SOSTENER LA ESCUELA MÁS ALLÁ DE LA ESCUELA

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«La presencialidad en alternancia no es una mera discusión técnica, es una disputa por el sentido de la educación en estos tiempos» escribe Marta Suárez y desmenuza y renueva las preguntas para ayudarnos a pensar el puesto de trabajo y el derecho a la educación en tiempos inciertos como el actual.

Las reflexiones que aquí comparto surgen a partir de los debates, las síntesis, las sistematizaciones que venimos haciendo desde el SUTEBA de tantos conversatorios, encuentros, talleres y seminarios que se han desarrollado desde que el año pasado la pandemia puso a la educación en estado de excepcionalidad.

Se ha hablado muchas veces de la necesidad, que esta crisis nos plantea, de “reinventar” nuestro trabajo.

Vilma Pantolini, nuestra entrañable compañera, decía que el compromiso que tenemos ante estos hechos inéditos que estamos atravesando no es reinventarnos, no es refundar nuestro trabajo. Ella utiliza el verbo transformar. Un transformar que será progresivo, respetuoso y amoroso, no en un sentido romántico de los términos, sino con un profundo sentido político y emancipador.

No podríamos tomar este desafío, si no definiéramos que transformar, emancipar, implica, en nuestras provisorias y no concluyentes conceptualizaciones, movilizar, promover, fortalecer en primer término el afianzamiento al derecho social a la Educación, al derecho de enseñar y aprender en condiciones dignas.

Esta profunda transformación abre la posibilidad, difícil pero accesible, de creación de nuevas realidades efectivas  en forma de instrumentos, en forma de reconocer procesos de trabajo, en forma de darle intencionalidad y nuevos sentidos a la tarea educativa. En un «ser siendo» que es un modo de nombrar, en estos tiempos extraordinarios que al mismo tiempo que se construye «presente» se van buscando horizontes de futuro.

Un primer desafío que nos pusimos, que también es un problema: en lugar de pensar en una sociedad re-escolarizada, la vamos a pensar en términos de la enseñanza en la alternancia. Alternancia que se nos presenta como una nueva categoría para el trabajo educativo en todos los puestos de trabajo.

Vilma Pantolini decía que el compromiso que tenemos ante estos hechos inéditos que estamos atravesando no es reinventarnos, no es refundar nuestro trabajo. Ella utiliza el verbo transformar. Un transformar que será progresivo, respetuoso y amoroso, no en un sentido romántico de los términos, sino con un profundo sentido político y emancipador

Está muy bien que nos ocupemos de los contenidos de enseñanza, que miremos los diseños curriculares, que se tomen algunos problemas que se hicieron fuertemente visibles en estos tiempos de pandemia: la formación en derechos humanos, en educación sexual integral, la formación para el trabajo, conflictos y violencias escolares, la desigualdad educativa, entre tantos.

Pero pensamos que hoy la desventaja educativa no se va a curar apoyándose solamente en una educación dentro de la escuela, el desafío que nos presentó esta alternancia es sostener la escuela más allá de la escuela.

¿De qué manera sostenemos la escuela por fuera de la escuela?

¿Cuáles son las prácticas necesarias, las herramientas necesarias para sostener esas cuatro paredes que llamamos aulas pero en nuestros hogares?

¿Cuáles son las prácticas, las herramientas cuando “estar entrando a clase” es apretar un botón de una aplicación en la pantalla de un celular o de una computadora?

Trabajo presencial, en físico, y trabajo remoto, ¿Implican procesos de enseñanza y procesos de aprendizaje iguales, similares, diferentes?

¿Se pueden trasponer didácticamente los formatos, las estrategias, las herramientas del mismo modo que lo hacemos en el trabajo presencial, en el trabajo remoto?

¿A qué costo la escuela se legitima a distancia?

Y no puede quedar fuera de esta discusión constatar que todos los grandes monopolios están intentando valorar pedagógicamente y en términos de resultado lo que estamos haciendo, ensayando, poniendo a prueba. Para apropiárselo.

Lxs trabajadorxs docentes estamos conformando un funcionamiento, un modo de organización escolar, un modo de re-ver la organización de nuestros procesos de trabajo en un sistema de alternancia. Alternancia presencial y no presencial, así comenzamos a decirle. Y tenemos que nombrar a la alternancia presencial en físico y en un lugar de trabajo

Este tiempo nos invita a continuar “haciendo escuela”. Deolidia Martínez, psicóloga  laboral, investigadora, dice que no se hace escuela porque sí, se hace escuela cuando el trabajo docente produce. Esa producción nuestra es hacer escuela. Producción que a veces se nos diluye y a veces la invisibilizamos nosotros mismos.

Hoy, en esa alternancia presencial y no presencial se están disputando los espacios, los tiempos, las formas de agruparnos. Y acá viene otro desafío-problema: es un hilo delgado, la frontera que hay entre el trabajo presencial en físico y el trabajo remoto, no logra diferenciarse y presupone una sobrecarga laboral.

Lxs trabajadorxs docentes estamos conformando un funcionamiento, un modo de organización escolar, un modo de re-ver la organización de nuestros procesos de trabajo en un sistema de alternancia. Alternancia presencial y no presencial, así comenzamos a decirle. Y tenemos que nombrar a la alternancia presencial en físico y en un lugar de trabajo, en un local de trabajo. Local de trabajo para nosotros es la escuela -tome nombre de Jardín de Infantes, de Instituto, de Centro-,que tiene espacios, que tiene tiempos, que tiene agrupamientos, y donde se produce la transmisión sistemática del conocimiento. Ese local de trabajo es el único espacio organizado para que esto suceda en forma sistemática, intencional y rigurosa.

La escuela, agregaría, es un contexto específico de aprendizaje, distinto de otros contextos como la familia, como el trabajo mismo. Tiene dos cuestiones básicas, regularidad y estabilidad. Y esta estabilidad y esta regularidad choca con el trabajo no presencial, cuando el lugar de trabajo es el domicilio.

Nosotros denominamos al trabajo en domicilio “trabajo remoto en emergencia”[1] ya que “El trabajo remoto constituye la directriz del Gobierno Nacional dentro del marco de la emergencia sanitaria, con el fin de que las personas desarrollen sus actividades laborales desde su casa, y así mitiguen la propagación del covid-19

Este trabajo remoto en emergencia no es un contexto de aprendizaje sistemático, riguroso y regulado en este momento y entonces se desajusta la transmisión sistemática del conocimiento. Tenemos que repensar cómo transformar esa transmisión sistemática del conocimiento en términos de trabajo remoto.

Por eso diferenciamos dos trabajos diferentes, el trabajo presencial en físico y en el local de trabajo, y el trabajo remoto en el domicilio. Son procesos de trabajo  que hace diferentes a los mismos, pero estos dos trabajos actúan sobre un mismo puesto de trabajo, afectando la Organización del trabajo (Plan de acción), irrumpiendo en la organización Institucional (en el funcionamiento de sus espacios, tiempos y agrupamientos), e inevitablemente afecta a la organización curricular. Categorías que estructuran al Sistema Educativo, y, por cierto a la Escuela, como organismo estatal

Esta “alternancia” de trabajos  complejizó, abrumó, invadió a todos los Puestos de Trabajo y sus procesos.

tenemos que comprender que la presencialidad en alternancia no es una mera discusión técnica, es una disputa por el sentido de la educación en estos tiempos. La presencialidad en alternancia es disputada en la esfera del mercado y en la esfera del derecho; la disputan los grandes monopolios. Y en esa disputa estamos involucrados: lxs trabajadorxs docentes somos parte activa de la producción de conocimientos en el campo del trabajo educativo

Estos verbos nos permiten poder ir despejando lo que sería sobrecarga laboral en el trabajo en físico y en el local de trabajo específico, y lo que sería sobrecarga laboral cuando la presencialidad adquiere las características de trabajo remoto. Se trata de tomar los procesos de trabajo y darnos cuenta que enseñar, planificar, poder intervenir, evaluar y hacer control de nuestro trabajo toman formas, modos, espacios y tiempos diferentes según sea uno o el otro.

Esta crisis nos está trayendo el nacimiento de un nuevo concepto en educación: enseñanza remota para tiempos extraordinarios. Lo tomamos como una categoría para poder separarnos, para no confundirnos con lo que consideramos educación a distancia.

En esta enseñanza remota de emergencia, en tiempos extraordinarios, visibilizamos un primer problema que es cuando el espacio público, la institución escuela como local de trabajo, invade el espacio privado de cada uno de lxs trabajadorxs. Pero ese espacio público también invade lo privado de lxs estudiantes. Todxs migramos al territorio de lo virtual, desde un espacio privado que son nuestras casas. Y el aprendizaje en línea se convirtió en un término que puede tener cualquier significado, depende de cómo fue el argumento que cada escuela fue armando.

Por eso es importante en este momento clave -donde estamos buscando transformaciones profundas en los niveles, en las modalidades, en el sistema educativo en su conjunto-, diferenciar trabajo presencial, trabajo remoto y trabajo a distancia.

La educación a distancia es un sistema que requiere de planificación, intervención, modos de hacer propios que lleva implícito la separación entre el docente y el estudiante.  La comunicación y la interacción entre ellos está mediada, y en general esa mediación está monopolizada por los grandes medios de información y comunicación en el campo de lo digital.

Esta enseñanza remota, debido a las circunstancias de crisis, se trata de un cambio temporal y abrupto de la pedagogía y la didáctica. Proporciona acceso temporal a los materiales de enseñanza de una manera fácil, rápida de configurar. Si lo entendemos de esta manera va a ser más fácil diferenciarnos del aprendizaje on line.

Antes, en otras crisis diferentes -como las inundaciones, como algunas plagas- implementamos modelos alternativos como el aprendizaje a través de los teléfonos, y los Ministerios adoptaron dispositivos como la radio y la televisión. Pensar en la educación remota puede ser útil para plantearnos modos, formas, canales de entrega a medida que aparecen necesidades y limitaciones de recursos.

Pero tenemos que comprender que la presencialidad en alternancia no es una mera discusión técnica, es una disputa por el sentido de la educación en estos tiempos. La presencialidad en alternancia es disputada en la esfera del mercado y en la esfera del derecho; la disputan los grandes monopolios. Y en esa disputa estamos involucrados: lxs trabajadorxs docentes somos parte activa de la producción de conocimientos en el campo del trabajo educativo.

Son momentos donde no puede haber indiferencia, neutralidad, ni inercia, nos dice Hugo Yasky[2], Secretario General de CTA, Presidente de la IEAL. “No se trata de transferir a la Tecnología, la solución del problema político pedagógico y didáctico[3]


Marta Suarez es maestra, profesora y psicóloga. Fue directora de la Escuela N° 121 de La Matanza, luego inspectora en el mismo distrito. Es responsable de importantes espacios de formación y capacitación pedagógica y sindical en Suteba y Ctera. Se define a sí misma como una militante por la escuela pública.

[1] Declaración CTERA. Marzo 2020

[2] ¿Se quedará la derecha con la bandera por la educación? Revista Crisis. 9 de junio 2021. https://revistacrisis.com.ar/notas/se-quedara-la-derecha-con-la-bandera-por-la-educacion

[3] Frase completa: “Vamos a ver, otra vez, aparecer a los mercaderes del templo, ahora disfrazados de proveedores de soluciones digitales para el drama de una escuela impactada (Google/Pearson), las evaluaciones estandarizadas (OCDE,PISA), contratos como los de Viviana Zocco que promociona y vende plataformas educativas. Un nuevo mercado. Se trata de transferir a la tecnología la solución del problema político pedagógico y didáctico”