Ciervos Pampas, es el primer club de Rugby LGBTIQ+ de América Latina. De un grupo de amigxs con ganas de jugar rugby, se convirtió en un espacio de contención y de empoderamiento sobre cómo pararse en la cancha y cómo pararse en la vida. Caio Varela, su presidente, cuenta este recorrido en la promoción y la defensa del derecho humano al deporte para todxs.
Siete3siete: ¿Cómo nace Ciervos Pampas?
Caio Varela: Soy brasileño, vivo acá hace 12 años. Ciervos nace en otro espacio deportivo llamado ADAPLI, Asociación de Deportes por la Inclusión, como un grupo muy chiquito de amigos que no querían jugar al fútbol. Conocieron gente que tenía algo de experiencia en el rugby y, a través de amigos, novios, gente cercana, empezaron a convocar a otrxs. Pasados 2 años, en 2014, Ciervos juega su primer partido. Ahí se dan cuenta que quieren de verdad jugar al rugby y que para eso necesitan ampliar la convocatoria. Yo llego justamente en esa convocatoria.
creamos un espacio llamado Escuela de Formación en Derechos Humanos, como parte de la formación de nuestros jugadores; en Ciervos vas al entrenamiento o al gimnasio y participás de la formación
Siete3siete: ¿Cómo fueron esos primeros tiempos?
C. V.: En un primer momento el rugby era la excusa para la actividad física y como un espacio de contención, un espacio de reunión de personas del colectivo LGBTIQ+, que querían hacer un deporte, pero no encontraban en los espacios hegemónicos, heteronormados, la posibilidad efectiva de realizarlo. En 2016 nos anotamos por primera vez en un torneo oficial de la Unión de Rugby de Buenos Aires; fue una locura, no teníamos idea de lo que estábamos haciendo. Participar de un torneo implica entrenar, tener una persona mínimamente responsable por pensar en los entrenamientos, pensar el plan de juegos, las estrategias, la necesidad de jugadores, y también toda una estructura económica: pagar las canchas, pagar médico, pagar árbitro. Pero fue una experiencia riquísima. Fue hace casi 10 años donde el torneo era otra cosa, entonces había la posibilidad de que un grupo tan incipiente pudiera participar de un torneo oficial. Luego de pasar ese primer año nos sentamos y dijimos, “¿qué somos nosotrxs?, un equipo gay, un espacio con perspectiva de género y diversidad sexual;” Ahí fue cuando tomamos la decisión de irnos de ADAPLI y fundar nuestro club. Entonces, lo que ya era la primera experiencia de rugby LGBTIQ+ de América Latina pasó a ser el primer club de Rugby LGBTIQ+ latinoamericano. El 12 de junio de 2017 fundamos Ciervos Pampas, como Club con personería jurídica, una asociación civil.
Siete3siete: ¿Qué significó pasar a pensarse como un club?
C. V.: Nos dimos cuenta que había cosas que necesitábamos discutir, reflexionar, que tenían que ver con la violencia que tuvimos que vivenciar poniendo el cuerpo, literalmente, ocupando las canchas. Una de esas cosas era que, entre nosotrxs mismos, teníamos diferentes miradas, una asimetría del conocimiento sobre lo que era diversidad sexual, orientación sexual, identidad de género, lo que significaba poner la banderita del orgullo en nuestras camisetas. Entonces creamos un espacio llamado Escuela de Formación en Derechos Humanos, como parte de la formación de nuestros jugadores; en Ciervos vas al entrenamiento o al gimnasio y participás de la formación. Esto sirvió y sirve como en espacio de fortalecimiento de la autoestima, del conocimiento, de cómo pararse en cancha, de cómo pararse en la vida. Empoderó a nuestrxs jugadorxs. En ese proceso nos dimos cuenta de que lo que estábamos haciendo era la promoción y la defensa del derecho humano al deporte para todxs. Y que había otros derechos que era necesario acompañar, para que nuestrxs jugadorxs pudieran llegar a acceder o intentar acceder al derecho del deporte. Elegimos tres derechos básicos: educación, salud y trabajo, y creamos un proyecto integral para que pudieran acceder a estos tres derechos.
estábamos hablando de enseñanza deportiva a adultxs: la gran mayoría de los muchachos y muchachas que se acercan a Ciervos no han tenido experiencias deportivas en sus infancias, adolescencias justamente por la discriminación de la violencia
Siete3siete: ¿Cómo encaran esa integralidad?
C. V.: Actualmente somos un centro de prácticas de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Con una red de empresas venimos trabajando el acceso de lxs chicxs al mercado de trabajo. Salud, es un poco más complejo. Lo venimos trabajando a partir de los aptos médicos, el cuidado con el cuerpo, con las lesiones, ir al gimnasio. Un gran desafío es trabajar la salud mental, sobre todo en este contexto, donde el mundo, de la pandemia para acá, digamos que no ha mejorado. Venimos pensando cuál es el lugar del Club Deportivo en el trabajo con la salud mental.
Siete3siete: ¿Qué proyectos tienen por delante?
C. V.: En el marco de la Escuela de Derechos Humanos estamos por lanzar una biblioteca virtual sobre deportes, género y diversidad en América Latina, con contenidos específicamente latinoamericanos, que trabaja la memoria, el debate y la reflexión sobre el deporte de la diversidad. Pensamos también que abra la posibilidad de dar difusión a los diferentes espacios deportivos destinados al colectivo LGBTIQ+. Y el año pasado creamos un proyecto llamado “Mariconeando la cultura”. Tiene que ver con reflexionar sobre cuerpos y diversidad. Nos dimos cuenta de esto en el proceso de construcción de una metodología de enseñanza deportiva. Primero, que estábamos hablando de enseñanza deportiva a adultxs: la gran mayoría de los muchachos y muchachas que se acercan a Ciervos no han tenido experiencias deportivas en sus infancias, adolescencias justamente por la discriminación de la violencia. Pero sumada a la no-experiencia, de manera empírica pudimos entender que hay ahí un registro de rechazo en nuestros cuerpos. No es simplemente el no conocimiento de la actividad deportiva, también hay un miedo, un rechazo, justamente por la discriminación y la violencia. Trabajar ese rechazo no era simplemente enseñar una disciplina deportiva, sino que hacía falta pensar de manera más lúdica esa reflexión sobre nuestros cuerpos, nuestras identidades. El “Mariconeando” consiste en ir a conciertos, obras, películas, exposiciones, que, de alguna manera, trabajan cuerpos y diversidad. Funcionó y es lo que venimos haciendo
Siete3siete: ¿Tienen una sede física?
C. V.: No. Teníamos como estrategia ocupar los espacios públicos, entendiendo que los espacios públicos son nuestros también; como una forma de visibilizar lo que hacemos, de hacernos conocidxs, de ser vistxs en comunidad, en los barrios. Actualmente estamos con rugby en un polideportivo del Parque Avellaneda, en CABA. Y como ampliamos disciplinas, en un club de barrio en Villa Luro estamos con voley, y en clubes de barrio de Villa Luro y Almagro estamos ahora con fútbol.
Siete3siete: ¿Cómo alguien se puede integrar a estas iniciativas?
C. V.: Por lo general del contacto de amigues, de chongues, de novies. Pero funciona bastante bien a través de redes sociales. Primero porque para lxs jóvenes, las redes sociales son casi un órgano extra de sus cuerpos, y segundo que hay un tema que es que nosotrxs no somos de un barrio. Lo que nos convoca justamente tiene que ver con ser parte del colectivo LGBTIQ+. Bueno, también tenemos compañeros heterosexuales que hacen parte de nuestro espacio. Pero efectivamente tiene que ver con la búsqueda de un espacio de contención. Muchxs no tienen claro lo que es una experiencia deportiva, porque en sus infancias o adolescencia no han participado en deporte; pero también porque no se ven reflejados en el deporte que vemos en la tele, en las redes. Una marica, una trans en el deporte es siempre como algo casi folclórico. Participar en esta experiencia por supuesto implica desafíos. Esto de decir, “entreno un poco, ya sé que tengo que tener las zapatillas, el protector bucal, me llevo un átomo por las dudas, me aprendo a vendar…” , hay cosas que muchxs de nosotrxs, lamentablemente, no tenemos. A veces vienen con “qué copado el rugby que siempre quise”, pero cuando llegan no tienen ni idea de cómo es el juego. Bueno, esas cosas responden a una pregunta que muchas veces podría ser innecesaria, pero que todavía se hace mucho: ¿hay homofobia en el deporte?
Nuestro lema es ocupar, resistir y transformar. Ocupamos las canchas, resistimos a lgbtfobia y transformamos al deporte en nuestras vidas. Esa es la síntesis
Siete3siete: A lo largo de este trayecto, ¿qué aprendizajes te quedan y cuáles son los desafíos en estos nuevos tiempos?
C. V.: Nuestro lema es ocupar, resistir y transformar. Ocupamos las canchas, resistimos a lgbtfobia y transformamos al deporte en nuestras vidas. Esa es la síntesis. El contexto cambia pero las lógicas se mantienen. Ese contexto hace que efectivamente tengamos que cambiar un poco de estrategias, o fortalecer algunas otras. Tomamos la decisión de ampliar dos disciplinas y estamos pensando en sumar dos más. Por supuesto, el contexto económico es durísimo. Ciervos Pampas es un espacio popular y eso hace que, en términos económicos, sea más complejo administrarlo, pero no es imposible. Imposible es permitir que las cosas sigan como están. Eso es lo que nos empuja, es nuestra fuerza militante. Ya nos pegaron mucho porque asumimos ese lugar militante con mucha vehemencia y con mucha claridad. Lo que hacemos es la lucha por el derecho al deporte para todxs. Nosotrxs, siempre, desde ese lugar de la otredad, hemos encontrado alternativas para seguir sobreviviendo. Es un esfuerzo doble, a veces triple. Pero eso no va a achicar nuestra lucha. Podemos seguir enfrentando porque necesitamos seguir. Seguimos existiendo, no es metafórico la existencia del colectivo LGBTIQ+; la banderita del arcoiris no es simplemente para poner un imán de de heladera. Nosotrxs somos de carne y hueso. Existimos y vamos a seguir existiendo. A través del deporte, en el caso de Ciervos Pampas, vamos a seguir la batalla.
Caio Varela, dirigente deportivo puto, brasilero, 50 años, Magister en Derecho Internacional Público, actualmente presidente de Ciervos Pampas Rugby Club.