo Techint, especialmente, está en la tapa de los diarios porque se ha transformado en un actor energético muy importante, sobre todo por su participación en la explotación de Vaca Muerta.

737: ¿Cómo se organiza esta élite empresarial, cómo articula, cómo defiende sus intereses?

A.G.: Podríamos preguntarnos ¿por qué hay grupos económicos diversificados?, ¿por qué poner huevos en distintas canastas? Algunos lo investigaron y una de las cosas que encontraron es que eso les confiere poder político. Porque una cosa es ser un empresario líder de un sector y otra cosa es serlo de muchos sectores. Son interlocutores diferentes para un gobierno.

Entonces, si pensás en la década del 70, 80, 90, una parte de la defensa de los intereses de este sector nacional más concentrado se llevaba adelante a través de las cámaras empresariales como la UIA, las cámaras de empresas productoras de alimentos, cámaras representantes del sector bancario, etc.

Pero en paralelo a eso, estos empresarios tienen un poder político y una llegada a los gobiernos más allá de esas organizaciones. Esto les permite tener un vínculo casi personal con los distintos presidentes, y eso lo vemos en la tapa de los diarios. Paolo Rocca, el titular de Techint, tiene la posibilidad de reunirse con el Presidente sin necesidad de que una cámara empresarial esté intermediando.

A nivel político está la representación gremial de los empresarios y después están los que tienen un peso propio, justamente por tener poder económico, en lo referido a la importancia que tienen como empleadores, en las exportaciones, lo cual se traduce en poder político también.

737: ¿Hay pugnas, competencias, conflictos, dentro de estos grupos?

A.G.: Conflictos en el mundo empresarial siempre hay, pero a distintos niveles. Argentina es un país con un empresariado de origen nacional que no ha presentado batalla a las empresas multinacionales en las últimas décadas en relación a exigir políticas de desarrollo que tiendan a privilegiar al capital nacional.

Incluso en el proceso de extranjerización que hubo en los 90 no hubo una resistencia política a estos actores, denunciar lo que estaba sucediendo y pedir un cambio de rumbo. En general estos actores tienen una estrategia mucho más asociativa que confrontativa con el capital extranjero.

Sí hay conflictos en relación a negocios particulares o a decisiones estatales puntuales. Eso siempre sucede. En mi lectura, este capital nacional, este empresariado nacional, incluso el más concentrado, no es un sector que articule fácilmente a su interior. No hay que dar por sentada una homogeneidad en cuanto a la élite empresarial, porque justamente hay conflictos internos.

Pero sobre todo hay una dificultad de articular en vinculación a un proyecto de más largo plazo. Ahí el empresariado local no tiene una voz muy relevante. Más allá de esto, en momentos de enfrentamiento con el Estado, ahí sí articulan, cuando del otro lado hay un actor que le plantea desafíos o que está en la vereda de enfrente en lo ideológico. Ahí sí hay una articulación y hay una movilización, en algunos casos, pero eso suele disgregarse cuando del otro lado esa amenaza se diluye.

Esta es mi visión sobre este tema, que es bastante complejo. La cuestión de en qué medida este poder económico que es tan fuerte si uno lo ve en relación a las variables económicas, traduce eso a nivel político, creo que hay que verlo con cuidado.

EL EMPRESARIADO DE ORIGEN NACIONAL NO HA PRESENTADO BATALLA A LAS EMPRESAS MULTINACIONALES EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS EN RELACIÓN A EXIGIR POLÍTICAS DE DESARROLLO QUE TIENDAN A PRIVILEGIAR AL CAPITAL NACIONAL

737: Estos grupos, en general, ¿cómo han salido de la crisis de la pandemia y cómo están enfrentando la crisis mundial a partir de la guerra en Europa?

A.G.: Eso hay que verlo mucho en relación a las actividades específicas. Los grupos vinculados al sector agroindustrial están en un momento de rentabilidad altísima, básicamente porque el precio de esos productos se disparó a partir de la guerra entre Rusia y Ucrania. Entonces hay un proceso muy beneficioso. Estamos hablando de Pérez Companc, que tiene Molinos Río de la Plata, que es productor de alimentos de consumo masivo, y también exporta commodities. O Aceitera General Deheza, que es una exportadora de aceites. Lo mismo sucede en algunos grupos vinculados al sector energético.

Techint, siempre que hay un proceso de suba en el precio del petróleo se ve muy beneficiado, porque vende tubos para la industria petrolera. Con lo cual, si yo tuviese que hacer un balance, te diría que es muy positivo para la mayoría de los grandes grupos locales. Ni hablar el sector farmacéutico, donde también tenemos grupos muy importantes.

De hecho, otra cuestión para tener muy en cuenta, es que no hemos tenido, post crisis de pandemia y guerra, caídas importante de grupos locales, grupos que hayan entrado en cesación de pagos, por ejemplo. Vicentín sí representa una caída muy importante en el mundo de los grupos económicos argentinos. Es algo casí inédito, pero tiene otros condimentos.

ESE PROCESO DE VENDER LAS EMPRESAS TAMBIÉN TUVO COMO CONTRACARA QUE BUENA PARTE DE LO QUE RECIBIERON POR ESAS VENTAS NO SE DESTINÓ A COMPRAR EMPRESAS EN OTROS SECTORES, SINO QUE EN GENERAL ALIMENTÓ LO QUE SE CONOCE COMO FUGA DE CAPITALES

737: ¿Algún punto de todo el proceso que describiste se vincula con la fuga de capitales?

A.G.: Como producto del proceso de extranjerización que hubo en los 90 y en los primeros años posteriores a la crisis, los grupos venden buena parte de sus empresas y en algunos casos se terminan diluyendo, porque venden el grueso, como el grupo Fortabat, que era el principal conglomerado cementero de Argentina, y es vendido después de la crisis de 2001 al grupo brasileño Camargo Correa, y como grupo desapareció. Quedaron inversiones en el sector agro, pero perdió la entidad que tenía. Lo mismo sucedió con otros grupos que fueron muy importantes, como Terrabusi, Bagley, el grupo Astra.

Ese proceso de vender las empresas también tuvo como contracara que buena parte de lo que recibieron por esas ventas no se destinó a comprar empresas en otros sectores, sino que en general alimentó lo que se conoce como fuga de capitales. Son capitales que casi ni llegaron a la Argentina, sino que terminaron fuera del país, en centros financieros internacionales, y que es parte de la riqueza que los argentinos hoy tienen fuera del país.

Eso me parece importante destacarlo también, porque Argentina hoy es un país que tiene muchas familias muy ricas como producto de haber vendido sus empresas, y el grueso de su capital está en el exterior. Y eso se ve también en las filtraciones que suele haber desde los bancos internacionales o las consultoras que se dedican a armar el entramado off shore, con información de gente que tiene cuentas en el exterior. Ahí se ve que hay muchas familias que vendieron sus firmas en la década del 90.

Alejandro Gaggero es investigador del CONICET en la Universidad Nacional de San Martín. Se desempeña en la Escuela de Altos Estudios Sociales y en el Centro de Estudios Sociales de la Economía de la UNSAM. Entre otros fenómenos económicos, se dedica al estudio de la élite empresarial argentina.