“Entrás a una clase de tango y te dicen, hacé de varón o hacé de mujer. ¿Por qué no aprender los dos roles en la danza?, ¿por qué las mujeres no podrían conducir?, ¿por qué los varones no pueden ser conducidos? Llegás a un lugar donde, como en la sociedad y en la cultura, ya tenés un lugar asignado que está atado a tu género”. Soledad Nani, profe de tango, y Natalia Terán, milonguera y psicóloga, tomaron las herramientas que brinda la ESI, para comenzar a transformar los ámbitos del tango tradicionalmente atravesados por desigualdades que suelen enmascarar violencias.
Siete3Siete: ¿Cómo surge esta conjunción entre tango y ESI?
Natalia Terán: En el 2018, algunas milongueras y profes de tango pusimos en las redes sociales “¿por qué no nos juntamos a marchar juntas para el 8M?” Allí nos organizamos y nos encontramos en el contexto del Ni Una Menos. Y decidimos agruparnos, porque todas las compañeras traían muchas situaciones que tenían que ver con la desigualdad y la violencia en los ámbitos de tango, tanto para las trabajadoras del tango como para quienes concurrían a las milongas. Aparecieron incluso relatos de situaciones de violencia física, de compañeras que se tenían que ir de las milongas porque sus agresores llegaban y nadie las defendía; o situaciones con los que ganaban concursos, muy reconocidos y valorados en el medio, que ejercían violencia sobre sus compañeras, y luego ellas eran consideradas locas, mentirosas, fabuladoras, y se terminaban yendo de los espacios… Dijimos “tenemos que hacer algo con esto, el tango es hermoso, queremos espacios de tango libres de violencia”. Y armamos el Movimiento Feminista del Tango.
Dijimos “tenemos que hacer algo con esto, el tango es hermoso, queremos espacios de tango libres de violencia”. Y armamos el Movimiento Feminista del Tango
Siete3siete: ¿Qué se propusieron?
N. T.: Nos dividimos en comisiones; una fue una comisión de asesoramiento, para recibir a las compañeras, intentar acompañarlas, asesorarlas, articular con otros espacios. Empezamos una revolución en el mundo milonguero. Armamos un protocolo de acción contra las violencias, lo presentamos, se generó todo un lio, en las redes empezaron de decir “las feministas vienen por todo, ahora quieren llevarse el tango puesto, no lo permitamos”. Todo ese revuelo mediático sirvió para empezar a hablar de lo que estaba pasando y de lo que ya no queríamos que pasara. Había mucha información, que a la gente no le estaba llegando, sobre cómo actuar ante una situación de violencia, como repensar y enfrentar viejos paradigmas. Por ejemplo, si es una pareja que se está peleando y él le pega “no hay que meterse porque es algo privado…”. Hasta tuvimos que reunirnos con el comité del Festival Internacional de Tango por una situación de violencia que hubo entre una pareja de rusos, y estaba esto de “bueno, son de otra cultura, nosotros no deberíamos meternos…”. Nosotras nos conocimos ahí, en esa movida. Pensamos que teníamos que desarrollar algunas estrategias pedagógicas. Empezamos a intentar conmover esas estructuras respecto de las formas en que siempre habían sido las cosas, esto de que “el tango es así, las cosas son así”. En Argentina hay leyes que protegen a las mujeres contra la violencia, está la ESI, la de la Identidad de Género… Una información que estaba poco disponible, pero que son leyes que nos atraviesan, nos interpelan, y estamos regidxs por ellas. Entonces, nos planteamos cómo hacer circular esta info.
Soledad Nani: Pensamos también en los varones, qué hacer con los varones. Porque siempre caía la cosa ahí, “nosotras no vamos a andar maternando, ya estamos podridas de tanta violencia y desigualdad”, dependiendo de que los varones estén con la capacidad de escuchar, de preguntar “che compañera, entendemos que nos estamos mandando una cagada”. Interpelamos tanto a esos varones, que se armó un grupo de masculinidades en el tango, unos pocos pero que se empezaron a juntar. De ese encuentro también surgió una obra de danza-teatro de tango sobre masculinidades. Ellos son parte de este problema así que tienen que estar acá con nosotres también. Y si la info no está tenemos que hacer algo para que eso se transforme, y para que se vaya replicando y contagiando y otres tomen esa tarea, para que todes la pasemos mejor.
Siete3siete: ¿Cómo se manfiesta esto en una clase de tango?
N.T.: En general, entrás y te dicen, hacé de varón o hacé de mujer. ¿Por qué no aprender los dos roles en la danza?, ¿por qué las mujeres no podrían conducir?, ¿por qué los varones no pueden ser conducidos? Llegás a un lugar donde, como en la sociedad y en la cultura, ya tenés un lugar asignado que está atado a tu género. Tenés un abanico de posibilidades que te es restringido, porque queda asociado al sexo biológico asignado al nacer y al género que queda unido a eso. En el tango es muy marcado. Entonces dijimos “¡éste es el lugar para venir a trabajar”. La ESI tiene justamente una mirada, una toma de conciencia de eso, como si nos viniera a decir “miremos lo que estamos haciendo”. La cultura, el orden social, está organizado para recibir a las personas en dos lugares y tiene para esos lugares un montón de funciones, roles, expectativas. Y ahí estamos las personas, tratando de acomodarnos para cumplir con esto. Generalmente lo más obedientemente posible. El tango es un lugar de la cultura donde esto se manifiesta y se reproduce. En las clases que da Sole hay algo de los roles que está puesto en cuestión; además de pensarse como un diálogo entre iguales, sin jerarquías, no está atado al género. Las personas van a aprender tango, a bailar, y después van encontrando en qué rol se sienten más a gusto. Esto enriquece la danza.
La cultura, el orden social, está organizado para recibir a las personas en dos lugares y tiene para esos lugares un montón de funciones, roles, expectativas. Y ahí estamos las personas, tratando de acomodarnos para cumplir con esto. Generalmente lo más obedientemente posible. El tango es un lugar de la cultura donde esto se manifiesta y se reproduce
S. N.: Y hace que la experiencia sea muy distinta de aquella otra donde el peso y la carga simbólica que puede tener para un varón llegar y ser el que conduce, el que sabe, el que la tiene que tener clara y tiene que escuchar la música y guiar, y la otra persona del otro lado, tradicionalmente la mujer, debe obedecer lo más dignamente posible los movimientos que el varón propone.
Siete3siete: ¿Vos como llegaste a esta forma de entender la clase? Porque tu aprendizaje habrá sido en ese otro modelo, ¿no?
S. N.: Tuve suerte, porque también hay gente muy copada en el tango tradicional. Pero la primera vez que fui a tomar clases, cuando le dije al profesor que quería hacer los dos roles, me dijo “yo no le enseño a guiar a mujeres” y no volví nunca más. Me fui a otro club y me encontré con otres profes muy buena onda. Me dijeron “Bueno, afianzate primero en uno de los roles y después seguís con el que quieras”, así que no hubo ningún inconveniente. Siempre son más las mujeres que hay que los varones, entonces se daba toda una fila de chicas y señoras esperando a que el profe o los pocos compañeros que había nos sacaran, así que yo empecé a sacar a bailar a todas. Dije “Chicas, yo guio”. Después me metí en el Centro Educativo del Tango de Buenos Aires, que forma instructores de tango con la idea de preservación y promoción del tango, es una carrera de tres años. Me gustó y quise quedarme haciendo esto. Encontré que en el tango hay algo que nos moviliza. Nos encontramos con otres a bailar un rato, y esto a un montón de gente le hace muy bien, es una forma de terapia muy linda. Es muy potente ese rato que te encontrás a bailar, a aflojar el cuerpo, aflojar tensiones, a abrazarte.
Siete3siete: ¿Cómo es este taller donde trabajan con la ESI?
N.T.: Pensamos que una clase de tango puede ser un espacio de reproducción de desigualdades pero al mismo tiempo puede ser un espacio de transformación. La ESI se promociona mucho a través de talleres -siempre decimos que estamos tallereando la ESI- donde un grupo viva una experiencia, reflexione sobre una idea, tome conciencia de algunas cosas. Así que dijimos, “esto hay que meterlo dentro de una clase de tango”. Diagramamos un taller que tiene una parte de poner el cuerpo y una parte de info, esa que no todo el mundo maneja y necesitamos que circule, para saber -y para elegir, en todo caso- qué cosas de la tradición del tango y también de las tradiciones de la vida une quiere seguir haciendo. Pensar qué cosas unx las hace acríticamente, pensando que el tango “es así”, baila un varón con una mujer, el varón guía, la mujer es guiada. Y no, esto es una convención cultural y como cualquier convención fue construida y puede ser modificada. La idea fue tomar las herramientas de la ESI y que la clase de tango sirviera como excusa para hablar de cosas que pasan en el tango, y que pasan en la vida.
Pensar qué cosas unx las hace acríticamente, pensando que el tango “es así”, baila un varón con una mujer, el varón guía, la mujer es guiada. Y no, esto es una convención cultural y como cualquier convención fue construida y puede ser modificada
S. N.: Hicimos mucho laburo entre nosotras, de empezar a registrar esas situaciones, de pensar qué hacer ante ellas. Se fueron poniendo nombres a estas violencias. Se trabaja el iceberg de la violencia: las que se ven son las violencias más explícitas, pero por debajo del agua se van mostrando los micromachismos, las microviolencias que las posibilitan.
N.T.: Es un taller de tres horas de duración, donde un poco bailamos y un poco reflexionamos y vamos compartiendo esta info y también escuchando, como hacemos siempre desde la ESI, lo que cada persona tiene para traer. En esa dinámica empezamos a construir activamente qué cosas queremos y podemos transformar cada une desde su lugar. Y comenzar ahí a provocar pequeños cambios, como por ejemplo la forma en que nombramos las cosas, qué lenguaje usamos.
S. N.: También pensamos que el tango, internacionalmente, tiene una llegada muy potente, hay tango en todos lados. Tenemos la posibilidad de generar con la pregunta esa semillita para que cada une en su tiempo, en su momento, en su lugar, podamos ir generando una transformación.
N.T.: Es la posibilidad de recibir en un espacio a un grupo de gente que viene a pasarla bien, a abrazarse, a bailar, a disfrutar. La ESI, como ley, es un derecho de todas las personas que están estudiando. Y aunque no lo es en los ámbitos de educación no formal, una la agarra y la lleva a esos ámbitos. Como una herramienta de liberación, como lo que contaba Sole respecto de los varones. Cuando ellos empiezan, a partir de la danza, a ponerse del otro lado, en los zapatos de la compañera, pueden disfrutar también del otro rol sin sentirse que por eso son mujeres. Empiezan a entender que esa estructura que llamamos patriarcado es una forma de organización que a ellos no los deja en un buen lugar. Liberarse de ese lugar y probar otras cosas, está buenísimo. Al mismo tiempo, las compañeras van empoderándose y tomando el rol de guías. La danza se vuelve más igualitaria, más rica. Tango y ESI hacen una pareja increíble.
S. N.: Lo hacemos, además, porque es necesario. Hay desigualdad y violencia hacia las mujeres y las disidencias que es estructural, y tenemos que hacer algo. No solamente pedir al Estado, que está perfecto porque tiene que estar presente con las políticas públicas necesarias, acompañando, gestionando y facilitando. Pero nosotras también podemos, cada une desde su espacio.
Sole Nani baila tango hace 20 años. Es bailarina e instructora de Tango danza, egresada del CETBA y facilitadora cultural de Tango Queer, Movimientos LGTTBIQ+ y Feminismos. Forma parte de Trabajadorxs del Tango danza
Natalia Terán es Licenciada en Psicología (UBA). Especialista en Educación Sexual Integral (Prof. J.V.G.) Educadora popular y bailarina de Tango. Desde 2018 trabaja en diferentes proyectos artísticos que articulan Tango y ESI.
Ambas organizan la Práctica semanal de Tango Queer en La Minga Club Cultural, así como dos Milongas mensuales con clase previa en Casa Brandon y en DelTita Milonga, una milonga en las islas del Delta del Río de la Plata.