BORDAR LA MEMORIA

Reportaje a Adriana Redondo y Leonor Romero

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De una histórica demanda –la de Memoria, Verdad y Justicia- que nos atraviesa a lxs latinoamericanxs, y de una actividad tradicional, el bordado, que de ser instrumento de sumisión de la mujer al ámbito doméstico irrumpe como instrumento de resistencia y lucha en el espacio de lo público. De eso trata el proyecto colectivo que nos relatan Adriana Redondo, integrante del Colectivo Quilmes Memoria, Verdad y Justicia; y Leonor Romero, Secretaria de DD.HH. de SUTEBA Quilmes.

Bordar nuestros sentirespensares

Hace unos años, junto a mi participación en el Colectivo que gestiona el Sitio de Memoria“Ex Centro de Detención Pozo de Quilmes”, comencé a desarrollar una tarea ligada al arte textil; a encontrar en el bordado una posibilidad de resistencia, una herramienta política, una forma de expresarnos. Es una actividad que está movilizando a muchísimas mujeres en el mundo en este momento. La palabra bordada aparece como una forma de manifestar nuestros sentipensares. A partir de un encuentro por el tema de Memoria, en el que participó Viviana Buscaglia, del Colectivo, nos conectamos con dos investigadoras colombianas, que nos ofrecieron participar en el proyecto de arropamiento del Palacio de Justicia de Bogotá. El proyecto lo coordina la activista de Derechos Humanos colombiana Virgelina Chará. “Queremos dar a conocer una Colombia que está rota” proclamaba Virgelina. Decidimos compartirlo con las compañeras de SUTEBA, que se sumaron enseguida.  (Adriana)

Es una actividad que está movilizando a muchísimas mujeres en el mundo en este momento. La palabra bordada aparece como una forma de manifestar nuestros sentipensares

Sostener lo colectivo

Cuando nos traen la propuesta, nos pareció muy interesante para articular entre las Secretarías de DD.HH., la de Jubilaciones y la de Educación y Cultura. Se conformó un grupo de compañeras educadoras que asumió el proyecto con un compromiso grandioso que sostuvieron durante cuatro meses[1]. Y quiero resaltar en esto la tarea de Viviana Caltaviano, nuestra Secretaria de Jubilaciones, porque fueron muchas horas de trabajo, de articular, de estar siempre. El bordado requiere de un proceso bastante extenso y hubo una rica construcción de lo colectivo. Fue una hermosa experiencia y un espacio donde compartir. (Leonor)

El bordado como sumisión

Primero hicimos una pequeña instancia de formación en cuanto al valor del bordado. El bordado fue uno de los elementos de sumisión de las mujeres a lo largo de la historia. Las mujeres estaban recluidas a hacer su ajuar y lo que se llamaban textiles domésticos. Incluso estaban confinadas en un sector de la casa, que en el siglo 19 le decían “el retrete”. Se trataba de acallar, de alguna manera, su palabra. Eran horas dedicadas a la vida doméstica, meses allí sentadas las mujeres bordando. También lo hacían las clases altas, era como un elemento de prestigio, su carta de presentación en la sociedad. Leí que en México, en las escuelas, a las chicas les hacían hacer, ya desde los seis años, una serie de puntos, donde tenían que lograr la perfección. Esas piezas textiles se llamaban “dechado de virtudes”. Siempre pensé que cuando se decía de alguien que es “un dechado de virtudes”, se hacía referencia a una persona que era lo máximo en todo. Pues no, es un textil con numerosos puntos en los que se exigía a las niñas un paciente trabajo de horas de búsqueda de la perfección. Después de eso, las mejores bordadoras pasaban a las iglesias a bordar la ropa de las vírgenes y de los santos. Imagino que de ahí viene eso de “te vas a quedar a vestir santos”. (Adriana)

Siempre pensé que cuando se decía de alguien que es “un dechado de virtudes”, se hacía referencia a una persona que era lo máximo en todo. Pues no, es un textil con numerosos puntos en los que se exigía a las niñas un paciente trabajo de horas de búsqueda de la perfección

El bordado como lucha

De esa situación en la que el bordado estaba ligado a la vida doméstica, como un elemento de distinción o para el casamiento, se pasa a este momento en el que el bordado aparece como una forma de expresión abierta, sin límites. Donde la prolijidad o tener un saber ilustrado respecto a los puntos, no tiene ningún valor. Una no borda para que el punto festón te quede perfecto, sino para expresar lo que sentís. Hoy se pueden ver a muchísimas mujeres jóvenes con un bordado, donde expresan cosas que tienen que ver con la lucha feminista. Las imágenes bordadas están haciendo una iconografía muy valiosa. Y lo mismo con las disidencias; hay hombres y personas de otras identidades de género que bordan. El bordado salió del lugar de la reclusión al lugar del espacio público. Y lo hace de manera intempestiva, alegre, como lucha, como resistencia. (Adriana)

Memoria del Pozo

Las compañeras colombianas trajeron dos banderas para bordar y nuestra idea fue contar en ellas, a través del bordado, las memorias de lxs compañerxs detenidxs desaparecidxs en el Pozo de Quilmes. Este fue un centro clandestino de detención y tortura que funcionó en la Brigada de Quilmes ya desde el año 1974, es decir antes y durante la última dictadura cívico militar. Tenemos registro de 101 desaparecidxs que estuvieron en este Centro y 266 sobrevivientes, muchxs que ya fallecieron y otrxs que después de 45 años pudieron poner en palabras lo que pasaron y han testimoniado en el juicio que se lleva actualmente. Ahora es un Sitio de Memoria, en donde se llevan a cabo recorridas y otras actividades con respecto a la defensa de los DD.HH. en la actualidad. El colectivo que lo gestiona es muy amplio, está compuesto por la Secretaría de Derechos Humanos del municipio, y por diversas instituciones y organizaciones sociales, políticas, sindicales y de DD.HH. El SUTEBA forma parte de ese colectivo. El Pozo es un edificio de tres pisos, ensamblado a un chalet, que fue lo primero que hubo, y su nombre probablemente tiene que ver con lo que sintieron los sobrevivientes, en un sentido más sensorial, esto de descender los tres pisos para ir al garaje, de bajar a un “pozo”. Los militares y parte de los guardias, que eran de la policía de la Provincia Buenos Aires, lo denominaban el “chupadero Malvinas”. Era parte del “circuito Camps”, un conjunto de 29 Centros Clandestinos que estaban bajo el mando del general Camps, jefe de la Policía provincial durante esos años. (Leonor)

Arropamiento del Palacio de Justicia de Bogotá

Recuperar identidades

A cada compañera se le asignó el nombre de varios detenidxs-desaparecidxs del Pozo. Hubo que empezar a investigar sus biografías y sus recorridos. En función de eso, pequeñas figuras fueron tomando identidad. Les pusimos el nombre y algún rasgo desde la vestimenta; algo mínimo, pero que representara lo que esas personas fueron: además de militantes, eran seres humanos con actividades múltiples. En las banderas hicimos los cuatro espacios centrales donde se generó la represión: el barrio, la escuela, la fábrica y la Iglesia, para poner ahí las figuras. Después hicimos una jornada donde invitamos a algunxs sobrevivientes a coser en las banderas las figuras de quienes habían sido sus compañerxs en el Pozo. Luego ampliamos la convocatoria y participaron miembros de la Comisión Directiva de SUTEBA Quilmes y gente de los organismos de Derechos Humanos. Las compañeras del Centro Clandestino de detención El infierno, de Avellaneda, estuvieron toda una tarde cosiendo con nosotras. Finalmente, las banderas viajaron a Colombia, las mandamos por correo. Pero, lamentablemente, los días previstos en Setiembre fueron de intensa lluvia y tormentas, y toda la proyección que habían pensado Virgelina y su gente no se logró, porque el viento rompía las banderas. Pero ella nos dijo que no nos desanimáramos, que la lucha continuaba y que las banderas van a seguir hacienda su recorrido. Ahora nos estamos presentando, con un video de toda esta experiencia, a un certamen de la Subsecretaría de DD.HH. de la Provincia, Mayores con Derechos, en una categoría que se llama “Construcción de memoria”. ¿Por qué nos presentamos? Graciela, una de las docentes jubiladas bordadoras del Suteba, decía: “Entre otras cosas porque somos contemporáneos de les perseguides y desaparecides, les hemos conocido y compartido vida… Y porque hay que agregar un nuevo derecho, el derecho a militar, a participar activamente de la política como medio para transformar la realidad”. (Adriana)

Una no borda para que el punto festón te quede perfecto, sino para expresar lo que sentís. Hoy se pueden ver a muchísimas mujeres jóvenes con un bordado, donde expresan cosas que tienen que ver con la lucha feminista

Corazón y militancia

Aunque el bordado es una habilidad que no teníamos muchas, y me incluyo, este fue el puntapié inicial como para continuar con otros proyectos, que surgieron desde las compañeras mismas. Ahora estamos armando unas Carpetas por la Memoria, que es una propuesta de otro Sitio de Memoria, el Olimpo, y a la que nosotros le dimos una vuelta ligada a la experiencia que tuvimos con las banderas. Armamos equipos de trabajo con todas las compañeras que participaron del taller que van a contar la historia de vida de cada compañera trabajadora de la educación desaparecida durante la última dictadura cívico militar. Y el año que viene pensamos proyectar un gran arropamiento al Juzgado Nro. 1 de La Plata -donde se lleva a cabo el juicio de lesa humanidad por las brigadas de Quilmes, Banfield y Avellaneda- articuladamente con otras instituciones de derechos humanos y las Seccionales de SUTEBA en esos distritos. Este es un trabajo comprometido y ad honorem, hecho con todo el corazón y la militancia, que se va construyendo día a día. Es tratar de sumar nuevas generaciones que continúen esta lucha. (Leonor)

Nosotras sentimos que la justicia es una deuda que tiene la democracia en toda la región. ¿No sería maravilloso poder arropar los tribunales de Justicia de toda Latinoamérica? (Adriana)

Adriana Redondo: Docente universitaria; integrante del equipo de investigación del ex CCD Pozo de Quilmes como parte del Colectivo Quilmes, Memoria Verdad y Justicia; hacedora textil.

Leonor Romero: Profesora de Artes Visuales recibida en Bellas Artes. Licenciada en Educación recibida en la UNQUI. Directora de la Escuela Secundaria N° 71 de Quilmes. Secretaria de DD.HH de SUTEBA Quilmes.


[1] Docentes jubiladas de Suteba que participaron en el proyecto: Beatriz Aprile; Viviana Buscaglia; Viviana Caltaviano; Blanca Catano; Cristina Catano; Patricia Cávoli; Graciela Enciso; Carlos Gallardo; Graciela Guaragno; Mary Leyes; Marta Luperini; Adriana Maccario; Elsa Miranda; Miriam Morello; Estela Pérez; Adriana Redondo, Leonor Romero.