HACER LO QUE HABÍA QUE HACER

Entrevista con Cecilia Martínez

1694

A 40 años del primer Paro de los y las trabajadoras de la Educación de la provincia de Buenos Aires a la Dictadura Militar, entrevistamos a Cecilia Martínez, compañera histórica del SUTEBA y del sindicalismo docente de la provincia de Buenos Aires. Actualmente es parte del Consejo Ejecutivo provincial del SUTEBA, de la Junta Ejecutiva de la CTERA y de la Mesa Nacional de la CTA. Ella fue protagonista y armadora indispensable de aquella gesta. Junto a la entrañable Mary Sánchez, eran las Secretarias Generales de las Uniones de Educadores de Morón y de La Matanza, respectivamente. Entidades de base que habían pertenecido a la FEB, pero fueron expulsadas por “irreverentes”. La decisión, después del Golpe Militar, de mantener abiertos los dos sindicatos, y aquel paro del 1ro de junio de 1983 fueron clave para lo que ocurrió tres años después, la conformación de un Sindicato Unificado netamente consustanciado con la clase trabajadora: el SUTEBA.

Cecilia nos cuenta ese proceso.

Jóvenes de los 70

Soy Maestra Normal Nacional, todavía era la época de los normales cuando me recibí. Después, hasta el año 75, hice prácticamente toda la carrera de licenciada en Ciencias de la Educación. Me quedaban por dar dos materias optativas, pero bueno, lxs jóvenes de los 70… un día dije ¡basta, no voy más a la facultad, no voy a estudiar más la educación, voy a intentar transformarla. Y empecé a militar en el sindicato. Creo que la militancia sindical fue clave también en mi formación pedagógica. El debate sobre la educación que tenemos y que queremos es un tema que atraviesa la militancia nuestra, de la Celeste, del SUTEBA, de la CTERA.

 la militancia sindical fue clave también en mi formación pedagógica. El debate sobre la educación que tenemos y que queremos es un tema que atraviesa la militancia nuestra, de la Celeste, del SUTEBA, de la CTERA

¿Cómo que no puedo parar?

En el año 72, yo trabajaba en Hurlingham, en un Jardín que estaba pegadito a la fábrica Scolnik, una papelera muy grande de Morón. Mis alumnxs mayoritariamente eran hijxs de lxs trabajadorxs de esa fábrica porque, como pasaba en el Conurbano, se armaban barrios alrededor de las fábricas. Era la época de la Resistencia del movimiento obrero y del Luche y Vuelve; esos eran los padres y las madres de mis alumnxs. En ese momento yo no tenía ninguna pertenencia gremial, mi vida eran la escuela y la facultad. En uno de los paros de la CGT de esa época yo decido parar. Era una herejía que una maestra parara. No solamente resuelvo parar sino que además hago una reunión con las familias y les explico que yo iba a parar. “Pero vos no podés parar” me decía la Directora, con buena intención. ¿Cómo que no puedo? le decía yo, que era y sigo siendo bastante anarca en algunas cosas, soy hija y nieta de anarcos. “Porque la agremiación no para” me trataba de explicar. Yo no sabía qué era la agremiación y me dice “Es la Federación Sarmiento, vos te tendrías que asociar”, porque no decían afiliar. Bueno, un día me voy hasta la sede de la FEB, que estaba en ese momento en Haedo y que era la vieja Unión de Educadores de Morón. Subo por una escalerita hasta el 2° piso y ahí estaban las viejas conducciones de la FEB, que eran muy gorilas, muy anti pueblo, muy anti sindicato en los términos en los que nosotros lo entendemos. Llego justo cuando había una reunión, en la que habría unxs veinte maestrxs, y el tema era la sanción a La Matanza por haber parado con la CGT. En Matanza conducían Mary, Hugo, Susana, Eduardo, un grupo de compañerxs peronistas que osaron convocar como Unión de Educadores de La Matanza, perteneciendo a la FEB, a parar con la CGT, algo que en ese momento era impensable. La FEB discute en su Congreso cómo sancionar a La Matanza y cómo expulsar a Mary. Yo caigo de casualidad en esa reunión y empiezo a escuchar lo que dicen. Cuando el Secretario General termina de hacer el informe, yo pido la palabra. Con la osadía que me daban los años que tenía, y además con la matriz “Facultad de Filosofía y Letras”, donde en esa época la revolución parecía estar ahí, a tiro de piedra, yo le digo la verdad que no sé qué es lo que van a sancionar, a ustedes habría que sancionarlos. Silencio. Y agrego, porque lo que hacen los compañeros de La Matanza y esa compañera Mary Sánchez -que yo no la conozco- tienen razón. Se armó un despelote. Empiezo a preguntar qué pasaba en Matanza, quién era esa Mary Sánchez. Había empezado a haber un movimiento en el conurbano bonaerense de confrontación con la FEB. Ahí es cuando empiezo a militar.

Mary Sanchez y Cecilia Martinez (Foto: Archivo SUTEBA)

La expulsión

En las viejas Uniones de Educadores había elecciones prácticamente todos los años, porque se elegía por cuartos. Se arma una lista de la que yo formo parte. Y empezamos a militar en el sindicato en la confrontación con la FEB. A nivel nacional todavía no existía CTERA. Estaba el Acuerdo de Nucleamientos Docentes, que eran radicales y socialistas democráticos, y cuya figura más conocida era Alfredo Bravo; estaba la CUTE, que era una central más nacional y popular, de donde eran Requena y Carlitos de la Torre; y un sindicato de capital que conducía fundamentalmente el PC. Era la época del Onganiato y había un movimiento docente muy grande de resistencia a la reforma educativa de Astigueta. Se da toda la movida del conurbano, y empezamos a hacer con la CGT y con el Acuerdo de Nucleamiento Docente paros a los que la FEB no adhería. Entonces en un congreso expulsa a dieciocho distritos, creo, del conurbano bonaerense y algún distrito del interior. Se rompe la provincia de Buenos Aires. Cuando se conforma la CTERA, en el 73, ya no teníamos organización provincial, íbamos como Uniones de Educadores por separado y así participamos del congreso constitutivo.

El Golpe, el miedo y la decisión de mantener abiertos los sindicatos

Todos esos distritos expulsados, que se llamaban Bloque de Distritos Disidentes -disidentes de la dirección de la FEB- cuando es el golpe cierran todos, solo quedan abiertos tres: Matanza, Morón y San Martín y Tres de Febrero que tenía otra conducción con la que políticamente nosotrxs no acordábamos, y al principio no teníamos conexión con ellxs. En Matanza conducían Mary y Hugo, junto a un grupo de compañerxs, y en Morón estaba yo con Teresita Malalán y otra compañera más. Tras el golpe, se produce una estampida. Se van muchxs del activismo por distintas razones, pero sobre todo por temor; quien dice que no tuvo miedo en la dictadura, miente. El asunto era cuánto pesaba el miedo y cuánto pesaba una actitud digna frente a la vida. Es cierto que el paro del 1° de junio de 1983 fue como el punto de partida de lo que sería la constitución del SUTEBA, pero hay algo previo que es la decisión que nosotrxs tomamos de seguir manteniendo abiertos los Sindicatos. Cuando digo nosotrxs me refiero a siete compañerxs, porque eso era lo que quedó del sacudón de la dictadura, y algunxs delegadxs, tanto de Matanza como de Morón, que seguían cobrando la cuota unx por unx, con la planillita, porque por supuesto no había descuento por cheque. Si no hubiéramos decidido mantener los sindicatos abiertos, el paro del 1° de junio no se hacía, y hubiera sido otra la historia.

Foto: Archivo SUTEBA

Decisión ética y política

Nosotrxs los conocimos a Isauro Arancibia, a Eduardo Requena, a Marina Vilte. No son solo un nombre en una bandera, nosotrxs lxs escuchamos hablar en los congresos. Isauro nos doblaba en edad, cuando lo matan el 24 de marzo del 76, en esa semana había cumplido 50 años. Tengo muy grabado el último discurso de Isauro en el último confederal de CTERA antes del golpe. De traje, porque siempre iban así, con traje y corbata, muy formales. Y nosotros éramos lxs jóvenes de los 70, Hugo tenía 23, Mary un poco más que yo. Era fines del 75, CTERA tenía que hacer un paro e Isauro, en ese Congreso, advierte la que se venía, él plantea que había que levantar el paro. Nosotrxs como locxs con que había que hacerlo igual. Isauro tenía una militancia sindical muy fuerte pero además trabajaba codo a codo con el sindicato de los azucareros de Tucumán, con Atilio Santillán. Eran compañerxs que también participaban de la CGT, estaban a años luz de nosotrxs en términos de organización sindical. La mayoría de ellxs -como Marcos Garcetti en Mendoza- eran parte de las CGT de cada una de las provincias, así que tenían una visión mucho más integral de lo que se venía. El paro no se hizo, nosotrxs estábamos furiosísimos pero en realidad tenía razón Isauro en eso de ver lo que se venía. Entonces, pesaba mucho lo que había pasado con Isauro, con Eduardo. Cuando esos compañeros estaban secuestrados, estaban desaparecidos, los habían matado, no podías convivir con vos mismo si no hacías lo mínimo que podías hacer. Yo creo que fue una resolución más del orden de la ética que de la política, por hacer una separación artificial porque la política y la ética deberían ir de la mano todo el tiempo, cosa que no pasa siempre. Pero en el caso nuestro pesó mucho el haberlxs conocido.

Cuando esos compañeros estaban secuestrados, estaban desaparecidos, los habían matado, no podías convivir con vos mismo si no hacías lo mínimo que podías hacer. Yo creo que fue una resolución más del orden de la ética que de la política, por hacer una separación artificial porque la política y la ética deberían ir de la mano todo el tiempo

Juntar compañerxs y hablar de algunas otras cosas

Nos juntábamos en el Colegio Don Bosco de Ramos, que tenía un parque grande, para no ir a ninguna casa porque no sabíamos lo que pasaba. Tanto Mary como yo estábamos embarazadas, Marina -mi hija mayor- nació al mes del golpe y el más chico de Mary nació dos meses después. Decidimos que íbamos a abrir los sindicatos, la Unión de Educadores de Morón y la de Matanza, una vez que los milicos establecieran cuál era la legislación de funcionamiento de los sindicatos. Que después fue solo hacer defensa individual -no podías juntar delegadxs ni hacer asambleas-, y actividades culturales. Hacíamos entonces defensa individual de algún compañero o compañera que pasaba –pocxs lo hacían- con algún cheque que había cobrado mal, y hacíamos actividad cultural. Elsa Bornemann vino a dar un curso sobre literatura y fue un boom. También la llevamos a Mané Bernardo, la titiritera. Buscábamos figuras que juntaran a lxs compañerxs y luego les hablábamos de algunas otras cosas. En Morón perdimos el local, estuvimos un tiempo en un local que nos prestaba una Sociedad de Fomento de Castelar, atendíamos una vez por semana. A mí me allanan la casa, en lo de Mary también cae la cana, así que fuimos surfeando lo mejor que podíamos y haciendo lo que había que hacer.

Socialismo con la guita

En la dictadura existía una ley de prescindibilidad, que podía ser que te echaran por razones políticas o por razones de servicio. A lxs compañerxs nuestros les aplican ley de prescindibilidad por razones de servicio. No podían ir más a la escuela, ni pisarla siquiera. A la primera que cesantean es a Mary, un año antes que la de Hugo y el resto, que fue el 1° de junio del año 78. Lo recuerdo porque empezaba el Mundial. Nos habíamos sentado a ver el Mundial en lo de mis viejos, porque nosotros no teníamos tele. Llama la vieja de Hugo y me dice, “acaba de llegar un telegrama para Huguito”; era la cesantía. De esxs compañerxs, algunxs fueron a trabajar a escuelas privadas, otrxs fueron a trabajar a capital. Por ejemplo, Mary trabajó en la escuela de Martha Salotti que tenía una escuela privada en capital. Y Hugo laburó en el Bernasconi, y en una escuela chiquita de Pompeya. Un día viene y me dice, “cagué en el Bernasconi”. Porque la SIDE mandaba una planilla que tenía que llenar con datos cada docente. Llena eso y a los pocos días lo rajan. Se armó un quilombo con las familias -había muchos intelectuales, médicxs o abogadxs que mandaban sus hijxs al Bernasconi- pero nada. Después de eso dejó la docencia y fue a trabajar a fábricas. En ese momento quedamos en pampa y la vía. Hugo empieza a laburar en Crespi y luego en una metalúrgica. Tenía un muy buen salario, mucho más que laburando de maestro. En esa época Mary seguía cesante porque también la rajaron de la escuela de Martha Salotti. Lo que hacíamos era que la mitad del sueldo de Hugo iba a la casa de Mary, hacíamos socialismo con la guita. Hicimos mucho tiempo eso de hacer un pozo para bancar a lxs compañerxs que estaban sin laburo. Tuvimos una obstinación cuasi romántica sobre cómo construir el sindicato y además esa cosa de “no me van a doblegar”. A fines de los 70 hablábamos de éxodo docente, cantidades de docentes que se jubilaron si estaban en edad de hacerlo o renunciaron. En la provincia aparecen los “listados de emergencia”, a los que acudían cuando ya no tenían más a quién poner. Entonces Hugo, Mary y otrxs compañerxs se anotaron ahí. Te llamaban por esos listados de emergencia y entrabas a laburar clandestino. A Mary, por ejemplo, que estaba laburando en Lanús, una directora la reconoció y la denunció.

Reir, siempre

En una movida que armaron en Matanza por algún aniversario del SUTEBA, hicieron una mesa con la historia del sindicato y fuimos Hugo y yo. Cuando bajamos del escenario lo veo a Hugo hablando con dos maestras y me llama. Estas dos maestras habían sido alumnas de Hugo cuando lo dejan cesante en una escuela de Laferrere. En un momento Hugo se va a hablar con otra persona y yo les digo, “estarán contentas que lo volvieron a ver al maestro después de tantos años” y una de ellas me dice “sí, porque nosotros creíamos que lo habían matado, mi papá nos decía que al maestro seguro que lo mataron”. Ese mismo día salgo a fumar y sale un pibe joven, profesor de educación física, que me dice “yo fui alumno tuyo”. Y agrega: “Los escuchaba recién y pensaba que les estaba pasando todo eso que cuentan e igual siempre se reían”.

Reir, siempre En la foto, Mary Sanchez y Cecilia Martinez (Foto: Archivo SUTEBA)

Militar en dictadura

¿Cómo era militar en ese entonces? El miedo hace estragos; la gente tenía miedo y tenía razón de tenerlo. Muchxs maestrxs si te veían venir cruzaban de vereda porque no querían cruzarse con nosotrxs. En la mayoría de las escuelas, te abrían un cachito la puerta y cuando decías Unión de Educadores de Morón te decían “no, no podés entrar”. Tengo una anécdota de una compañera, muy conmovedora. Después que terminó la dictadura, en un plenario que hicimos en el anfiteatro de ATE, ella estaba, era delegada de Morón. Esa compañera se paró y adelante de todos dijo: “Lo tengo que decir porque me siento mal de no decirlo, yo soy de la Escuela 4 de Morón y cuando Cecilia venía a la escuela yo me escondía, porque no quería que me vieran con ella”. Eso era militar en la dictadura. No tenías, por ejemplo, los casilleros donde ponías las comunicaciones del sindicato; fusionaron el Consejo Escolar con las Secretarías de Inspección y se llamaba UAU, Unidad Administrativa Única. Ahí pasaban las directoras o las secretarias, una o dos veces por semana, a retirar las comunicaciones. Nosotras parecíamos Testigos de Jehová. Teresita, la compañera que estaba conmigo, laburaba a la mañana y yo laburaba a la tarde, entonces yo iba con Marina, que tendría dos años en ese momento, la sacaba de casa a las seis de la mañana para llegar a Morón a las ocho que abría el casillero, nos parábamos en la puerta con los volantes, cuatro horas con Marina que se revolcaba, iba y venía. “Sutebitas éramos los de antes”, dice ella a veces. Cuatro horas paradas, dándole a cada directora un volante; algunas te lo agarraban y otras te decían no. Algunas lo tirarían pero otras lo llevaban a la escuela y así iba llegando material. Después me iba yo a la escuela y venía Tere con Mariana, que también era chiquita, a hacer las cuatro horas de la tarde. Esa obstinación era una cuestión de dignidad. Lo que pueda hacer lo voy a hacer, no me vas a doblegar fácilmente. Creo que eso está en el ADN del SUTEBA, la cosa de la resistencia, de la mística y de la dignidad.

¿Cómo era militar en ese entonces? El miedo hace estragos; la gente tenía miedo y tenía razón de tenerlo. Muchxs maestrxs si te veían venir cruzaban de vereda porque no querían cruzarse con nosotrxs

Los reclamos

Los reclamos que teníamos fueron los que después coagularon en el paro del 1° de junio. Ibérico Saint-Jean fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires y Ovidio Solari era un general de brigada que era el ministro de Educación. Cobrábamos bastante menos salario que en Capital. En el 83 fuimos al puente de Liniers, que separa la capital con la provincia, y pusimos un cartel inmenso que hacía mención a la diferencia de salario. El Estatuto estaba suspendido, no teníamos reglamento de licencias, las embarazadas trabajaban hasta el día antes de parir, las titulares tenían licencia por maternidad pero las suplentes parían y perdían el cargo. Algo de todo eso estuvo en el volante del paro del 1° de junio, que estaba hecho a mano porque no teníamos ni un peso, lo fotocopiábamos donde podíamos y lo repartíamos como podíamos.

El paro del 1ro. de junio

Estábamos en CTERA, con una conducción que no era afín a nosotros y además diezmada, porque lxs compañerxs más vinculados política e ideológicamente con nosotrxs -que habían sido de la CUTE, excepto Isauro que no lo era- estaban en cana o muertxs o desaparecidxs. En el país, había muchos paros docentes, los únicos que no parábamos era la provincia de Buenos Aires. En enero del 83 comenzamos a discutir que teníamos que hacer un paro en la provincia antes de mitad de año. Empezamos a laburar para eso con una discusión no fácil porque había que darle carácter provincial a un paro de dos distritos y tampoco había acuerdo entre nosotrxs, lxs siete que éramos ese grupo chiquito que quedó durante la dictadura. Algunxs pensaban que había que enganchar compañerxs de otros distritos, pero no había nada. Fue una discusión de meses, finalmente hacemos asambleas en Morón y en Matanza para resolver un paro. En la de Morón seríamos no más de treinta. Se resuelve el paro, teníamos que recorrer las escuelas y no teníamos ni auto. Una compañera macanuda me dijo, “te llevo a todas escuelas con mi auto”. También decidimos hacer un acto en la plaza de Ramos. El día del paro estaban todas las escuelas cerradas o partidas, y vinieron una cantidad de compañerxs, fue un acto muy conmovedor. Muchxs encontraron un lugar adonde expresar la bronca acumulada, que además la tenían todxs en mayor o en menor medida. De Morón había muchas jardineras porque como yo soy de Inicial tenía relación con muchas compañeras de los jardines. No teníamos sonido, así que hablábamos con un megáfono. No teníamos escenario, así que nos subimos en un banco de escuela. Hubo tres oradores: Mary, yo y el Secretario General de la regional Matanza de la CGT, Sluga. En Morón y en Matanza, antes del golpe, teníamos relación con los compañeros de las CGT; incluso en Matanza se hacían asambleas en el local de la CGT. Ver ese día a Sluga, subido al banco, hoy no pasa nada, pero en ese momento… ¡Los trabajadores hablándoles a lxs docentes! ¡Y lo que eran las caras de las maestras con los bombos! Muchas iban con unos tacos así de altos por los adoquines. Era algo contracultural. El SUTEBA fue contracultural en un montón de cosas. Nos atrevíamos a muchas cosas.

Foto: Archivo SUTEBA

Construir lo que había que construir

En ese momento Hugo ya laburaba en Lomas, no hizo el paro porque allí no había nada; pero después organizan ATELZ -Asociación de Trabajadores de la Educación de Lomas de Zamora- y ahí se desata todo un proceso. A los tres meses de parar como Morón y Matanza, estábamos parando como Frente Gremial docente de la provincia de Buenos Aires y todo el conurbano. Se dio que lxs maestrxs que tenían ganas de protestar no tenían con qué, así que una vez que vieron nuestro paro dijeron “si estos pueden, ¿por qué nosotros no?”. Stella Maldonado es el ejemplo más claro; ella no militaba en el sindicato, tenía más militancia política, habían matado al marido y en ese momento tenía otra pareja. La Nación saca un artículo sobre el paro docente y ella contaba que vio eso y le dijo a su compañero -que era de la UOM-: “Estos la tienen clara, saben lo que hay que hacer, los tengo que encontrar”. Al marido se le ocurre preguntar en la UOM, ella va a la UOM de Matanza y justo estaba Eduardo Steinbrun, que es el que la atiende. Ahí se engancha Stella. Como ella, empiezan a aparecer compañerxs de distintos distritos. Aquel artículo de La Nación no lo decía tan así pero es como que advertía ojo con estos maestros porque había muchos padres y madres de pibes en el acto del 1° de junio. Padres, madres, pibes y bombos. Nosotrxs tuvimos absolutamente claro que había que armar agrupación. Después de Huerta Grande, aparece la Celeste Nacional y empieza a tener expresión la Celeste como tal en cada provincia. Nosotrxs teníamos la Agrupación Peronista de Trabajadores de la Educación. Fue un debate interno fuerte y finalmente se fusiona con la Celeste. Decíamos: es tiempo de abrir, y si no abrimos y metemos lo más que podamos, no vamos a poder en la provincia de Buenos Aires construir lo que hay que construir. Finalmente metimos adentro a todxs lxs compañerxs que querían unificar la provincia. Y nació el SUTEBA.

La entrevista a Cecilia Martínez fue realizada por Mariana Cattaneo, Secretaria de Formación Político Sindical y Martín Fioretti, Subsecretario de Educación Ambiental y Desarrollo Sustentable, del Consejo Ejecutivo Provincial de SUTEBA. Mayo de 2023.