Desde los mitos y relatos de los pueblos originarios de nuestro país, hasta las actuales leyendas urbanas, diversidad de inquietantes historias son contadas y vueltas a contar, una y otra vez. Siete3siete dialogó con Graciela Piombo, autora de “Hubo una vez en este lugar. Mitos y leyendas de este lado del mundo”
“Unos a otros fueron contándose estos relatos con sabor a tierra y olorcito a lluvia. Unos y otros las cuidaron volviéndolas a contar una y otra vez para que hoy lleguen a tus manos. Sigamos contándolas para que no se detenga el viaje y crezcan hasta más allá de los tiempos, más allá de las fronteras.
Fragmento de Hubo una vez en este lugar. Mitos y leyendas de este lado del mundo
Siete3siete: ¿Cómo se origina este libro?
Graciela Piombo: Me dedico desde hace mucho tiempo a investigar la cultura popular y, en particular, a estudiar ¿cómo se originan estos relatos?, ¿cuáles son los mecanismos de transmisión? Actualmente trabajo para el Ministerio de Cultura de la Nación dando charlas y seminarios sobre estos temas y también sobre la Memoria. Trabajé en los inicios del Programa Libros y Casas, que se originó en 2007, en el gobierno de Néstor Kirchner. Defender el derecho a la cultura, y a la lectura específicamente fue nuestro propósito desde un comienzo. El programa arrancó a partir de un convenio marco con Vivienda Federal; allí donde se entregaba una casa, la Secretaría de Cultura, hoy Ministerio, entregaba una caja con diecinueve libros. Cuando se le presentó a Néstor el proyecto y por consiguiente el pedido de recurso para lanzar el programa, la condición que puso fue que incorporáramos un compendio del NUNCA MÁS. Una vez que estuvo seleccionado el material que íbamos a incorporar, fuimos a capacitar a los mediadores de lectura de las distintas provincias. Trabajábamos en centros culturales, centros de integración social, salas de espera de hospitales, en el Elefante Blanco con las Madres de Plaza de Mayo, en fin, en todos los lugares donde nos abrieran las puertas. Brindamos más de mil talleres de lectura, entregamos un millón ochocientos mil libros en todo el país. Trabajamos con mediadorxs, bibliotecarixs, docentes y familias. Como es de suponer en la época macrista todo se dejó de hacer, pero afortunadamente en la actualidad nuevamente comenzamos a trabajar como en aquel entonces. En el marco de ese programa también escribimos varios libros, uno es: “Hubo una vez en este lugar. Mitos y leyendas de este lado del mundo” de mi autoría.
Siete3siete: ¿Por qué recuperar mitos y leyendas?
Graciela Piombo: Siempre me pregunté por qué en la universidad no veíamos literatura precolombina. En el nivel medio la literatura hispanoamericana comenzaba a partir de las crónicas de la conquista. Parece que no hubo nada antes. En la escuela, si bien se trabaja con leyendas, muchas veces se las trabaja como algo de gente exótica que ya no existe, salvajes que vivían en chozas y usaban plumas. Por supuesto que hay muchos maestros y maestras que con pensamiento crítico y mucho conocimiento acercan esta realidad a lxs estudiantes, pero, en general, queda la sensación de que lxs indixs están lejanos, que fue en otra época y que no queda nadie. Entonces, aunque sabemos que hay pueblos originarios, cuando aparece un mapuche es un terrorista, un coya un ocupa, un guaraní un matrero.
El programa arrancó a partir de un convenio marco con Vivienda Federal; allí donde se entregaba una casa, la Secretaría de Cultura, hoy Ministerio, entregaba una caja con diecinueve libros
Lo que hice en el libro, fue acercar a estos pueblos a través de sus relatos. Volví a contar las historias organizadas por regiones y le agregué alguna información que tiene que ver con darles existencia real a estas personas. Además, tuve la suerte de que mis compañeras buscaron ilustradorxs impresionantes, toda gente muy joven y diversa. Para cada región hay un ilustrador o una ilustradora que hacen que el libro sea un estallido de colores.
Siete3siete: ¿Por qué la gente sigue hoy contando este tipo de historias?
Graciela Piombo: La gente cuenta por naturaleza. Contar es una necesidad de los humanos. ¿Qué nos vienen a decir estas historias? En cualquier parte del país siempre hay alguien dispuesto o dispuesta a contar. Hay un montón de historias, de seres que se aparecen en las noches oscuras, historias que crecen en las voces de la gente por todos lados, en todo el país, con diferentes nombres, con diferentes funciones. ¿Para qué?, ¿por qué la gente cuenta?, ¿qué necesidad tienen de inventar esas cosas? Y además de inventarlas, ¿por qué necesitamos volver a contarlas? Cuando yo te cuento la historia de un aparecido, a vos medio como que te deja inquieto. Hay gente que descree, que se hace la incrédula, pero en general aparece mucha necesidad de escuchar estas historias. Pero después surge otra necesidad, que es la de volver a contar. Aunque sea para decir “pero mirá esta tipa tan formada que hable estás boludeces”. Y ahí se arma una forma de transmitir esos relatos. Cualquier hecho inusual, cualquier cosa rara o no familiar que quiebre la rutina de la vida y a menudo conduzca a la formación de rumores son la antesala de una leyenda.
Una de las características para la formación del rumor y la leyenda es la ambigüedad. Que aparezca un hombre muerto en los cañaverales o que desaparezca un peón y no se sepa nada más de él genera inquietud y produce rumores de todo tipo. A partir de este hecho, surgen preguntas que no son respondidas por los medios ordinarios. Esta situación ambigua da lugar a la creación del relato.
hay muchos maestros y maestras que con pensamiento crítico y mucho conocimiento acercan esta realidad a lxs estudiantes, pero, en general, queda la sensación de que lxs indixs están lejanos, que fue en otra época y que no queda nadie
Siete3siete: ¿Y cuál es su sentido?
Graciela Piombo: Mirá, por ejemplo, aparece “el familiar”, ese perro negro que se come a los trabajadores en los ingenios azucareros; o “la viuda” esa mujer vestida de negro que se aparece en las rutas oscuras de un pueblo a otro; o “la luna roja” que es una de las historias de los selkman que está en el libro. Tomemos ésta, por ejemplo. Aparece la luna llena y se pone roja; esto es periódico, aparece siempre, no solamente apareció en la época de los selkman; los astrónomos y los astrólogos lo cuentan de una manera, y los selkman lo contaron de otra manera. Lo cierto es que a todxs, a los selkman en aquella época y a nosotrxs ahora, eso nos llama la atención. Nos genera una incomodidad, queremos saber qué es lo que va a pasar con la luna roja: “a mí me va a pasar algo y a la humanidad le va a pasar algo”. Y los selkman se preguntaron lo mismo. Esta historia que yo vuelvo a contar es cómo se explicaron estos pueblos originarios esa manifestación que apareció en el cielo.
Siete3siete: ¿Cómo se arma la historia?
Graciela Piombo: Los que estudiaron mucho las leyendas -desde las ciencias sociales, lxs antropólogxs y otrxs estudiosxs de la cultura popular- apuntan a que estas historias se originan en rumores, chismes, cosas que se cuentan como por lo bajo. Que así también se originan las leyendas urbanas, las que conocemos en la ciudad. Tanto el rumor como la leyenda tienen algo de realidad, se basan fundamentalmente en la realidad. Y esto les da como un aire de plausibilidad. Porque cuando yo te hablo de “el familiar”, ese perro negro que se come a los trabajadores en los ingenios azucareros, pero te nombro además el ingenio Ledesma y encima te digo 1976, es decir que lo localizo en tiempo y espacio, vos ya empezás a darle más verosimilitud, más credibilidad. “Yo pasé por Ledesma, es verdad lo que está contando esta mujer” Este aire de plausibilidad hace que ya entre creyendo en la historia. En una época se decía que algo, por solo ser nombrado por los periódicos, ya tenía credibilidad: “lo leí en el diario Clarín”. Pero ahora, con las fakenews, los medios están desacreditados y estamos como descreídos. Ahora decís: “lo leí en el Clarín” y más del 60% de la población cree que es un verso que lo pusieron para distraerte de los verdaderos problemas.
Esta cosa de verosimilitud y de estar anclada en la realidad hace que estas historias empiecen a circular, pero lo que tiene que haber en medio de esta verosimilitud es un hecho inusual, algo que saque de la rutina o provoque incertidumbre. Que haya algo que rompe con el tiempo ordinario, cronológico, ya genera en la gente una suerte de ambigüedad que tiene que ser resuelta. Aparece un tipo muerto en la zafra, un trabajador golondrina, no se sabe quién es la familia, nadie lo reclama ni lo va a buscar…; ese muerto que aparece ahí genera ambigüedad, se empieza a hablar, ¿qué pasa?, ¿por qué murió?, ¿quién lo mató?, ¿de dónde era?… Estaba trabajando dentro del ingenio y algo se quiebra; estaba trabajando lo más bien y de repente algo sucedió que empezó a generar tensión. O puede ser una violación en la ruta, o una muerte en la ciudad, o faltan animales, o alguien caza más animales de los que debe cazar, o miras al cielo y ves una luna gigante que en vez de ser plateada es rojiza… ¿Qué es esto que nos desconcierta y nos sumerge en la extrañeza? Si frente a esta ambigüedad no viene el chaman de la tribu o un señor astrónomo o una institución que defienda a ese trabajador zafrero o a la mujer violada en la ruta, entonces necesariamente esa tensión que se generó tiene que ser resuelta de algún modo. Se genera la historia, las mujeres y los hombres del pueblo empiezan a rumorear, del rumor aparece la historia y la leyenda se va armando a medida que se va transmitiendo de boca en boca. Siendo contada va adquiriendo cada vez más solidez literaria y va a continuar circulando hasta que la ambigüedad no se resuelva. Es como una necesidad que tiene la gente de aliviar esa tensión que le provocó el hecho inusual.
Cualquier hecho inusual, cualquier cosa rara o no familiar que quiebre la rutina de la vida y a menudo conduzca a la formación de rumores son la antesala de una leyenda.
Otro ejemplo. En la época de la dictadura circulaba mucho una leyenda que fue importada de otras latitudes, que es la historia del pibe o de la piba -le podés poner lo que quieras a la historia- que vive en un lugar del conurbano y con su grupo de amigos van a bailar a una localidad un poco más lejana; toman el tren, llegan al boliche y acuerdan que no se van a separar, que van a volver a la estación todos juntos a determinada hora; pero el pibe ve a una chica que le encanta, se enamora de la piba y se va con ella, no vuelve con sus amigos. Como hacía frío le presta una campera a la piba, que vivía por ahí. Después de besarse ella se mete en la casa y el pibe no le pide la campera. Se da cuenta y piensa “se la pido la próxima vez, así tengo una excusa para volver”. Vuelve al otro día, le abre un señor y le dice que no había ninguna chica, porque se había muerto hacia 5 años. Como el pibe no quiere entrar en razón, lo lleva al cementerio y ahí está la campera. A esta leyenda se la conoce como “La de la joven muerta”. Existen muchísimas variaciones. La mancha de café es una de ellas. En definitiva el pibe había estado con una fantasma que cada vez que se cumplía el aniversario del accidente regresaba al lugar de los hechos.
El análisis de esta historia nos dice que en momentos difíciles no hay que separarse de tu grupo y si van todos juntos vuelven todos juntos. Era una época que cuando se andaba solo o sola en la calle, se podía no volver. La historia no te decía “te van a agarrar los milicos”, sino “te va a agarrar un fantasma, no te separes, no andes solo”. Hay como una regulación social, estas historias se hacen más fuertes cuando está habiendo problemas. Se las cuenta cuando se las necesita.
Siete3siete: ¿Por qué trabajar estos relatos en las escuelas?
Graciela Piombo: Trabajar con estas historias, volverlas a contar nos permite conocer a los pueblos. Porque si en un pueblo se cuentan historias de gente que aparece muerta en la zafra algo está sucediendo. Si querés creer que “el familiar” existe e hizo un pacto con el dueño del ingenio, está bien; pero también estás dándote cuenta de que hay algunas irregularidades que no son atendidas. Siempre estas historias traen detrás algo que generó tensión y que la gente no puede resolver por sí misma. Y necesita sacar esa tensión para poder vivir un poco mejor, cuando no hay nadie que los respalde. Siempre cualquier situación ambigua provoca tensión, ansiedad, y esa tensión es aliviada cuando uno la cuenta, y la vuelve a contar, y la vuelve a contar, y la vuelve a contar. Cuando nos vamos contando de uno a otro, de alguna manera eso que está adentro, ese miedo, esa preocupación, se alivia. Dicen que en cualquier grupo humano el estado de presión y de tensión es proclive a generar historias, que los pueblos que más generan historias son aquellos que están más presionados y más tensionados. Por eso también nos sirve hablar en la escuela de estas cosas, porque los chicos y las chicas no están al margen de todas estas tensiones. Estas historias que contamos están cumpliendo con esas dos funciones que dicen que cumplen este tipo de relatos, que son, por un lado, la cognitiva y por otro lado la emocional. La función emocional tiene que ver con que cuando vos contás, se aflojan esas tensiones, liberando un poco la ansiedad. La cognitiva tiene que ver con llenar de datos faltantes esa historia que a vos te está preocupando, porque cuando la contás le metes cosas propias. Entonces la historia va creciendo y la van armando todos. Las leyendas son historias colectivas, no las escribió nadie sino que lo hacemos entre todxs. A medida que va pasando el tiempo van transformándose en la voz de la gente y la gente le va aportando los datos que necesita. En definitiva, todo es para poder regular lo que no está regulado. Estas historias no son para cinco años, para ocho o para trece…, se cuentan, como se cuentan las historias en el campo, para todas las edades. Cada uno va a poder escuchar lo que necesita escuchar para aliviar su propia ansiedad, pero también la del grupo. Todxs, chicxs o grandes, estamos siempre al tanto de las cosas que pasan a nuestro alrededor.
Graciela Piombo. Nací en Lanús, conurbano bonaerense. Soy Licenciada en Letras y Astróloga. Fui docente en el Instituto Vocacional de Arte Manuel José de Lavardén durante muchos años. Actualmente soy profesora de literatura en el Centro Educativo Isauro Arancibia de la ciudad de Buenos Aires. Integré el Equipo de Educación de la Fundación Arte Viva de Argentina y en 2005 presenté junto a mis compañeras los resultados de la implementación del Programa de Pensamiento Visual en Argentina en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Formé parte, del equipo del programa radial sobre educación emitido por el Instituto Patria, Pedagogías desobedientes. Trabajé en la selección de contenido de la primera biblioteca del Programa Libros y Casas. Coordiné talleres de promoción de la lectura en todo el país. Actualmente continúo coordinando talleres para mediadores. Durante la pandemia dicté los seminarios a distancia “Lectura y Derechos Humanos “y” Arte y Memoria” para el Programa Libros y Casas-.
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