LA ENERGÍA COMO DERECHO SOCIAL

Entrevista con Pablo Bertinat

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Hoy es habitual escuchar hablar de la transición energética. Pero no todos tienen la misma mirada ni los mismos intereses. Tampoco es solamente un problema tecnológico. “La transición energética vista desde el norte nos asigna un nuevo viejo rol que es el de proveedores de materias primas para esa transición del norte”. El investigador Pablo Bertinat despliega el complejo y disputado escenario del sistema energético, tanto a nivel global como en nuestro país.

737: ¿A qué se llama transición energética?

Pablo Bertinat: Ubicándonos en la historia de las sociedades podemos decir que, en miles de años, solo ha habido dos o tres transiciones energéticas muy fuertes. El primer período energético fue el de una sociedad cazadora-recolectora, donde la energía que se utilizaba era básicamente energía de la fuerza humana, el fuego y nada más que eso. Posiblemente la primera gran transformación se da con la aparición de la agricultura. Se empieza a aprovechar de otra manera la energía solar a partir de la especialización de los procesos fotosintéticos en algunas plantas, que permitieron generar acumulación, es decir, no tener que recorrer para conseguir alimento, sino poder cultivar y acumular. Fue un primer paso muy fuerte que implicó el sedentarismo sobre una vida más nómada. Y aparecen herramientas máquinas, la rueda, el uso del viento con la navegación, etc.

Un segundo momento se da cuando empiezan a surgir las sociedades llamadas dominadoras: aparece la esclavitud y la conquista de espacios no conquistados por el hombre. Esta transición tiene que ver con la apropiación del trabajo humano más algunos desarrollos tecnológicos con la aparición de otras fuentes energía.

Y la tercera gran transformación energética se da con la revolución industrial y la utilización de los combustibles fósiles. Se dio entonces un salto muy importante en cuanto a la cantidad de energía utilizada, echando mano a recursos como el petróleo, el gas y el carbón, que eran el resultado de procesos biológicos de miles de años.

La principal diferencia con los procesos anteriores es que en todos ellos la sociedad pasó de un determinado estadio de consumo de energía a uno mayor, pero había más energía disponible. El desafío que tenemos por delante es que en este proceso de transición vamos a un estadio donde habrá menos energía disponible

737: ¿En qué consiste la transición energética actual?

P. B.: La principal diferencia con los procesos anteriores es que en todos ellos la sociedad pasó de un determinado estadio de consumo de energía a uno mayor, pero había más energía disponible. El desafío que tenemos por delante es que en este proceso de transición vamos a un estadio donde habrá menos energía disponible. Esto es muy grave teniendo en cuenta que la característica del actual sistema es que es fuertemente desigual e inequitativo. Ir a un estadio donde haya menos energía disponible seguramente genere muchas más tensiones a la hora de poder luchar para eliminar esa desigualdad cuando va a haber menos recursos a disposición.

737: Está en cuestión la explotación de los combustibles fósiles, ¿no?

P. B.: Lo que hemos visto estos últimos ciento cincuenta años es un crecimiento exponencial de la utilización de energía en base a esos combustibles fósiles. Hoy en día tienen entre el sesenta y el setenta por ciento de responsabilidad en la emisión de gases de efecto invernadero que son los que están produciendo tal vez el principal problema socio ambiental que enfrentamos como sociedad que es el calentamiento global, el cambio de clima. El principal desafío es cómo hacemos para abandonar los combustibles fósiles -que son el ochenta/noventa por ciento de las fuentes energéticas en el mundo- y que en definitiva son los que sostienen todo nuestro estilo de vida. Y que, además, como decía, se da en un contexto de desigualdad altísima, con niveles de pobreza energética gigantes en todo el planeta.

737: ¿Podés desarrollar este diagnóstico del tema energía a nivel mundial?

P. B.: Más que hablar de energía, es necesario referirnos a lo que entendemos por sistema energético, que es mucho más que la fuente energética que se utiliza. Un sistema es un conjunto de relaciones sociales que nos vincula a nosotros como sociedad y a nosotros con la naturaleza.  Si tuviésemos que hacer un diagnóstico, entonces, del sistema energético mundial diríamos que es muy fósil, que tiene un crecimiento exponencial muy por encima del crecimiento de la población- mientras ésta se multiplicó por cinco en los últimos ciento cincuenta años, la energía se multiplicó por cincuenta- y que es fuertemente desigual. Y, además, es un sistema muy conflictivo.  Conflictos bélicos por el acceso a los recursos -lo estamos viendo hoy en día con la guerra en Ucrania-, conflictos por las grandes represas, por las tarifas, por el fracking, etc. Es un sector inherentemente conflictivo y seguramente lo será mucho más a medida que aumente la escasez. Otra característica es que se trata de un sistema fuertemente centralizado, en general concentrado en grandes empresas que no solo son empresas privadas, hay empresas públicas pero que en muchos casos actúan como privadas. Es un sistema muy opaco, poco transparente, con poca participación ciudadana.

Más que hablar de energía, es necesario referirnos a lo que entendemos por sistema energético, que es mucho más que la fuente energética que se utiliza. Un sistema es un conjunto de relaciones sociales que nos vincula a nosotros como sociedad y a nosotros con la naturaleza

737: ¿Qué implica entonces abordar la transición?

P. B.: Construir este diagnóstico con esta diversidad de ejes de abordaje nos obliga a pensar en un proceso de transición que no es tecnológico solamente. Las miradas convencionales sobre la transición energética lo ubican como un cambio de fuentes energéticas -fuentes renovables en lugar de fósiles- pero para nosotros, teniendo en cuenta esta situación energética global, se deberían abordar todos estos ejes. Deberíamos pensar cómo cambiamos los combustibles fósiles por fuentes renovables pero a su vez, cómo construimos una lógica de derechos alrededor de la temática energía. Entendidos los derechos como construcciones sociales y en ese marco construir el derecho social a la energía. Disputando la lógica actual del sistema energético que es la lógica de mercado capitalista. Y por supuesto tiene que ver con urgencias como abordar la temática de la pobreza energética en cuanto al acceso a los recursos. Pensar en esta transición implica pensar en cambios culturales. Cómo encontrar procesos de satisfacción de necesidades humanas con menos materia energía, que es lo que vamos a disponer. Por lo cual, repito, el tema energía no es un problema técnico solamente, sino que es un problema social, político, económico, cultural, ambiental.

737: ¿Cómo serían esos cambios culturales?

P. B.: Necesitamos construir formas de vida que nos permitan ser felices con menos materia energía y eliminando las desigualdades. Por eso, éste es un tema central para los sectores populares. Porque este cambio cultural de las pautas de vida no lo va a llevar adelante la sociedad de consumo tal cual la conocemos, sino que es patrimonio del campo popular construir culturalmente, socialmente, esas otras formas de relacionamiento entre nosotros y con la naturaleza que nos permitan adaptarnos a los límites planetarios. Así quisiéramos sostener la misma cantidad de energía que se utiliza hoy con fuentes renovables en lugar de combustibles fósiles, tendríamos serias dificultades porque no nos alcanzarían los recursos materiales y minerales que tiene el planeta. Estamos ante límites muy claros en cuanto a la posibilidad de acceder a la materia mineral. Por ejemplo, tenemos cobre para veinte o treinta años. Y así con muchos materiales. Hay una serie de límites que no vamos a poder sobrepasar y que, insisto, se dan en este contexto de desigualdad. Con lo cual es imperioso desde los sectores populares construir culturalmente estas otras formas de vida y disputar la lógica de la sociedad de consumo con otros valores.

737: A priori parece algo bastante difícil…

P. B.: Puede parecer muy loco, muy difícil, pero hay muchas alternativas. Las propuestas que hay, por ejemplo, de las comunidades campesinas, de la producción de alimento local, son formas de construir otras formas de vida, otras formas de acercamiento a cómo satisfacemos nuestras necesidades. Ahí aparecen algunas claves en ese sentido. En pocas palabras, diríamos que hay una fuerte disputa sobre la transición energética. Por un lado hay una mirada corporativa vinculada a una intención del capitalismo de adaptarse a estas nuevas condiciones y aprovechar este proceso de transición energética para generar nuevos procesos de acumulación y concentración. Frente a eso, nosotros creemos que hay que construir una mirada popular con estos criterios que estábamos planteando anteriormente.

737: ¿Y cuál es la situación en nuestro país?

P. B.: En Argentina, tenemos una matriz muy fósil, dependemos casi en un 90%; con un nivel de pobreza energética muy alto, que creció durante el macrismo y aún más durante la pandemia; con una mirada muy fuerte de mercado. Nunca se logró la derogación de toda la normativa de mercado que impusieron en los noventa. Siguen vigentes las leyes de privatización de los noventa en petróleo, gas y electricidad. Ni siquiera durante los gobiernos progresistas pudimos discutir estas leyes. Hay que trabajar fuertemente para construir un paquete de leyes que pongan la energía en la esfera del derecho más que sobre la lógica de mercado. Tenemos un panorama bastante complejo en el sector energético con algunos alicientes como que tenemos recursos, pero en general con una mirada que nosotros creemos errónea. Mirada amparada en el discurso del derecho al desarrollo, lo cual tiene algo de cierto, en el sentido de tratar de explotar más petrolero, más gas, por los impactos que está produciendo y que va a producir. Pero en la disputa global que hoy se da en torno al cambio climático, las economías desarrolladas quieren seguir manteniendo sus privilegios y su deuda histórica: porque han alcanzado el desarrollo que tienen consumiendo muchos recursos y tienen una deuda climática enorme. Es decir, los discursos del desarrollo no nos deberían habilitar hacer cualquier cosa porque las economías desarrollas lo hacen. Tenemos que luchar porque las economías centrales paguen sus deudas históricas, pero nosotros debiéramos pensar en un modelo de desarrollo alternativo y no pensar que siguiendo el mismo camino que han seguido ellos vamos a alcanzar el desarrollo cuando sabemos que estamos inmersos en una división internacional del trabajo en la globalización productiva, que nos asigna determinados roles.

Deberíamos pensar cómo cambiamos los combustibles fósiles por fuentes renovables pero a su vez, cómo construimos una lógica de derechos alrededor de la temática energía. Entendidos los derechos como construcciones sociales y en ese marco construir el derecho social a la energía

737: ¿Cuál sería el lugar que nos pretenden asignar?

P. B.: La transición energética vista desde el norte nos asigna un nuevo viejo rol que es el de proveedores de materias primas para esa transición del norte. Ahora vemos que aparecen en la región propuestas sobre el litio, el hidrógeno, el cobre, las tierras raras, los minerales, etc., que son materias primas que necesita el norte global para desarrollarse y mantener sus privilegios. Y aquí por nuestras propias necesidades, por la idea de superar la pobreza, por la preocupación por la restricción externa, en general accedemos a adaptar nuestro desarrollo a un modelo extractivo, que ahora no sólo tiene que ver con la plantación agrícola transgénica sino con materiales que requieren las economías del norte para su transición. En la medida que no podamos despegarnos de estas miradas en donde se nos adjudica ser proveedores para una transición energética del norte, tampoco vamos a poder resolver nuestros problemas. Si América Latina, y Argentina en particular, tienen alguna ventaja es que es una región de relativa paz, que tiene una cantidad de recursos naturales que podría aprovechar para su desarrollo autónomo. Además en la región tenemos, aunque desparejo, ciertos desarrollos científicos, tecnológicos e industriales; podríamos pensar en un proceso de integración regional que nos permita aprovechar nuestros recursos en otra lógica de desarrollo no extractivista, que ponga el acento en otros puntos. Tratando de desengancharnos en parte de la globalización productiva y de un modelo global que va a ser más conflictivo, como decía antes, por la problemática del acceso al recurso.

737: Para terminar, ¿cómo sintetizarías el panorama que has desarrollado?

P. B.: Vamos a un mundo mucho más complejo, las generaciones futuras van a tener desafíos más difíciles justamente por esta temática de los recursos y de la necesidad de un cambio cultural en una disputa muy fuerte con los sectores más concentrados de la economía. Sin embargo, me da la impresión de que tenemos muchas posibilidades en la región de gestar algo distinto. Porque avanza una mirada en el sentido de construir culturalmente otras formas de vida, otras formas de relacionarnos entre nosotros. Están en eso muchos movimientos campesinos, sociales, sindicales, de trabajadores. Hay un germen muy interesante que hay que trabajar.  Y hay que dar la disputa conceptual, cultural, respecto a esta construcción. Hay un espacio para recrear una fuerza que viene de las nuevas experiencias que hay en gran parte de América latina y en nuestro país. Tenemos alternativa en la medida que podamos comprender la complejidad del problema al que nos enfrentamos.

Pablo Bertinat es ingeniero electricista (UTN) y magíster en Sistemas Ambientales Humanos (Centro de Estudios Interdisciplinarios, CEI – UNR). Es profesor titular ordinario con dedicación exclusiva de Fuentes No Convencionales de Energía en la UTN FRRo, donde también dirige el Observatorio de Energía y Sustentabilidad. Además de su actividad docente, integra y coordina proyectos de investigación y extensión. Es director del proyecto de generación distribuida en la cooperativa de Armstrong, miembro del Taller Ecologista y colabora con diversas redes, movimientos sociales y sindicales en temas de energía.


En el marco de las acciones promovidas desde la Internacional de la Educación para América Latina por los 100 años del nacimiento de Paulo Freire, la CTERA realizó el Congreso Pedagógico 2021 “¿Qué docencia para estos tiempos?”. La intervención de Pablo Bertinat en el panel  “Educación ambiental para el desarrollo sustentable” Puede leerse en: http://mediateca.ctera.org.ar/files/original/11503abaf5d8d26ba25f4ee79db4c874.pdf