La reciente resolución del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre el no uso del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas, al mismo tiempo que cercena el derecho a la identidad de género de las personas -consagrado por Ley en nuestro país desde 2012- toma como fundamentos los criterios de una institución extranjera, la Real Academia Española, que desde la colonia sigue arrogándose el monopolio de la regulación de la lengua que usamos los americanos. Siete3siete dialoga con Daniela Lauría, lingüista e investigadora del CONICET.
737: ¿Cómo surge la Real Academia Española?
Daniela Lauria: Se funda en Madrid de 1713 y es una iniciativa llevada adelante por la dinastía Borbón, de origen francés, que se había quedado con el reino de España después de los Austrias. Tuvo como modelo la Academia ya existente en Francia, que tenía una política lingüística fuertemente centralizadora, de hablar una sola lengua, la de París. Los Borbones, en España, copian esta idea y un grupo de nobles -avalados y financiados por el Rey- fundan la Real Academia Española. Esto va a tener un fuerte impacto en las colonias en América porque los Austrias habían tenido una política lingüística de evangelizar a los nativos a partir de un conjunto de lenguas llamadas generales -el guaraní, el náhuatl, el quechua, etc.-. Con los Borbones esto cambia drásticamente y empiezan a evangelizar en español o, más precisamente, en castellano. Aquí hay un tema de política interesante. En sus primeros años de vida, la Real Academia publica en España sus tres obras más importantes: un diccionario, una gramática y una ortografía. Con eso se dice que el español queda estandarizado, tiene un vocabulario, una gramática y una ortografía que son los códigos normativos que construyen el español estándar, pero que en realidad es un recorte de la forma de hablar de un determinado grupo social y geográfico: el castellano que se hablaba en la corte de Madrid en el siglo XVIII. Esas gramáticas, esas ortografías, esos diccionarios -que llamamos instrumentos lingüísticos- tienen distintas ediciones, sobre todo el diccionario, que hoy va por la edición número 23. Y son los materiales de codificación lingüística que llegan a América. Muchos intelectuales de lo que después será Argentina y otros países de América latina, los toman como autoridad porque la RAE aparece como una institución que tiene el monopolio de regulación de la lengua castellana o española.
en 1931, en una de sus primeras medidas, es el general Uriburu quien funda la Academia Argentina de Letras. Es significativo que se funde durante un gobierno militar, son instituciones formadas por hombres, hombres de la elite, con vínculos políticos hispanistas y en muchos casos religiosos
737: ¿Qué sucede cuando se proclama la independencia?
D. L.: La independencia era política y económica, pero ya en la década del 30, algunos intelectuales como Esteban Echeverría, Juan María Gutiérrez y también Juan Bautista Alberdi[i], empiezan a concebir la independencia cultural de España. Y uno de los temas que surge es ¿qué hacemos con la lengua que heredamos? Fue impuesta, pero es la lengua que permitió la independencia, porque los criollos hablaban español. Entonces, este grupo, conocido como la generación del ’37, y, por otro lado, Sarmiento[ii], empiezan a discutir la idea de que la RAE tenga que ser la institución que nos diga a los americanos cómo hablar correctamente. Ellos tienen textos muy combativos respecto de esta idea. Al mismo tiempo había otros intelectuales que seguían sosteniendo que la RAE era la institución a la que había que seguir en términos de “ejemplaridad”, corrección o prestigio lingüísticos. Podemos señalar dos acontecimientos muy importantes en el siglo XIX vinculados con la lengua: uno es que Juan María Gutiérrez[iii], crítico literario, uno de los primeros rectores de la UBA, a quien la RAE invita a formar parte como académico correspondiente, se niega aduciendo que nunca participará de una institución monárquica, católica, extranjera. Este rechazo es un hito en la historia de las políticas de la lengua en la Argentina. El otro, es el proyecto de Sarmiento, en la década del 40 cuando estaba exiliado en Chile, que propone una reforma ortográfica, también distanciándose de la ortografía de la RAE que estaba basada sobre todo en el criterio etimológico. Su propuesta, en cambio, que tenía como objetivo último la alfabetización, proponía que hubiera más correspondencia entre sonidos y letras. Esta innovación era implementada por Sarmiento en sus propios escritos; si uno lee sus textos ve que escribe con J, no usa la Z, etc.
737: ¿Cuándo surge la Academia Argentina?
D. L.: Avanzado el siglo XIX, la mayoría de los países americanos ya eran independientes y España quiere volver a establecer vínculos económicos y políticos con sus excolonias. Desde el punto de vista económico ya no es una potencia, un imperio como el que había sido, entonces apela a cuestiones simbólicas, culturales y religiosas. Y la lengua pasa a ocupar un lugar central. A partir de la década de 1870, lo que hace la RAE, siempre muy vinculada con el gobierno español, es empezar a fundar en América Academias de la Lengua “correspondientes”, que tengan vínculos con la de España, que sería la principal, y que respondan a la política lingüística llevada adelante por Madrid. Mientras que países como Colombia, México, o Perú, fundan y activan sus academias de la lengua correspondientes, la Argentina es un país que rechaza esta propuesta en varias ocasiones; hay una historia rebelde de rechazo argentino a la RAE. Hubo algunos intentos, y en 1910 se funda una academia correspondiente, pero enseguida pierde vigencia, no se implementa. Finalmente en 1931, en una de sus primeras medidas, es el general Uriburu quien funda la Academia Argentina de Letras. Es significativo que se funde durante un gobierno militar, son instituciones formadas por hombres, hombres de la elite, con vínculos políticos hispanistas y en muchos casos religiosos. Tanto en España como en América muchos curas eran académicos. Esto también impacta en la confección de diccionarios y gramáticas; no es menor quién hace un diccionario, porque la lengua que se consigna es la de quienes hacen esos diccionarios.
737: ¿Hay relación o articulación entre las academias en América?
D. L.: A mediados del S. XX estaban conformadas la mayoría de las academias americanas, entonces la RAE durante el gobierno de Franco -otra dictadura- tiene la idea de armar una asociación de academias. En 1951, en México, se hace un encuentro al que van delegados de las distintas academias americanas para conformar esa asociación. Pero Franco decide que la RAE no participe de esa reunión porque México reconocía al gobierno republicano en el exilio. Todo esto muestra la íntima relación entre la lengua y la política. La Asociación de Academias de la Lengua Española se crea igual, sin la RAE, aunque a los 4 años se incorpora y se transforma en la cabeza de esa asociación, porque es la metrópolis lingüística, de donde salen las decisiones, y además donde está el dinero para invertir en la lengua. Las academias americanas solo se ocupan de responder a las decisiones de España.
la lengua es un espacio público, no tiene (o no debería tener) dueños. Pero los tiene. Son los dueños quienes elaboran (y marcan qué es correcto, qué es prestigioso) estos instrumentos lingüísticos que circulan en todo el ámbito hispanohablante
A comienzos del SXXI, la RAE junto con las academias americanas, reproduciendo la dinámica colonial de una metrópolis y las colonias lingüísticas en América, decide una nueva política lingüística que se llamará “panhispánica”. Es decir, se dice que se empezarán a tener en cuenta (como correctas y se consignarán en los instrumentos lingüísticos) las diferentes formas de hablar el español. Sin embargo, después de muchos trabajos que hicimos analizando los nuevos diccionarios, gramáticas y ortografías ya bajo el título de panhispánicos, nos damos cuenta de que en realidad esas formas lingüísticas de Madrid siguen siendo las consideradas correctas y los usos americanos quedan en un lugar secundario y periférico, esto es muy evidente por ejemplo en el Diccionario panhispánico de dudas, publicado en el año 2005. La gran diferencia es que ahora es con la complicidad de las academias americanas que avalan esa nueva política lingüística. Por todo lo anterior, decimos que la lengua es un espacio público, no tiene (o no debería tener) dueños. Pero los tiene. Son los dueños quienes elaboran (y marcan qué es correcto, qué es prestigioso) estos instrumentos lingüísticos que circulan en todo el ámbito hispanohablante.
737: ¿En qué se asienta esta “autoridad” de la RAE?
D. L.: Se debe a muchos factores; entre otras cosas, a que la RAE es una institución que tiene 300 años de vida, lo que le otorga legitimidad por su duración en el tiempo. También se legitima con los eventos que suele hacer, como los Congresos Internacionales de la Lengua Española. Por ejemplo el de Rosario en 2004, en el que participó Fontanarrosa, o el que se hizo en Córdoba en 2019 con una ceremonia donde el rey de España habló de la lengua compartida y desconoció la conquista, la colonización y la matanza de pueblos indígenas con la consiguiente destrucción o relegamiento de sus lenguas. Ahí la lengua aparece en el lugar que siempre tuvo pero que ahora se ve con más claridad: es un botín. Están quienes pueden regular la lengua, los que dicen “esta lengua es la correcta”, “este uso es incorrecto”; las academias se ocupan, con sus herramientas prescriptivas, de establecer, por ejemplo, “se puede decir Twitter” y “no hay que decir selfis, sino autofotos”, tomando decisiones muchas veces arbitrarias. Hoy también es un recurso económico, porque si ellos tienen el monopolio de la lengua, entonces quienes traducen, quienes corrigen, quienes hacen los subtítulos de las películas y de las series que vemos, se rigen por esas normas. Hay todo un mercado alrededor de las lenguas. La enseñanza del español como lengua extrajera es otro gran mercado.
737: Toda esta historia que contás está mostrando que la lengua siempre está relacionada con cuestiones políticas, ¿no?
D. L.: La lengua es política en el sentido de que siempre está en disputa, porque hay posiciones distintas. Es también un recurso económico, sobre todo en la globalización, con las nuevas tecnologías, la lengua es la materia con la que se dan las comunicaciones, la inteligencia artificial, etc. Y es política porque todavía hay una lógica colonial entre España y América en términos lingüísticos. En esto hay una complicidad de los países americanos, de las elites sobre todo, porque todos sabemos que en América hablamos un español distinto, atravesado por el sustrato de nuestras lenguas americanas, que estamos en contacto con otras lenguas, y que tampoco se puede pensar en un español americano que sea igual desde México a Argentina. Además, hay instituciones en América -universidades, centros de investigación- que tienen todos los recursos para estudiar la lengua y hacer sus propios instrumentos lingüísticos, incluso los manuales escolares. Porque muchos de los manuales escolares que circulan en América, en la Argentina en particular, son hechos por empresas transnacionales y monopólicas; entonces, ¿cuál es el modelo de lengua que llega a las escuelas en esos manuales?
muchos de los manuales escolares que circulan en América, en la Argentina en particular, son hechos por empresas transnacionales y monopólicas; entonces, ¿cuál es el modelo de lengua que llega a las escuelas en esos manuales?
737: Y hablando de escuelas, ¿cuál es tu mirada sobre la prohibición del lenguaje inclusivo en las escuelas de la ciudad de Buenos Aires?
D. L.: Yo decía antes que hay toda una tradición de gestos rebeldes en relación con la lengua, el último, por supuesto, es el lenguaje inclusivo. Es un fenómeno lingüístico, pero es especialmente de orden político vinculado con la identidad. Y no es nuevo, tiene su historia. En un momento se llamó “lenguaje no sexista”, y la idea era visibilizar a las mujeres. Aparecieron las formas dobles, sobre todo en los discursos públicos; por ejemplo, se empezó a decir “compañeras y compañeros”. En los últimos años pasó de ser llamado no sexista a ser denominado lenguaje inclusivo (yo no acuerdo mucho con ese nombre, prefiero llamarlo “lenguaje no binario” o lenguaje igualitario), con la aparición del morfema, de la letra “e” como marca de lo no binario. Como fenómeno ligústico hay mucho por estudiar, desde muchos ángulos; es objeto de muchas discusiones. Tenemos que esperar a ver si se va a sostener en el tiempo, si va a afectar a algunas palabras solamente o va a afectar la gramática de la lengua. Los cambios lingüísticos toman muchos años. Es cierto que se usa, pero tampoco se usa tanto; está bastante localizado en ciudades, y lo usan determinadas generaciones. Lo que sí es interesante es que en la Argentina hay predisposición a aceptarlo, porque se entiende, pero hay que esperar a ver cuál es el recorrido de este cambio lingüístico. Hay que ver si en el futuro nacen niñas y niños que usan esas formas inconscientemente, como formas propias de su lengua materna. Por otro lado, está el tema de la prohibición, que si bien la resolución no dice “prohíbe” está presupuesto; eso sí hay que salir a discutirlo, porque está muy ligado a cercenar derechos identitarios. En nuestro país existe la Ley de Identidad de Género. Todas las transformaciones sociohistóricas tienen un correlato en el plano lingüístico, con lo cual si se prohíben determinadas expresiones lingüísticas estamos limitando derechos ya adquiridos por parte de sectores de la población.
Daniela Lauria es investigadora del CONICET con sede de trabajo en el Instituto de Lingüística de la UBA y es profesora en la Universidad Pedagógica Nacional.
Juan Bautista Alberdi, 1837
[i]“El autor ha creido que están equivocados, los que piensan que entre nosotros se trata de escribir un español castizo y neto: Importación absurda de una legitimidad exótica, que no conduciría más que a la insipidez y debilidad de nuestro estilo: se conseguiría escribir á la española y no se conseguiría más: se quedaría conforme á Servantes, pero no conforme al genio de nuestra patria; se tomarían las frases, los giros, los movimientos, de que este escritor se valía para agradar a su nación; pero todo esto no agradaría a la nuestra, cuyo carácter propio jamás tendrá por representante un espíritu extranjero”. Fuente
Domingo Faustino Sarmiento, 1843
[ii] “(…) es ridículo estar usando la ortografia de una nacion que pronuncia las palabras de distinto modo que nosotros, y esto precisamente en las letras cuyo uso es mas difícil, y nos llena de embarazos. Lo demás es estar perpetuando abusos perjudiciales, echarse la jerenalidad la mancha de ignorantes sin merecerla; y condenar á nuestros hijos á los tormentos que nos ha costado á nosotros aprender á leer”. Fuente
Juan María Gutiérrez,1875
[iii] “¿Qué interés verdaderamente serio podemos tener los americanos en fijar, en inmovilizar, al agente de nuestras ideas, al cooperador en nuestro discurso y raciocinio? ¿Qué puede llevamos a hacer esfuerzos por que al lenguaje que se cultiva a las márgenes del Manzanares, se amolde y esclavice el que se transforma, como cosa humana que es, a las orillas de nuestro mar de aguas dulces? (…) Creo peligroso para un sudamericano la aceptación de un título dispensado por la Academia Española (…). Descubro ya, un espíritu que no es el mío en los distinguidos sudamericanos, especialmente de la antigua Colombia, que han aceptado el encargo de fundar Academias correspondientes con la de Madrid. (…) La mayor parte de esos americanos, se manifiestan afiliados, más o menos a sabiendas, a los partidos conservadores de la Europa, doblando la cabeza al despotismo de los flamantes dogmas de la Iglesia romana, y entumeciéndose con el frío cadavérico del pasado (…)”. Fuente