DE LA NIÑEZ ENTRE NOSOTRXS

1790

¿Cómo podemos construir nuevas legalidades en las escuelas? A partir de recorrer la historia de las definiciones de infancia, Mabel Ojea reflexiona sobre la caída de las figuras de autoridad, incluida la Autoridad pedagógica, y plantea preguntas acerca de las nuevas formas que tenemos que debatir para seguir acompañando a lxs chicxs ya no desde una asimetría autoritaria, sino desde la diferencia y el cuidado.

¿De qué manera conocer al niño? Para conocerlo tengo que esperar que se deteriore, y sólo entonces estará a mi alcance. Allá está él, un punto en el infinito. Nadie conocerá su hoy. Ni él mismo…Lo que conozco de él es su situación: el niño es aquel al que le acaban de crecer los primeros dientes, y es el mismo que será médico o carpintero…Un día lo domesticaremos como humano y podremos dibujarlo. Pues así hicimos con nosotros y con Dios.”[1]

La cuestión de la infancia se presenta como un analizador que da cuenta de las transformaciones políticas, sociales, económicas. La Infancia como una categoría de estudio y análisis es una construcción, un campo discursivo sobre el que se van a desplegar prácticas e intervenciones pedagógicas, psicológicas, antropológicas, etnográficas, sociales, jurídicas, de mercado, que de distintos modos intervienen y producen un conglomerado de saberes, derechos, sentimientos, costumbres, conductas, organización del cotidiano, regulación de los intercambios, entre otros.

Y después están lxs chicxs, a lxs que ahora les están creciendo los dientes y después serán…

Testigos privilegiados nosotrxs, que durante 190 días por año al menos 4 horas diarias, a lo largo de 15 años consecutivos, compartimos ese proceso. No hay ninguna institución que aloje a lxs niños de un modo tan sistemático y organizado, en un tiempo cronológico sostenido cotidianamente que coincida con el de su crecimiento y desarrollo.

La escuela, un formato heredado de la Modernidad.

Del contexto histórico

P. Ariès en su Historia de la infancia sostiene que el actual sentimiento respecto de la infancia es producto de una mutación fundamental que se produjo en la sociedad occidental entre los siglos XV y XVI. Hasta ese momento en cuanto la cría humana podía valerse por sí misma se incorporaba al espacio de lxs adultos, donde compartía las actividades lúdicas, educacionales y productivas, sin diferenciarse en las ropas, los juegos o las palabras que se decían o callaban. Niñx como vástago del tronco comunitario, habitando el espacio colectivo.

Sin edades registradas, eran niñxs de pecho hasta los dos años o párvulos entre los dos y los nueve años, luego de los siete, si habían sobrevivido eran adultxs en miniatura.

No hay ninguna institución que aloje a lxs niños de un modo tan sistemático y organizado, en un tiempo cronológico sostenido cotidianamente que coincida con el de su crecimiento y desarrollo. La escuela, un formato heredado de la Modernidad.

En la época del Virreinato del Río de la Plata, la mortalidad adulta e infantil era escandalosamente alta y, peor aún, para lxs niñxs abandonadxs en las calles de Buenos Aires; por ello en 1779 se fundó la Casa de Niños Expósitos, bajo administración religiosa, materialmente precaria y con fondos provenientes de donaciones particulares. Había también familias que se hacían cargo de lxs niñxs quienes, a cambio, debían prestar un servicio en la casa. Problemas financieros, organizativos y transformaciones políticas mediante hicieron que durante el gobierno de Martín Rodríguez se creara la Sociedad de Beneficencia, inspirada en las ideas filantrópicas de la Ilustración, que asumió en 1823 la dirección e inspección de la Casa de Niños Expósitos, el Hospital de Mujeres y la Casa de Huérfanas. Pasa entonces a manos del Estado, que daría forma “adecuada” al tratamiento de la caridad, depositando en mujeres virtuosas la vida de lxs niñxs abandonadxs y financiando la institución. Pasaje del mero cuidado al resguardo. Habrá que llegar a fines del XIX y principios del XX para que los médicos higienistas y sus herramientas científico-legales intervengan exitosamente sobre la mortalidad infantil. En 1873 la Casa de Niños Expósitos se traslada y se transforma en hospital: Casa Cuna, Hospital Elizalde hoy. Se funda, también en Buenos Aires, el hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. De lo social a lo científico, lo sanitario. 

Así se consolida la intención de preservar físicamente a la infancia: un ser saludable, que puede desarrollarse armónicamente por el accionar del Estado que controlaba, educaba y curaba, garantizando así la reproducción de la fuerza productiva.

En 1892 se funda el Patronato de la Infancia con el propósito de “proteger a los niños contra el abandono, la ignorancia, la miseria, las enfermedades, la incuria, los malos tratos y los ejemplos inmorales”, no sólo destinada a lxs infantes abandonadxs sino a promover una política de prevención de abusos en distintos ámbitos, familiar e instituciones, como dispensario, hospital, talleres y fábricas o cárceles. Momento de creación de escuelas de artes y oficios y colonias agrícolas.

Con la inmigración europea cambia la geografía de la Niñez: llegan otrxs niños, crece el hacinamiento urbano, los hay en situación de calle, los hay que trabajan.

Podemos ver cómo se entretejen los discursos y las prácticas: el torno de la casa de expósitos, la beneficencia, las prácticas sanitarias y el higienismo, el Patronato. Hay un paralelo histórico entre las prácticas educativas y sanitarias[2].

Actualmente, podemos percibir también los modos en que las nuevas tendencias y modas en salud permean rápidamente en la escuela: déficit de atención, aportes de las neurociencias, la educación emocional, modifican las miradas e intervenciones.

De las desigualdades, privaciones y diferencias

Las desigualdades que se visibilizaron y se profundizaron durante la pandemia, y que a pesar de las acciones estatales aún perduran, nos interpelan respecto de las privaciones que padecen nuestras infancias, su intensidad y sus consecuencias.

Los análisis estadísticos multidimensionales consideran algunos aspectos que se pierden en la parafernalia de los porcentajes: ¿cómo es el lugar donde vivís?, ¿te llevaron al médico? ¿hay agua en tu casa?, ¿qué comiste ayer?, ¿tenés un dispositivo tecnológico?, ¿el año pasado, tuviste una prenda o un calzado nuevo?, ¿te leen cuentos, juegan con vos, hacés alguna actividad aparte de la escuela?, ¿qué pasa en tu casa cuando se enojan con vos?, ¿vas a la casa de tus amigxs o te visitan en tu casa? Todos estos aspectos se pierden cuando pensamos en los términos de la categoría infancia, perose hacen presentes cuando aparecen las chicas y los chicos. Esas y esos que van a la escuela. ¿Con cuántos de estos déficits conviven? Esa convivencia también nos dice algo de las experiencias infantiles hoy. Déficits que si son sistemáticos y perduran definen privaciones que tendrán secuelas físicas, emocionales, psíquicas, en el cuerpo y en el alma. Deprivación del suministro ambiental[3], dirá Winnicott, que produce una congoja intolerable, que permanece, se expresará en sus vidas y en su entorno, bajo las formas del odio, del resentimiento, de lo antisocial.

La línea 102, la línea de las chicas y chicos, que recibe denuncias sobre vulneración de derechos de todo el país, tuvo entre enero y septiembre de 2020 un incremento significativo de denuncias, la mayor cantidad fue por negligencia y malos tratos. Se trata de situaciones que suceden en el entorno inmediato de lxs niñxs, y que dan cuenta del desamparo y prácticas de la crueldad. Hay que creer a las familias cuando dicen que no pueden con el niño, con la niña. 

Hablamos de pautas pensadas en situación, necesarias, trabajosas, porque se trata de construir y sostener un vínculo sin garantías previas (porque no hay promesa), quizás acotadas pero no por eso menos eficaces, a las que todos estemos sujetados. La legalidad que propiciemos nos incluye.

En las escuelas, las desigualdades tienen nombre.

¿Qué hace la escuela con las desigualdades? ¿Perpetuar, acomodar, disputar sentidos, alojar? ¿Qué tratamiento de las desigualdades en el marco de las prácticas cotidianas?

Hay muchos modos de habitar la infancia, si algo la caracteriza es la diferencia, la diversidad, la heterogeneidad: diferencias de clase, de acceso a los bienes culturales y simbólicos, de modos de crianza, de lengua familiar, de la maravillosa singularidad de cada niño y niña para apropiarse de un modo único de eso que le es dado y ofrecido.

De la constitución subjetiva

Es importante recordar la prematuración de la cría humana, de la imposibilidad de humanizarse sin Otrx. Organismo vivo que requiere de otro cuerpo para tener un cuerpo, del baño de la lengua para hablar, de estar fusionadx para poder separarse, que lx sostengan (física y emocionalmente) para poder sostenerse. Un adulto, una adulta, es quien puede sostener la angustia de un infante.

Hay un deseo singular, particularizado de alguien.

Hay un tiempo cronológico y un tiempo lineal.

Hay un tiempo lógico de construcción de estructuras psíquicas que se van organizando en el intercambio con las figuras significativas y el ambiente.

El tiempo lógico se despliega en un tiempo lineal donde se entrecruzan lo simbólico y lo pulsional, y permitirán la constitución de un sujeto hablante que podrá dar un sentido a lo vivido entramando su propia historia.

Si las cosas salen bien, cuando crezca tendrá sus propias dificultades, tensión constante entre la realidad y el sujeto.

¿Son invariables estas acciones o la época trae otros modos de subjetivación?

Hoy observamos que, entre el impulso y el acto no hay mediación, el aburrimiento está prohibido, hay que ocuparlxs y entretenerlxs, se exponen cuerpos infantiles erotizados, un producto entre otros en el mercado, canales de televisión, propagandas exclusivas, construcción de consumidores; exposición a dispositivos desde pequeñxs y Google ¿a la plaza? de la transmisión generacional.

Advertimos la fenomenología actual: imprecisos TED, dificultades de lenguaje, dificultades motrices, niñxs demasiado conectados a dispositivos con poco despliegue lúdico, etc.

De la Autoridad y las Legalidades

Violeta Núñez escribía: “la ausencia irremediable del futuro cierto que prometía la modernidad y de la que el positivismo fue su última flor. La percepción, en fin, de que no hay garantías: ni Dios ni ciencia pueden ya encubrir que no hay orden sino aquel, puntual e inestable, que en cada momento podamos construir”[4]

Asistimos a la evidencia de la caída de las figuras de autoridad, incluida la Autoridad pedagógica y la necesidad de construir legalidades. Una autoridad deslegitimada entonces, que intenta situar los pares autoridad-autoritarismo, relación asimétrica/simetría, el que posee la autoridad/el que se subordina a ella. Lo contrario de autoridad: subordinación, obediencia, acatamiento, disciplina. ¿Quién autoriza al que detenta la autoridad? ¿Un cargo, un saber, una delegación de poder? La escuela como productora de subjetividades en este escenario de deslegitimación supone dificultades para lxs adultxs, sean familia, educadorxs, sin encontrar un lugar posible. ¿Y la escuela qué? Si no hay en ningún lado, ¿qué le pedís a la escuela? Aparece entonces un intento de la transmisión por la vía de la seducción, del contrato, de la negociación. ¿De qué se trata esto de construir legalidades?

En el año 2004, Ignacio Lewkowicz, cuyos textos siguen siendo luminosos, escribía “frágil el niño, frágil el adulto”, y se preguntaba “¿cómo instalar una subjetividad capaz de habitar las situaciones?”[5], habida cuenta de la caída, destitución de las instituciones de la modernidad, ergo de lxs agentes que la encarnaban.

La construcción de legalidades no es la puesta de límites ni un castigo (a veces fruto de la impotencia o el capricho), no es hacer un listado de las cosas que se pueden hacer y las que no, no es una norma establecida por dos voluntades individuales.

Sólo se puede poner un límite si unx mismx los ha aceptado, tarea difícil en una sociedad que no lxs reconoce, libradxs a los goces autoeróticos y adictivos reinantes, donde lo público y lo privado se confunden y el pudor es el gran ausente. Tiempos éstos de carencia de Referencia externa como Dios, el Estado, el Padre, a la que nos sometíamos a cambio de una promesa: el Paraíso, la protección, el amor.

Hablamos de pautas pensadas en situación, necesarias, trabajosas, porque se trata de construir y sostener un vínculo sin garantías previas (porque no hay promesa), quizás acotadas pero no por eso menos eficaces, a las que todos estemos sujetados. La legalidad que propiciemos nos incluye.

Si decimos subjetividades contemporáneas atravesadas por procesos de segregación que producen nuevas formas de lazo social, pensamos en los modos de relación al prójimo. ¿De qué se trata? Pensemos la cuestión del prójimo entre niñxs: ¿qué se pone en juego ahí? Yo/el otro – la otra, adentro/afuera, lo hostil/lo amable, amigx/enemigx, lo que invita/lo que expulsa, algo a construir cada día que permite promover algunos procesos, favorecer otros, por ejemplo: quién me gusta como amigx, con quienes quiero jugar o hacer la tarea, cómo hago para que me acepten, cómo me defiendo, cuestiones éstas que trabajan sobre las identificaciones, sobre las distancias y cercanías. Encontrarse con estas disyuntivas produce cambios en mí, lo social obliga a modelar, sin darnos cuenta, la propia agresividad y el reino del Yo, a saber, ¿por qué no, si yo quiero? Un documental de Trueba con entrevistas a adolescentes toma su título de una frase de unx de lxs protagonistas: ¿Quién lo impide?

Quizás se trate de construir un lugar que no se funde en la superioridad (siempre despótica) sino en la diferencia, diferencia que organiza, otorga plazas, que escucha para invitar a que esx otrx escuche, que invita a construir límite allí donde no lo hay, y en ese acto pacifica lo mortificante que hay en cada unx de nosotrxs.

Las pequeñas conductas que promueven las redes sociales: me eliminó, me canceló, me bloqueó ¿tendrán un efecto más allá de las redes? ¿Cuáles serán las prácticas digitales que promuevan el cuidado de sí y de los otrxs? ¿Se enseñan, se transmiten, se aprenden?

Nuevas posiciones subjetivas serán necesarias, no sólo las que tengo en mi casa, con mi familia, se requieren otras para habitar el espacio de lo común. Épocas estas en las que habrá que trabajar para delinear un prójimo con el que relacionarme sin lastimarlx, respetando su cuerpo y sus decisiones.

En estas aguas nos encontramos intentando sostenernos en el recuerdo de la Autoridad pedagógica.

Quizás se trate de construir un lugar que no se funde en la superioridad (siempre despótica) sino en la diferencia, diferencia que organiza, otorga plazas, que escucha para invitar a que esx otrx escuche, que invita a construir límite allí donde no lo hay, y en ese acto pacifica lo mortificante que hay en cada unx de nosotrxs. Construir legalidades supone ampliar el campo de las representaciones, de los fines compartidos, de los afectos ligadores[6]. Acciones éstas que incluyen en un relato de pertenencia, que inscriben a los sujetos en una historia, que ligan lo que tiende a desligarse constantemente.

Mabel Ojea es psicóloga, psicoanalista e integrante de la Secretaría de Salud y DDHH del SUTEBA

Este Texto fue presentado en el Segundo encuentro del “Seminario Niñeces y Familias en plural”, de la Secretaría de DDHH del SUTEBA, 11 de junio de 2022.

[1] Lispector, Clarice. Dibujando un niño en Para no olvidar. Buenos Aires, El Cuenco de Plata, 2011.

[2] A mediados del XVIII en Europa habrá una nutrida producción de libros e intervenciones sobre la conservación de los hijos, la educación sanitaria, la crianza, educación y medicación de los niños, guías y diccionarios de higiene, mezcla de doctrina médica y consejos educativos. El objetivo es garantizar la reproducción de la fuerza productiva, alertar contra las prácticas inútiles y perniciosas a través de la alianza entre el médico y la madre de familia. A las familias populares que producen niños en cantidades imprudentes, con alta tasa de analfabetismo y mortalidad infantil, con costumbres disolutas, les será destinado el convento, el orfanato, la instalación de los prostíbulos, organizados y controlados por la asistencia pública y la policía de las costumbres. Nuevas relaciones entre Estado y familia, nacimiento de las asociaciones filantrópicas, de las primeras sociedades protectoras de la infancia, y también el control médico de los niños, la ayuda estatal a las madres solteras, control médico y vigilancia de la salud y la crianza.

[3] Winnicott, Donald. La tendencia antisocial en Deprivación y Delincuencia. Buenos Aires,  Paidós, 2008.

[4] Nuñez, Violeta. El verdadero desafío, en Revista El Niño Nº 7.Barcelona,1999.

[5] Lewkowicz, Ignacio. Frágil el niño, frágil el adulto en Diario Página 12, 4 de noviembre de 2004.

[6] Silvia Bleichmar en intervenciones públicas y textos varios aportó estos conceptos.