A través del reciclado y la restauración, la Cooperativa Artigas cumple una doble función social: permite la reutilización de mobiliario escolar y brinda una salida laboral a sectores marginados del mercado de trabajo. María del Valle López y Lilian Figueredo, responsables de la Cooperativa Artigas en Avellaneda y en Hurlingham, respectivamente, nos cuentan los alcances de un proyecto inclusivo que se propone seguir creciendo.
Trabajar para la inclusión
“La idea de la cooperativa de reciclado y restauración de mobiliario escolar nació con lxs compañerxs que asistían al Taller Protegido de Wilde, estudiantes que no podían acceder a un trabajo registrado y tampoco a una pensión. Para darles una solución a esa problemática se buscó la vía de la cooperativa”, señala María del Valle, que también es Secretaria de Asistencia Social de la CTA de lxs Trabajadorxs de Avellaneda.
“Así es que se rescata el nombre de la Cooperativa Artigas –agrega-, originariamente nacida del programa Argentina Trabaja, del Ministerio de Desarrollo Social. Lo que nosotrxs hacemos es restaurar, para que los muebles puedan ser reutilizados en las escuelas. Comenzamos con el reciclado, desarmábamos y rescatábamos el material en buen estado, y volvíamos a utilizar lo que se recuperaba. Y después vino la etapa de reparación; sacábamos el material plástico que venía en el mobiliario escolar y lo hacíamos en madera, realizando todo el proceso: pegarle la fórmica, marcar, cortar, soldar y pintar”.
“Nosotrxs venimos con este proyecto desde hace muchos años y nos capacitamos para poder realizarlo. Ya hicimos varias restauraciones para distintas escuelas, y en la actualidad estamos reparando mobiliario para el Consejo Escolar de Avellaneda. También nos pidieron presupuestos el Consejo Escolar de Florencio Varela y el de Quilmes”, comenta, y añade que “la idea es que después podamos fabricar, y trabajar también en el ámbito privado”.
López destaca el respaldo del Gobierno de la provincia de Buenos Aires: “esto es posible porque hay una decisión política de que se le den partidas a las cooperativas, hay un fondo para restauración de mobiliario que se le entrega al Consejo Escolar”. Cuenta que actualmente trabajan 10 personas, y habla sobre lo que vendrá: “es un proyecto pensado provincialmente y en un futuro también a nivel nacional. Queremos poder replicarlo en otros distritos del interior del país”.
No solo coordina la cooperativa, sino que aportó su trabajo en casi todos los roles: carpintería, desarmado, armado, pegar placas, marcar, cortar. Además, cursa el último año de la Tecnicatura de Economía Social y Solidaria en la Universidad Nacional de Quilmes, “precisamente para tener más herramientas, y poder aplicarlas en nuestro proyecto productivo”.
Lo que nosotrxs hacemos es restaurar, para que los muebles puedan ser reutilizados en las escuelas. Comenzamos con el reciclado, desarmábamos y rescatábamos el material en buen estado, y volvíamos a utilizar lo que se recuperaba. Y después vino la etapa de reparación; sacábamos el material plástico que venía en el mobiliario escolar y lo hacíamos en madera, realizando todo el proceso: pegarle la fórmica, marcar, cortar, soldar y pinta
Finalmente, María del Valle vuelve al inicio del proyecto para realizar un reconocimiento a Hilda Cabrera. “La cooperativa se inició en 2010 y responde a la CTA de lxs Trabajadorxs y al Movimiento Mayo. La idea nació de Hilda Cabrera, Secretaria General de la CTA de Avellaneda, recientemente fallecida. Este era su proyecto, su sueño. Nada de esto hubiera sido posible si no hubiera estado Hilda pensando en la inclusión, en cómo incluir a estxs compañerxs que quedaban al margen del sistema”.
Darles respuestas a lxs compañerxs
“La idea surge por dos motivos. En la CTA, en los cursos de formación profesional del Ministerio de Trabajo, habíamos capacitado a lxs compañerxs en distintas especialidades, como electricidad, durlock, herrería, sanitarios. Teniendo esa gente capacitada, pensamos en cómo podíamos darles una respuesta laboral”, nos cuenta Lilian Figueredo, que además de ser la responsable de la Cooperativa Artigas en Hurlingham, integra la Dirección de Cooperativismo y Asociativismo del Municipio.
“El otro motivo –agrega- es que nuestro compañero, Jorge Verón, asumió la presidencia del Consejo Escolar. Hablamos con él y él habló a su vez con el Intendente para ver que estxs compañerxs se organizaran en cooperativas. Nos asociamos a las cooperativas de la CTA, que ya venían trabajando desde 2010, e hicimos un acuerdo para que ellxs pudieran hacerse cargo de los diferentes trabajos que se necesitaban en las escuelas del distrito”.
El período neoliberal no fue fácil, pero supieron capitalizarlo. “Durante los cuatro años del gobierno de Vidal trabajamos mucho y cobramos poco. Pero esa etapa nos sirvió para ir capacitando más a nuestrxs compañerxs, especializándonos no solo en los trabajos de infraestructura, de campo, sino también en la parte administrativa, cómo hacer un presupuesto, todo el papelerío, toda la burocracia de trabajar con el Estado”.
Luego, con la llegada del nuevo gobierno, la cooperativa empezó a tomar obras de mayor importancia. “Por ejemplo, en una de las escuelas más grandes de Hurlingham estamos haciendo toda la refacción de la cubierta, del techo, tenemos que impermeabilizar 3500 metros de techo”, cuenta Lilian, que agrega que también hicieron sistemas cloacales en el polo educativo.
La cooperativa se inició en 2010 y responde a la CTA de lxs Trabajadorxs y al Movimiento Mayo. La idea nació de Hilda Cabrera, Secretaria General de la CTA de Avellaneda, recientemente fallecida. Este era su proyecto, su sueño. Nada de esto hubiera sido posible si no hubiera estado Hilda pensando en la inclusión
“Después nos preguntamos qué otra unidad productiva podíamos crear, siempre para dar respuestas a lxs compañerxs frente al problema del desempleo. Entonces, viendo la falta de mobiliario escolar que hay, pensamos que podíamos especializarnos en reparar. Empezamos a reparar y dijimos, ‘bueno, también podemos fabricar’”.
Para eso firmaron un acuerdo con la Municipalidad y armaron un taller. “Pusimos en condiciones unos galpones abandonados que hay en el polo educativo y empezamos a trabajar. Comenzamos con refacciones y ahora ya estamos fabricando mobiliario escolar”.
“En este momento les estamos dando una respuesta laboral a 10 compañerxs”, comenta Lilian, “pero tenemos proyecciones de que puedan trabajar por lo menos 20 personas”, concluye, siempre con la expectativa de seguir creciendo.