DEMOCRATIZAR LA DEMOCRACIA: DESAFÍO PARA LA ESCUELA

Reportaje a Gabriel Brener

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Individualismo exacerbado, lxs semejantes como amenaza, denostación de lo colectivo, puesta en cuestión de los derechos conquistados, negación o banalización de lo que sucedió en nuestro pasado… Preocupantes rasgos de discursos que hoy irrumpen en la vida social y ponen en cuestión la idea misma de Democracia. Siete3siete conversó con el pedagogo Gabriel Brener sobre los desafíos que la escuela y el trabajo de educar enfrentan en este momento histórico.

Siete3siete: ¿Cómo ves la relación Escuela y Democracia?

Gabriel Brener: Me parece importante, en tiempos de pasiones tristes, poder celebrar 40 años de Democracia. Y es clave poder pensar en el lugar estratégico de la escuela en lo que significa recordar lo que la sociedad tiende rápidamente a olvidar. Pensar, por ejemplo, en cuestiones que a veces se nos pasan inadvertidas; como el hecho de que el grueso de lxs docentes e incluso de quienes ocupan puestos directivos tienen más o menos los mismos años de este tramo de Democracia -el más largo de nuestra historia- que estamos transitando. Entonces, ¡qué importante reconstruir la memoria! Tenemos el desafío de trabajar con la memoria sobre todo porque esta celebración coincide con un momento donde es necesario estar más alerta que nunca a que esta Democracia no corra el riesgo, ya no de ser devastada por una dictadura, sino transformada en una democracia de repostería. Una democracia que naturalice una ciudadanía de baja intensidad[1]. Tenemos, entonces, que celebrar, porque somos herederos de quienes han dejado la vida luchando para que hoy podamos celebrarla, pero también estar atentos a cómo irrumpen de manera preocupante -en el plano de la sociedad e incluso en el juego democrático- quienes niegan o edulcoran lo que sucedió en nuestro pasado con lo cual abonan el riesgo de que la Democracia se transforme en un sistema meramente formal y declamativo.

Tenemos el desafío de trabajar con la memoria sobre todo porque esta celebración coincide con un momento donde es necesario estar más alerta que nunca a que esta Democracia no corra el riesgo, ya no de ser devastada por una dictadura, sino transformada en una democracia de repostería

Siete3siete: ¿Y qué aporte puede hacer la escuela?

G. B.: Creo que hacer más democrática la Democracia es el desafío de la escuela. Sabiendo, que la escuela tiene en sí misma resortes, y muchxs colegas, que tienden a reproducir un sistema que es desigual y selectivo. Pero nosotrxs entendemos la escuela como un campo de disputa. Y la democracia también es un campo de disputa. Se me viene a la cabeza esa canción de Fabiana Cantilo “Nada es para siempre”. Pero lo diría de otra manera: la democracia no es un bien “no perecedero”. Y lo digo en términos de mercancía porque creo que quienes quieren transformarlo en una democracia de repostería piensan la democracia, pero también la ciudadanía y la educación, en clave mercantil. Entonces, porque no es algo “no perecedero” requiere que desde la escuela podamos enseñar y aprender democracia.

Siete3siete: ¿Qué significa para vos enseñar y aprender democracia?

G. B.: En primer lugar, la escuela tiene que ser un lugar en el que aprendamos a tomar la palabra. Que no es lo mismo que te concedan la palabra. Ahí hay un giro necesario para pensar en clave de derecho y de sujeto de derecho: aprender a tomar la palabra. Otra cuestión es construir y fortalecer la alteridad como fraternidad. En este sentido, la escuela es un ámbito de construcción de lo común, pero también un ámbito para aprender con el otro, con la otra, que es mi hermano, mi hermana. Me parece que lo que está diseminado y a punto de prenderse fuego es la idea de la alteridad como una amenaza. Ese es el modo en que galopan algunos discursos negacionistas, encendidos en términos de violencia. El trabajo de construir una Democracia más democrática es también construir una alteridad que tenga que ver con la fraternidad. Y mucho más después de haber transitado la pandemia. Porque eso nos permite decir, a propósito de aquellos que reclaman visceral y violentamente por la libertad individual, que la libertad individual es una abstracción, que no se puede pensar en la libertad de manera separada de la solidaridad. Por eso es importante pensar en construir Democracia en clave de fraternidad. Hay en esto una deuda de la Democracia con sí misma, pero hay también un aprendizaje que tenemos que recuperar pospandemia. Porque cuando decimos que la sociedad tiende fácilmente a olvidar, también nos estamos olvidando rápidamente de la pandemia. Nos enfermó, nos mató a muchos seres queridos, interrumpió la vida de nuestras ciudades, pero también, de alguna manera, fortaleció lazos de solidaridad; la solidaridad era un valor que circulaba. Hoy debemos reconocer que todavía vivimos en una sociedad a la que le falta construir redes y donde los lazos de solidaridad están bastante lastimados por el sistema depredador del capital más cierta lógica de exacerbación del individualismo. Por eso es tan necesario el aprendizaje de la solidaridad que tenemos que recuperar de la pandemia.

la escuela tiene que ser un lugar en el que aprendamos a tomar la palabra. Que no es lo mismo que te concedan la palabra. Ahí hay un giro necesario para pensar en clave de derecho y de sujeto de derecho: aprender a tomar la palabra. Otra cuestión es construir y fortalecer la alteridad como fraternidad

Siete3siete: La idea de solidaridad está vinculada a la idea de lo común, ¿no?

G. B: En relación con esto retomo algo del pensador portugués De Sousa Santos. Él dice que en la escuela debe existir el derecho tanto a ser iguales como a ser diferentes. Tenemos que tener el derecho a ser iguales cuando la diferencia nos inferioriza y tenemos que tener el derecho a ser diferentes cuando la igualdad nos descaracteriza. Esta idea me parece interesante para pensar cómo construir lo común y cómo enriquecernos con la diferencia. La diferencia, pensando en nuestra constitución como sistema educativo, siempre tuvo mala prensa, siempre fue observada como deficiencia y también como anormalidad. Tenemos que deconstruirnos y poder mezclar y dar de vuelta. ¿Qué quiero decir con esto? La igualdad fue sinónimo de homogenización, entonces si la inclusión fue más homogeneización que democratización, es justamente porque la diferencia quedó congelada como deficiencia. El aprendizaje de hacer la Democracia más democrática supone en la escuela poder conjugar, con todas las dificultades que ello implica, igualdad y diferencia. Otro desafío clave en la escuela es enseñar y aprender a participar y no que te participen. Lo digo en el sentido de que a veces, a los pibes, los adultos preferimos hablarlos o hablar por ellos antes que hacerles una pregunta. Porque hacerles una pregunta, nos plantea un lugar de enorme incomodidad. No hay manera de pensar una mejor escuela, sino es a través de la incomodidad que supone alterar el confort que tuvo para los adultos el vínculo intergeneracional durante mucho tiempo. Cuando digo incomodarnos, digo estar disponibles para escuchar preguntas cuyas respuestas no tenemos de antemano. Animarnos a que la única manera de construir respuestas es a través del encuentro con lxs otrxs, a través del trabajo colectivo, ya sea con los pibes y las pibas, ya sea entre docentes. El psicoanalista egipcio Jacques Hassoun, en un libro que siempre está bueno recomendar, “Los contrabandistas de la memoria”, explica que la transmisión lograda es aquella en la que se logra fusionar el pasaje del testimonio -es decir cuando a nuestros pibes y pibas, y a la docencia más joven, le pasamos la memoria respecto de dónde venimos, qué ha sucedido, qué significa la emoción por la recuperación del Nieto 133- con la pregunta inesperada de una generación que ha nacido hace casi nada y que las preguntas que tiene no son de aquel pasado que estamos recuperando, sino de un momento mucho más reciente que aún no hemos elaborado. Pregunta incomoda, que nos desubica y nos exige cambiar de lugar, incluir la perspectiva o la necesidad de otrx en nuestra mirada.

Siete3siete: Hablás del trabajo colectivo en la escuela, ¿qué sentido le das?

G. B.: Hoy, la exacerbación del individualismo, la lógica de la depredación de unos por otros, pone bajo sospecha el valor del colectivo, ensuciando o demonizándolo. Por eso la fuerte demonización a los sindicatos, que tiene que ver con atacar, sin decirlo, el valor de la construcción de lo común, de lo colectivo, de juntarse a hablar y a pensar con otrxs. Eso es lo que más enrabia al poder: cuando quienes comparten vida en las escuelas o en las calles se juntan a pensar lo común y hacer fuerza para que los nadies puedan ser alguien. Tomando una frase de Alfredo Carballeda, cuando habla de la irrupción del sujeto inesperado, eso es lo que aquellos que añoran el pasado como futuro, trampean y no dicen realmente lo que piensan que es su temor a la irrupción de los hijos y los nietos de las generaciones que miraron por afuera la escuela secundaria y ni hablar de la universidad. Celebrar la democracia es también celebrar la cantidad de familias que por primera vez tienen a alguien que ha ingresado a la escuela secundaria o a la universidad.

Eso es lo que más enrabia al poder: cuando quienes comparten vida en las escuelas o en las calles se juntan a pensar lo común y hacer fuerza para que los nadies puedan ser alguien

Siete3siete: Muchas gracias Gabriel por tus aportes a un debate tan necesario en estos momentos en las escuelas y en la sociedad. ¿Alguna reflexión final?

G. B.: Hoy, con estas oleadas de las nuevas derechas, lo que está en juego son los derechos. Por eso es fundamental pensar que la Democracia supone también enseñar y aprender sobre los derechos. Los que hemos logrado y los que tenemos que conseguir. La escuela como Derecho Social es, en términos históricos, una conquista de hace un rato. La Ley 1420 fue un hito fundamental, pero tuvieron que pasar 60 ó 70 años para que lográramos completar la escuela primaria como un derecho social. La escuela secundaria es obligatoria hace pocos minutos, en el 2006, y no digo que tengamos que tardar 60 ó 70 años en que sea efectivamente así, digo que son procesos de construcción histórica que requieren construir al sujeto de derecho. Del mismo modo sucede con la Democracia. Que la Democracia, como la memoria, se banalice nos empobrece como sociedad, como humanidad. Atravesamos tiempos de disputa y, como decía al comienzo, tiempos de pasiones tristes, en el sentido de que a veces nos vemos desubicados, desalentados, desmoralizados. Por eso es tan importante pensar en este pequeño mundo que es la escuela y la cantidad de revoluciones que ahí tenemos por hacer.

Gabriel Brener

Foto Juan Canella

Es licenciado en Ciencias de la Educación por la UBA, Especialista en Gestión y Conducción de Sistema Educativo por la FLACSO y Profesor de Enseñanza Primaria por la Escuela Normal Nº 4. Es Docente en la Facultad de Filosofía y Letras de UBA, en el ISFD J.V González, en FLACSO y en la Universidad Nacional de Hurlingham. Se ha desempeñado como docente, directivo y asesor en escuelas primarias y secundarias, así como también en la función de consultor en el Ministerio de Educación Nacional y ministerios provinciales de educación. Ha escrito diversos artículos sobre temáticas vinculadas a violencia, medios de comunicación y jóvenes, escuela y autoridad educativa. Forma parte del Equipo de la Secretaría de Educación d


[1] Concepto desarrollado por Gabriel Kessler y que recupera Flavia Teriggi cuando habla de las trayectorias escolares más debilitadas.