PRESERVAR LA BIODIVERSIDAD ES PRESERVAR NUESTRA ESPECIE

Entrevista con Juan Manuel Grande

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¿Investigar sobre aves rapaces?, ¿para qué trabajar en la conservación de las especies?, ¿por qué nos tiene que importar preservar la biodiversidad? Siete3siete conversa con Juan Manuel Grande, Biólogo, Investigador adjunto del CONICET y docente de Biología de la Conservación en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de La Pampa.

737: ¿Cómo surge tu interés por la investigación y la conservación de aves, en particular de las aves rapaces?

J. M. G.: Siempre me gustó la naturaleza; de chiquito yo vivía en Madrid y me encantaba  ir a la montaña, salir al aire libre, vaguear por ahí. Por otro lado en televisión veía unos documentales, de Félix Rodríguez de la Fuente[1],  que tenían una aproximación muy espectacular a la naturaleza, imágenes impactantes de las águilas llevándose a las cabritas o atacando a las liebres… Eran imágenes de vuelo que me fascinaban. Después, en el secundario, me encantaba la historia pero las materias relacionadas con historia me producían tedio; me encantaba leer pero la materia literatura me aburría soberanamente. En cambio, la química, la biología, la física, las matemáticas incluso, eran como más prácticas y me gustaban, entonces me fui yendo a la ciencia y dentro de ella a la biología. Cuando me inicié en la carrera vi el cartelito de un grupo ornitológico que iban a salir a ver pájaros y dije “vamos a ver qué es eso”. Fuimos a varias lagunas no muy lejos de Madrid y terminamos en un atardecer espectacular viendo, en un cielo rojo, la llegada de miles de grullas volando. “Esto está bueno” me dije. Y a partir salí a ver pájaros. Yo seguía en la mente con lo que me había quedado de Rodríguez de la Fuente de que las aves rapaces eran pocas y rarísimas de ver. Pero fui descubriendo que las hay y si sabés dónde buscarlas las ves. Empecé entonces a buscar libros. Siempre cuento que en la Facultad, cuando nos rateábamos de clase, mis compañerxs se iban a jugar a las cartas a la cafetería y yo me iba la biblioteca a mirar libros de rapaces. Me fui enterando de gente que trabajaba con rapaces, me puse en contacto con ellxs y ahí me fui encaminando en esta dirección. Es un tipo de investigación que cuesta mucho en lo físico y te demanda muchísimo tiempo. Es más barata que otras que requieren, por ejemplo, equipos de laboratorio o máquinas de un millón de dólares, sin embargo no es fácil conseguir fondos para trabajar en esto. Por supuesto hay días y días en que uno se la pasa sentado a una computadora escribiendo informes y artículos, o dando clase en la Universidad, pero lo que más disfruto es el trabajo de campo con estos bichos.

737: ¿En qué consiste ese trabajo de campo?

Juan Manuel Grande: Depende de los objetivos y de las preguntas. El trabajo de captura, de marcaje, de toma de muestras de sangre, de tejido, te da muchas dimensiones, te abre muchas opciones. Es un trabajo más activo que ir simplemente a observar o a contar bichos. En general nosotrxs trabajamos con cuestiones poblacionales o vinculadas a los individuos, entonces eso requiere que captures a los individuos. Se les pone un anillo en la pata con un código y eso es como su DNI que nos permite seguirlo. Este pájaro vivió tantos años seguidos en este lugar, tuvo tantos pichones, se aleja tanto de su nido, etc. Los primeros anillos que se usaban eran de metal y solamente podías leerlos cuando recapturabas al ave de vuelta. Por supuesto la probabilidad de que a un pájaro marcado alguien lo recapture es bajísima; capturás en una temporada mil pájaros y a lo mejor veinte o treinta están marcados. Después aparecieron unos anillos más grandes, con códigos de letras y de números, que te permiten identificar al individuo y ver qué está haciendo desde lejos, con un telescopio o un largavista, sin necesidad de capturarlo. Y luego se fueron desarrollando elementos electrónicos y se fue pasando a una tecnología satelital donde le ponés al bicho el aparatito y manda una señal al satélite y del satélite a tu computadora. Otros, transmiten vía telefonía. La tecnología por satélite es muy cara; un emisor te cuesta unos mil quinientos dólares y la información de ese bicho por año otros mil o mil quinientos. En los de telefonía celular, el transmisor cuesta parecido pero los datos te salen cien o ciento veinte dólares. El satelital la ventaja que tiene es que, si el bicho se muere, esté donde esté, te va a mandar la ubicación y vos podés ir a buscarlo y saber de qué se murió; el de telefonía celular si se cae en un lugar que no hay cobertura, lo perdiste. Nosotros lo que hacemos, sobre todo, es buscar nidos de las especies con las que trabajamos, marcamos a los individuos y monitoreamos la reproducción que es como el principal indicador de si las cosas van bien o mal. Cuando están los pichones, se accede a los nidos y se toman muestras de sangre para ver, por ejemplo, si hay presencia de contaminantes, de pesticidas. O para hacer estudios de genética; hay muchísimas cosas que dependen de la genética que se están empezando a detectar ahora. Hay algunos genes que determinan la resistencia al calor o el desarrollo de comportamientos migratorios. Para eso necesitás, además del trabajo de campo que lo hacemos nosotrxs, la parte del laboratorio que, en general, las hacen otros compañers con los que colaboramos. Nosotros conseguimos las muestras y tomamos los datos de campo y ellos analizan las muestras y sacan la información genética que después cruzaremos con los datos de campo.

igual que nosotrxs tenemos derecho a existir, la biodiversidad tiene derecho a existir. Es un tema ético conservarla y es fundamental para nosotrxs como especie.

737: ¿Por qué conocer y proteger a los rapaces, a los animales en general?

J. M. G.: Hay varias respuestas. La primera es porque existen, porque son parte de nuestro mundo, de nuestra cultura. Me envenena un poco ese debate con los billetes cuando se dice “esos animalitos que sacaron a los próceres”.  Bueno, más allá de lo nefasto que fue el gobierno de Macri y de que su motivo para poner los animalitos fuera político, no quiere decir que estos animalitos no sean importantes. El yaguareté, por ejemplo, es parte de la identidad argentina. El delta del Tigre se llama así porque era un lugar que estaba lleno de tigres. De hecho, en la primera fundación de Buenos Aires, hay textos que detallan lo peligroso que era salir del fuerte por la abundancia de yaguaretés (que lxs europexs llamaron tigres) que se comían seguido a los que se aventuraban a salir…. A Facundo Quiroga lo llamaban “el tigre de los llanos” porque era fiero como el yaguareté. Ahora quedan tigres en el Chaco, en las yungas en Salta y en Misiones; pero antes había yaguaretés en La Rioja, ¡y en La Pampa! O sea, eran importantes en los ecosistemas y son un elemento muy importante en la identidad argentina. La biodiversidad ha ido evolucionado con el mundo igual que nosotrxs, conviviendo con nosotrxs mejor o peor. Entonces, igual que nosotrxs tenemos derecho a existir, la biodiversidad tiene derecho a existir. Es un tema ético conservarla y es fundamental para nosotrxs como especie.

737: A veces hay cosas que no nos damos cuenta que están ahí, y recién se notan sus efectos cuando desaparecen, ¿no?

J. M. G.: Cada especie sirve para algo, forma parte de un engranaje de relaciones ecológicas que se ha generado a lo largo de millones de años y que hacen que el mundo sea como es. Podemos ir alterando esas relaciones y puede parecer que no pasa nada; pero cuando sacás una pieza hay un grado muy alto de incertidumbre sobre lo que puede pasar en los sistemas. Si te subís en un avión en un aeropuerto y cuando aterriza un tipo le saca un tornillito al avión, quizás no te ponés nervioso. Pero seguís viaje y en cada aeropuerto le sacan otro tornillo, al tercer o cuarto que le sacan empezás a pensar ¿cuántos tornillos pueden sacarle al avión sin que se caiga? En relación a la naturaleza, muchas veces no nos damos cuenta de que hay piezas que son fundamentales. Se está viendo, por ejemplo, con el tema de los polinizadores. “¿Qué pasa si no hay abejitas?, ¡no pasa nada!” No pasa nada hasta que de pronto tenés que poner colmenas en tu campo de cultivo porque no hay polinización y no se producen semillas. Si no hay polinización por parte de los insectos no tenés semillas. Hay algunos ejemplos con rapaces. Históricamente en la India había poblaciones de buitres enormes. ¿Por qué había tantos buitres? porque había muchísimas vacas que se morían, quedaban los restos y los buitres se los comían, limpiaban los restos. De repente, en los noventa, se empezaron a dar cuenta que los buitres iban desapareciendo. Entonces, los animales muertos, en lugar de que se los comieran los buitres en una hora, se quedaban ahí pudriéndose durante días. Eso provocó la proliferación de ratas, de perros cimarrones y de enfermedades. Por la desaparición de los buitres se producían veinte mil muertes al año de rabia; situación que, además de las vidas, le costaba al estado indio varios millones de dólares por año. Se investigó y se vio que la muerte de los buitres se debía a un producto farmacéutico muy barato que se había empezado a usar con el ganado y que a estos buitres, cuando se comían las vacas muertas, le provocaba daños renales y se morían. Vemos entonces cómo una acción que aparentemente es inocente -como empezar a trabajar con un fármaco nuevo en el ganado- provocó problemas ecológicos y generó un problema sanitario descomunal. Y también tuvo efectos culturales. Por ejemplo, hay una casta en la India cuya religión indica que cuando alguien muere tienen que poner su cuerpo para que se lo coman los buitres. Su paso al cielo, digamos, está mediado por esto. Entonces, esa cultura de repente se encontró con que eso ya no lo podían hacer, tenían que enterrar a sus muertxs. De un problema ecológico concreto, de conservación, se desprenden todas estas múltiples ramificaciones. Otro ejemplo es el de la isla de Pascua. Se dice que allí, antes, era todo bosque y que en un momento los bosques se fueron cortando para hacer troncos con los que trasladar las enormes esculturas de piedra. Eso poco a poco fue destruyendo la masa forestal y generó, al final, una isla que no tiene árboles. Pero con aquellos árboles ellxs navegaban, entonces dejaron de ser un pueblo marinero, quedaron atrapadxs en la isla. Un profesor de conservación le preguntaba a lxs alumnxs: ¿qué creen ustedes que pensó quien cortó el último tronco? No sabemos, pero posiblemente el último árbol sería un arbusto, porque los árboles grandes ya los habían cortado sus abuelos. Los procesos que vamos generando también nos van cambiando la mente a nosotrxs; quien cortó el último árbol probablemente ni lo notó porque ya había cambiado su forma de vida.

Es importante que todos los temas ambientales no queden en anécdotas; son temas transversales que nos afectan a todxs. Por eso es fundamental la tarea educativa. En todos los niveles del sistema y también a nivel político

737: ¿Cuáles son los mayores peligros que acechan el tesoro biodiverso del mundo?

J. M. G.: Se habla siempre de los cuatro jinetes del apocalipsis. Uno sería la destrucción y fragmentación del hábitat, es decir el transformar los habitat naturales en ciudades o en sistemas productivos. Otro sería la sobreexplotación de determinadas especies; los ejemplos más claros los  tenemos en la pesca pero también con otras especies que por su valor comercial se cazan indiscriminadamente hasta que se extinguen, lo que le ha ocurrido en cierta medida al yaguareté o a las chichillas en nuestro país. El tercero sería lo que se llaman especies exóticas invasoras, qué es la introducción de especies en un lugar donde de forma natural no estaban antes. Esto cambia las reglas del juego porque es posible que las especies que están en ese lugar no estén preparadas para esta nueva  especie. Esto se traslada también a las enfermedades: la peste bubónica fue provocada por el transporte de animales exóticos; la pandemia de ahora es lo mismo. ¿Por qué se provocó esta expansión mundial?, porque hemos generado una conectividad a nivel global que de manera natural nunca existió. Y el cuarto jinete es el cambio climático, un jinete que va de a poco pero es inexorable: un bosque que se destruye se puede volver a plantar, pero la temperatura,  lxs más optimistas dicen que vamos a tardar muchísimos años en reducirla. Estamos generando una serie de cambios en cómo funciona el mundo a nivel geológico, a nivel ecológico, que no sabemos a dónde nos va a llevar. Pero todo indica que va a generar cambios muy brutales. Estas son las grandes amenazas que están produciendo la pérdida de biodiversidad, pero no dijimos cuál es la causa originaria, el motor de todas las demás, que es el crecimiento de la población humana y el uso desorbitado de recursos y de combustibles fósiles, son los que han generado el cambio climático. La destrucción de hábitats para cultivos o para construcción de ciudades tiene que ver con todo esto, utilizamos el plantea como si fuera infinito y no lo es, lo estamos llevando al límite a pasos agigantados.

737: ¿Qué hacer?

J. M. G.: Es importante que todos los temas ambientales no queden en anécdotas; son temas transversales que nos afectan a todxs. Por eso es fundamental la tarea educativa. En todos los niveles del sistema y también a nivel político. En este sentido es muy importante que en el 2020 se haya aprobado la llamada Ley Yolanda[2] que dice que todxs los funcionarixs públicos tienen que tener una educación ambiental. Es crítico generar esa conciencia, esa cultura ecológica en todos los niveles. Porque si no serán nuestrxs nietxs los que van a vivir con tres grados más, con eventos climáticos extremos más frecuentes. Las futuras generaciones serán quienes la van a pasar peor.

Juan Manuel nació en capital federal en 1974, se fue con cuatro años refugiado político a Madrid donde vivió hasta 1994. Allá cursó toda su educación primaria y secundaria. Comenzó biología en la Universidad Autónoma de Madrid pero al tercer año se trasladó a vivir a Barcelona, terminando así la carrera en la Universitat de Barcelona en 1998. En el 2000 se traslada a Sevilla donde empieza a trabajar en la Estación Biológica de Doñana, dependiente del CSIC. En 2006 defendió el doctorado en la Universidad de Sevilla. Con posterioridad realizó una estancia posdoctoral de algo más de dos años en la University of Saskatchewan en Canadá, para finalmente ingresar al CONICET en 2011 e incorporarse tres años más tarde a la docencia universitaria en la Universidad Nacional de La Pampa. Actualmente desarrolla su trabajo en el marco del Colaboratorio de Biodiversidad Ecología y Conservación (ColBEC), con base en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNLPam y en el INCITAP-CONICET en Santa Rosa, La Pampa.


[1] El hombre y la tierra: Capítulo 46 – El águila real I | RTVE Archivo

[2] La Ley n.º 27592 o Ley Yolanda es una ley que tiene como objetivo garantizar la formación integral en ambiente, con perspectiva de desarrollo sostenible y con especial énfasis en cambio climático, para las personas que se desempeñan en la función pública. Fue sancionada el 17 de noviembre de 2020. El nombre es un homenaje a Yolanda Ortiz quien fue la primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano de Argentina y de América Latina, designada durante el gobierno de Juan Domingo Perón en el año 1973.