Gabriel Alvarez, geógrafo, participó como disertante en el 2do. Encuentro del Seminario con puntaje “La Educación Ambiental integrada en la práctica político-pedagógica”, organizado por la Secretaría de Políticas Culturales y Ambientales del SUTEBA, y del que participan docentes de distintos distritos de la Provincia. En su exposición se centró en la pedagogía del conflicto ambiental, marcando las diferencias con el concepto de “problema ambiental”. Con él conversamos desde la Siete3siete.
Siete3Siete: ¿Porqué un geógrafo habla de una pedagogía del conflicto ambiental?
Gabriel Alvarez: Una de las cuestiones que trajo más cambios a la enseñanza tradicional de la geografía, en la que muchas y muchos de nosotrxs nos educamos hace ya un tiempo, tiene que ver con el crecimiento de nuestras preocupaciones vinculadas a la formación política y ciudadana de lxs estudiantes con relación a los problemas territoriales y ambientales. De allí, que podamos considerar de modo legítimo, que uno de los modos más adecuados de enseñar una nueva geografía de carácter social y crítica, será problematizando nuestra sociedad desde los problemas y los conflictos ambientales. Por ejemplo, es frecuente la enseñanza de los «problemas» ambientales desde cuestiones tales como las inundaciones, el desplazamiento de la frontera agropecuaria, la explotación del litio o diversos tipos de contaminación; sin embargo, es menos frecuente hacerlo desde el «conflicto». Podríamos pensar que hacerlo desde el conflicto agrega un «plus» en la medida que entrás de lleno en el estudio o el reconocimiento de las relaciones y las acciones sociales, las acciones humanas vinculadas a disputas de poder económico y político. Estudiar los problemas ambientales desde el conflicto socio ambiental refiere al imperativo de problematizar en el aula de geografía la necesidad de reconocer los intereses y las representaciones sociales y territoriales de los actores intervinientes…. digamos; requiere conocer qué dicen, qué hacen, qué piensan, cómo dialogan / negocian los actores sociales intervinientes. En este sentido está muy difundido el hecho de concebir a los conflictos de modo tripartito respecto a las empresas que pueden intervenir negativamente sobre el ambiente, la ciudadanía movilizada que resiste aquella intervención y los diferentes poderes del Estado (ejecutivo, legislativo, judicial) que deben ejercer el control para fortalecer el bien común y los derechos ciudadanos…
Siete3Siete: ¿Sería un modo no enciclopedista de enseñar el ambiente tanto en su dimensión natural como en su dimensión social y política?
G.A.: ¡Perfecto! desde esta perspectiva, resultará entonces tan importante que las y los estudiantes conozcan en profundidad los aspectos “naturales” del asunto como la dimensión política y las redes de poder intervinientes en el conflicto. En ese sentido, cabe consignar que hay una visión socialmente instalada por la cual el conflicto sería un asunto “negativo” o que se debería evitar “traerlo al aula”. Desde mi punto de vista es sumamente saludable que la escuela reconozca la vida social en su más profunda expresión y ello incluye expresiones sociales tan básicas y frecuentes como el conflicto.
Siete3Siete: ¿Habría un sentido común por el cual el conflicto, lo conflictivo es algo negativo, no?
G.A.: Es cierto, en algunos ámbitos es una idea bastante difundida. Sin embargo, desde la psicología y el trabajo social hasta la historia y la geografía entienden que el conflicto forma parte de la sociabilidad humana y de las relaciones sociales en cualquier tiempo y espacio. Que las y los estudiantes reconozcan situaciones conflictivas -en este caso ambientales- y puedan problematizarlas en el aula hace sin duda a una formación política y ciudadana que fortalece la democracia y seguramente construya conocimientos más duraderos y reflexivos. Como parte de respuesta a tu interrogante sobre la relación entre enseñanza de la geografía y pedagogía del conflicto, nos basamos en la idea de que los ambientes y los territorios son construcciones socio naturales y espaciotemporales que tienen en su génesis una conformación histórica conflictiva entre intereses y modos de ver el mundo que son diversos y contrapuestos. De alguna manera, no es posible encontrar explicaciones profundas sobre los espacios si no se explican las fuerzas que lo imaginan, producen, transforman.
Estudiar los problemas ambientales desde el conflicto socio ambiental refiere al imperativo de problematizar en el aula de geografía la necesidad de reconocer los intereses y las representaciones sociales y territoriales de los actores intervinientes
Siete3siete: ¿De qué manera abordar estos conflictos?
G. A.: Es difícil generalizar los casos ambientales o cómo abordarlos; sin embargo, hay una cuestión fundamental, común a todos los conflictos actuales y es que son conflictos que vienen escalando y creciendo desde la década de los 70, con la llegada del nuevo régimen de acumulación flexible a escala planetaria. Para decirlo de otro modo, por la vuelta de tuerca que imprimen las políticas neoliberales sobre el ambiente desde aquellos años. Este es un punto de partida inevitable. En el caso de Argentina, con el inicio de una dictadura cívico militar, ¡vaya ejemplo de despojo de derechos y de recursos! Es importante, siempre, colocar un conflicto que puede parecer singular en un contexto histórico, en una escala histórica amplia y también en un contexto geográfico de escala geográfica amplia, o bien tomando en cuenta la secuencia de escalas espaciales que están involucradas en un problema o en un conflicto. Un conflicto no se agota en el evento de lo inmediato, sino que hay que tomarlo en su historización, en la historización de las causas que se dan en la explosión de un conflicto y también en las escalas geográficas que intervienen en la producción de ese conflicto.
Siete3siete: Y en esta contextualización entran las políticas neoliberales…
G. A.: Sin reducir todo a ello, creo que las políticas neoliberales, de la dictadura en adelante, fueron las que crearon las condiciones para que buena parte de lo que hoy sucede explote de este modo. Y ni hablar de los años 90 con relación al código de minería, si vamos a la cuestión minera, y a otras transformaciones importantes respecto a las políticas agropecuarias, entre otras. Hay un cambio sustancial, con la dictadura y con el neoliberalismo de los 90, sobre lo cual ya tenemos pruebas evidentes y sabemos bastante y que deben ser problematizadas en el ámbito de la enseñanza para comprender las cuestiones ambientales con más profundidad que aquello más próximo o inmediato. Es necesario revisar estos antecedentes para entender la concentración económica y el crecimiento de los grupos de poder económico en la Argentina, en América Latina y en el Mundo. Esto nos permite entender que lo que sucede en este momento es resultado de numerosos capítulos, que anteceden en términos de políticas ambientales y políticas económicas.
Siete3siete: ¿Y cómo caracterizarías lo que sucede en este momento?
G. A.: Lo que ha sucedido en los últimos 40 años tiene que ver con un cambio sustancial en la relación ambiente-sociedad. No digo que antes no existían problemas ambientales, pero podemos decir que ellos se suceden cada vez con mayor frecuencia y gravedad desde los inicios del capitalismo y la acumulación originaria a esta parte; el ambiente y el territorio siguen siendo junto a las y los trabajadores objeto de creciente y descomunal explotación. Pensemos que esta sobreexigencia de explotación con relación a los bienes comunes naturales y los recursos no puede divorciarse de la intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo a través de mil formas de flexibilización laboral.
nos basamos en la idea de que los ambientes y los territorios son construcciones socio naturales y espaciotemporales que tienen en su génesis una conformación histórica conflictiva entre intereses y modos de ver el mundo que son diversos y contrapuestos
Siete3siete: ¿Y qué sucede en la Argentina?, ¿qué problemas y conflictos se multiplicaron?
G.A.: Los problemas ambientales de mayor desarrollo en la Argentina se dan tanto en ambientes urbanos como rurales, en la Puna tanto como en la Pampa, en la Patagonia, en ecosistemas terrestres, lacustres o marinos… Lo cierto es que los problemas ambientales no dejan de multiplicarse hasta niveles que eran insospechados algunas décadas atrás. Por ejemplo, el campo, siempre idealizado o reconocido como un territorio de aire puro o posibilidad de una mejor calidad de vida está amenazado por el uso de agrotóxicos y la fumigación, que por otra parte están lamentablemente presentes en nuestros alimentos diarios. Son problemas ambientales que escalan en conflictos en la medida que crecen grupos de ciudadanos afectados y movilizados por su afectación directa en la salud. Los conflictos en ambientes rurales tienen que ver con la concentración económica, la tecnología y la disputa creciente que plantean los grupos dominantes frente a los recursos para incrementar ganancia y beneficio, además, sobre lo que se denomina como “servicios ambientales”.
Siete3siete: ¿En qué sentido podemos hablar de problemas ambientales urbanos?
G.A: En la medida que el significado conceptual de ambiente se ha extendido al punto de concebírselo como el entorno en el cual se desarrolla la vida o se configura como lo común político, ecológico, cultural… los problemas ambientales también pueden tener calidad o textura urbana… Por ejemplo, es visible respecto al creciente poder del mercado inmobiliario y el negocio inmobiliario en su capacidad de definir qué ciudad tenemos y también qué ciudadano desean “construir”, ¿no? Es un verdadero problema ambiental que los estados locales intervengan cada vez menos en cómo alcanzar un desarrollo urbano de calidad e igualitario. O que los bienes comunes naturales –humedales y otros ecosistemas- pasen a ocultarse debajo de urbanizaciones cerradas que muchas veces se transforman en causa inmediata de nuevos problemas y conflictos.
Siete3siete: ¿Estaríamos ente lo que se conoce como la vulneración del derecho a la ciudad?
G. A.: Claro,un caso muy potente de la negación del derecho a la ciudad se da en el territorio de la ciudad de Buenos Aires y su gobierno neoliberal desde hace casi dos décadas. Allí el Estado local se ha corrido absolutamente de su función planificadora y de la búsqueda del bien común al liberar todas las fuerzas del mercado inmobiliario y desregular primero, para regular después mediante un código urbano (2018) hecho a la medida de los desarrolladores inmobiliarios. Si vinculamos esto último con lo que veníamos diciendo hace unos minutos debemos observar que hay un importante grado de convergencia en multiplicidad de territorios entre todos los problemas ambientales a los que aludimos y en los conflictos que se derivan de aquellos problemas. Hay un importante paralelo entre el reclamo de organizaciones vecinales en la ciudad de Buenos Aires –que reclaman por el creciente despojo del espacio público- con el reclamo de organizaciones campesinas e indígenas en Jujuy que reclaman por el despojo de sus tierras de acuerdo a la explotación del litio; problemas que son generados por la búsqueda imparable del lucro y la ganancia. Hay un proceso en curso de creciente apropiación y de despojo por parte los grandes grupos económicos con relación a los ambientes y los territorios pero que se encuentra con sociedades cada vez más movilizadas. Podemos sumar el caso del agua en Mendoza hace unos años. El interrogante es de qué manera y con qué proyecto político se configuran estados y poderes estatales que presenten regulaciones y controles en beneficio de las sociedades y/o de la ciudadanía en particular, o bien cómo conjugar el desarrollo de nuestras sociedades sin problemas ambientales. Este es uno de los problemas y discusiones más relevantes que los gobiernos de nuestra región vienen dando con distinto grado de éxito con relación a las demandas de nuestros pueblos del Sur.
Siete3Siete: ¿Cómo ves el lugar de lxs docentes en estas problemáticas?
G. A.: Sin duda como grandes protagonistas y con las mejores posibilidades de sostener nuestro compromiso con nuestras sociedades y sus ambientes. Nosotrxs hemos trabajado desde la materia Geografía en los diseños curriculares aún vigentes para la provincia de Buenos Aires y hemos puesto el foco en la necesidad de la formación política y ciudadana de las y los estudiantes respecto al ambiente; cuestión que se vincula directamente con la formación docente inicial y continua. Si estamos de acuerdo en que las cuestiones ambientales atraviesan una parte fundamental de nuestras vidas es que ellas no pueden estar ausentes de la formación docente de todos los niveles y de todas las áreas. ¿Cómo empezar? Por suerte ya existe un camino que está iniciado, la Ley de Educación de la provincia de Buenos Aires, que ha sido de avanzada respecto a su momento de creación y que hoy se ve renovada y con una nueva oportunidad con la ley de Educación Ambiental Integral. A posteriori, resta profundizar los enfoques, fundamentos y propósitos. Así, si bien toda pedagogía y conocimiento didáctico recurre, como no puede ser de otra manera a sus metodologías y estrategias, hay una cuestión que no debe soslayarse y que refiere a la concepción política del asunto respecto a la cuestión ambiental y su relación con las sociedades. Por ejemplo, a la vinculación de la escuela con las comunidades. Es sumamente rico que a la par de que en el ámbito del aula se enseñe sobre las cuestiones ambientales, esa dinámica se articule con los problemas ambientales de las comunidades y los barrios. Un poco retomando la idea de la escuela como un espacio institucional que debe favorecer la circulación de diferentes saberes, como un espacio de la esfera de lo público que debe favorecer el debate sobre lo común, probablemente nada más “común” a todas y todos que el ambiente. Hay distintas maneras de abordar esto, fundamentalmente recuperando la perspectiva de los actores que están involucrados en los territorios más próximos y más lejanos. En principio, sensibilizando acerca de cuestiones inmediatas, que tienen que ver con los problemas ambientales de la localidad para de ahí fortalecer la comprensión de las sociedades actuales. Es decir construir conocimiento que recupere la experiencia local pero para ser puesta en relación con lo que sucede a diferentes escalas geográficas y en otros lugares y territorios. En ese sentido, aprender sobre los problemas y los conflictos ambientales más próximos a la par de que lo hacemos sobre los más lejanos.
si bien toda pedagogía y conocimiento didáctico recurre, como no puede ser de otra manera a sus metodologías y estrategias, hay una cuestión que no debe soslayarse y que refiere a la concepción política del asunto respecto a la cuestión ambiental y su relación con las sociedades. Por ejemplo, a la vinculación de la escuela con las comunidades
Siete3Siete: ¿La educación ambiental debería favorecer la participación ciudadana?
G. A.: Claro, se pueden crear situaciones didácticas que promuevan un conocimiento espiralado desde la escuela, pero capaz de articularse con otras y otros en el ejercicio de la ciudadanía. Algunos autores hablan de una ciudadanía ambiental. Estos problemas pueden tratar tanto sobre problemas relacionados con los residuos sólidos urbanos como del problema de la contaminación por agrotóxicos. Muchas veces aparecen movimientos vecinales preocupados por los residuos sólidos urbanos, y la cuestión es ver cómo articulan ellos con el municipio para lograr un ambiente de proximidad sin este tipo de contaminación. Otro tanto con la expansión de los cultivos asociados a los agrotóxicos. Hay experiencias de trabajo en el aula en torno a problemas como residuos sólidos urbanos, contaminación de aguas o de napas, que son problemas que las chicas y los chicos viven permanentemente y el conocimiento de estos problemas por parte de ellxs y de sus familias puede contribuir a una mayor participación ciudadana. Rescatar lo cotidiano y el punto de vista de lxs actorxs involucrados en el problema y el conflicto, la tarea del profesor organizando y sensibilizando sobre estas cuestiones puede resultar fundamental. No creo que alcance con propuestas pedagógicas solo expositivas, sino que se requiere de exposiciones dialogadas, investigaciones en el aula, enseñanza a través de problemas y proyectos, sobre todo si se tiene en cuenta que los diseños curriculares del sexto año-por ejemplo de geografía- están organizados curricularmente para la investigación en el aula.
Siete3Siete: ¡Qué relevantes estos temas!, pensando sobre todo en la coyuntura actual, donde aparecen candidatxs a presidentx que ningunean las cuestiones ambientales o niegan, por ejemplo, el tema del calentamiento global.
Gabriel: O sostienen que no importa la contaminación de ríos, que una empresa puede contaminar ríos. Es de una increíble irresponsabilidad. Es el pensamiento liberal /neoliberal llevado al extremo. Los representantes de estas ideas se reconocen como libertarios pero sabemos perfectamente que son representantes de los intereses más concentrados de la economía y el capital financiero que tienen un lugar protagónico en la producción directa e indirecta de los problemas ambientales, la contaminación y el cambio climático global. Me parece que la ciudadanía debe organizarse ante este nuevo sentido común que ellos quieren crear en torno al ambiente y que debe estar muy alerta de estas propuestas que son sobre el ambiente, pero en realidad tienden a buscar consensos para el planteamiento de una sociedad profundamente excluyente. Porque no es solamente un enunciado sobre una política ambiental, es una política global de la economía y sobre cómo conciben que deberá ser el mundo de aquí en adelante, una ciudadanía sin derechos de ningún tipo. Como se decía ya desde el siglo XIX con relación al liberalismo extremo, plantean una relación de las sociedades con la naturaleza como si esta última debiera concebirse como una entidad a explotar y expropiar sin más, para la multiplicación de la ganancia y la reproducción ampliada del capital. Se debe estar atento a cómo los liberalismos conciben las relaciones entre las políticas ambientales y las políticas sociales para obtener lucro de ambas. En ese sentido, tal como se propone una parte sustancial de la educación ambiental debería construirse urgentemente un nuevo sentido común ambiental. Creo que la educación, la pedagogía del conflicto y la educación ambiental deben contribuir a eso. A construir y fortalecer un sentido común solidario y de fortalecimiento derechos ciudadanos que incluya todos los derechos incluso los ambientales. En este sentido, la ley de Educación Ambiental Integral, creo que es una gran oportunidad para los sistemas educativos y para la ciudadanía, para profundizar en una concepción de igualdad social y sostenimiento ambiental integral.
Gabriel Álvarez es geógrafo egresado de la UBA y Magister en Sociología de la Cultura (IDAES-UNSAM). Profesor Titular Regular e Investigador en UNTREF – UNSAM – UNCPBA. Profesor regular en ISFDYT DGCyE PBA. Especializado en temas urbanos metropolitanos, enseñanza de la geografía y teoría de la geografía. Fue director provincial de la Educación Superior DGCYE PBA 2011-2012 y Asesor Docente 2006 – 2011 en DES, DGCYE PBA. Autor-coautor de los diseños curriculares de geografía DES, DGCYE PBA y coautor del Espacio Ambiente de Construcción de Ciudadanía en la escuela secundaria DGCYE – PBA. Docente de grado y posgrado en otras universidades nacionales.