La necesidad de un cambio en la matriz productiva, la importancia del desarrollo científico tecnológico, el retroceso durante el macrismo y las expectativas ante un nuevo rumbo, el desafío que plantea el uso de los datos y la conveniencia de rescatar algunos aspectos de la Ley de Medios, los principales temas de esta entrevista con Alfredo Moreno.
737: ¿Cuál es la importancia del desarrollo científico tecnológico para la soberanía y el crecimiento económico del país?
Alfredo Moreno: La importancia es capital. Si no hay desarrollo científico tecnológico no hay ninguna posibilidad de que nosotros como país podamos tener un desarrollo industrial, empresas que produzcan artículos para el mercado nacional, para exportar, con todo lo que eso significa para la generación de puestos de trabajo. Si no hay desarrollo tecnológico solamente podemos confiar en que si hay lluvia y sol, hay buena cosecha. Pasamos a depender de los recursos naturales, y sabemos que hacer llover o hacer que haya sol no es algo que podamos manejar.
Y, por otro lado, en un país como el nuestro, donde la concentración de la tierra es muy alta, en todo caso si la naturaleza es bondadosa con la Argentina y genera buen clima, el trabajo en el campo es poco intensivo en mano de obra y al estar tan concentrado son pocos los que obtienen los grandes beneficios. En cambio, un modelo más industrial genera pymes como las que hay en la Argentina y en todos los países del mundo. En general las empresas que alimentan el motor del desarrollo económico en los países son las pymes, que contratan mano de obra local, con distinto tipo de calificación, y aplican tecnologías que son consecuencia del desarrollo científico tecnológico.
Ahora mismo lo estamos viendo. Por el tema de la pandemia, mucha gente empezó a consumir noticias de ciencia y tecnología: quién está produciendo vacunas, quién puede producir medicamentos que ayuden a atemperar los efectos del contagio, quién puede fabricar barbijos o respiradores. Y en esa amplitud vimos que cuando hay un fuerte apoyo del Estado para el desarrollo científico tecnológico, cuando hay un gobierno que inyecta fondos, junto con la experiencia importante que tienen las pymes de ingeniería en la Argentina (muchas de las cuales durante el macrismo cerraron o debieron resignarse a aguantar el temporal), se logran cosas como producir respiradores en el término de dos meses, como se han fabricado en la Argentina y han logrado contener la demanda producto del crecimiento de la pandemia. Y esos respiradores se han producido en fábricas de Tierra del Fuego, con aportes del Estado a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología, donde se integró al Instituto Nacional de Tecnología Industrial, la Cámara de Empresarios de la Industria Metalúrgica, y se han producido ya más de 3500 respiradores.
El hombre trabaja, modifica, produce, arma, crea. Y eso se puede hacer en el campo también, y entonces en lugar de vender materia prima vendemos latas con alimentos hechos con esas materias primas. Esa es la gran diferencia. Pero lograr un cambio en la matriz productiva no se hace en poco tiempo. Necesitamos tener continuidad política como país.
¿Depender de la naturaleza o invertir en tecnología?
737: ¿Se puede decir que hay una constante histórica en el sentido de que los gobiernos peronistas impulsan el desarrollo científico tecnológico y los regímenes neoliberales, atados a un modelo extractivista, desactivan esos procesos de desarrollo nacional?
AM: El peronismo siempre ha impulsado el desarrollo nacional, el desarrollo industrial. Y las pruebas están a la vista, desde el Rastrojero de la época de Perón; la industria de la aviación con el Pulqui, pensá que la Argentina fue uno de los países de Latinoamérica de mayor desarrollo de la industria aeronáutica, con su planta en Córdoba. Desde eso hasta hacer el Torino. En gran medida el peronismo siempre tuvo esa política. También hubo períodos de gobiernos radicales que impulsaron el desarrollo científico tecnológico, los temas ligados al petróleo, a la energía, la etapa de Alfonsín, por ejemplo.
Pero el problema es que no se logró cambiar la matriz de producción económica en la Argentina, porque nosotros para la industria necesitamos importar insumos básicos para poder producir otros productos, y para eso necesitás dólares. El campo no necesita importar nada. Ahora compran agroquímicos, pero Monsanto, feliz de poner sucursales y venderles directamente acá. No tienen que importar un chip, un circuito integrado que está patentado, autopartes para poder armar autos, como es el caso de la industria. Entonces, el desarrollo industrial siempre está con una diferencia de arranque respecto de la producción agropecuaria, porque necesita insumos básicos para la producción.
Nosotros tenemos la suerte de vivir en un país que está beneficiado por la tierra, el problema es la concentración que hay. Pero deberíamos poder trabajar en la tecnología que necesita el sector agroindustrial, tener un desarrollo agroindustrial, no solamente agrario. Es decir, vender productos con valor agregado y no solo materia prima. Eso es lo que hace la diferencia entre un país moderno y un país quedado en un concepto propio de la oligarquía.
La oligarquía siempre dependió de la naturaleza. Esos dichos que tenemos nosotros: “Argentina es un país tan rico que vos te comés una manzana, tirás las semillas y a los dos años tenés un árbol de manzana”, y no hiciste nada. La industria es todo lo contrario. En la industria vos tenés que trabajar. El hombre trabaja, modifica, produce, arma, crea. Y eso se puede hacer en el campo también, y entonces en lugar de vender materia prima vendemos latas con alimentos hechos con esas materias primas. Esa es la gran diferencia. Pero lograr un cambio en la matriz productiva no se hace en poco tiempo. Necesitamos tener continuidad política como país.
Cuatro años de retroceso
La experiencia reciente es terrible. Nosotros llegamos hasta fines de 2015 con una experiencia de desarrollo político –con aciertos y con errores- que nos colocó entre los ocho países con desarrollo satelital, cuando comenzado este siglo teníamos totalmente privatizado el sector. Y para no perder la posición orbital que teníamos asignada, Néstor dijo, ocupémosla porque Inglaterra se la va a llevar, y preguntó: ¿podemos hacer satélites? Y alguien le dijo: podemos hacer satélites, pero van a tener una integración importante, vamos a tener que importar muchas cosas para el primero. ¿Qué significa una integración importante? Que el 70 por ciento de los componentes tiene que ser importado. Y en el segundo por ahí bajamos a un 55; y en el tercero vamos a bajar a un 30 por ciento. “Bueno, avancemos”. Se hizo el 1, se hizo el 2, cambió el gobierno, el 3 no se hizo y ahora estamos retomando eso.
737: ¿Cuál fue la política ejecutada por el gobierno de Mauricio Macri?
AM: Un modelo de negocios. ¿Qué pasó con la industria aeronáutica argentina? Nos quedamos sin industria. El modelo que intentó el macrismo con Hughes, después de que vino Obama y dijo “señores, el negocio satelital es para las empresas norteamericanas que desarrollan satélites. ¿Cómo los van a desarrollar ustedes y va a haber un satélite 3 que va a tener una pisada de todo el territorio norteamericano hasta Tierra del Fuego?”
El convenio con Hughes se cayó porque era muy alevoso, y tenía que pasar por el Congreso de la Nación, ya que para modificar el patrimonio de Arsat tiene que haber una ley del Congreso. Se ve que lo estudiaron y vieron que no le iban a dar los tiempos ni los votos. Porque además de los distintos sectores del peronismo, también necesitaban los votos de los radicales, y hay muchos radicales que saben que es muy alevoso ese tipo de entregas. Por más que estuviesen en el gobierno (como hay muchos que ahora están en la oposición) y que hayan entregado las banderas históricas del radicalismo al neoliberalismo, porque no es el radicalismo de Yrigoyen ni el del general Savio. Entonces eso se frenó.
Pero se discontinuó durante cuatro años el plan satelital argentino. Ahora se está retomando, pero en cuatro años se fue gente, muchos físicos e ingenieros se fueron a trabajar a las empresas de Estados Unidos, cerraron pymes de ingeniería que se armaron alrededor del Invap que producían software y parte de la óptica del satélite. Todo eso hay que reactivarlo, volver a armarlo.
Cambio de rumbo
737: ¿Cómo ves la etapa actual, con el gobierno de Alberto Fernández?
AM: Obviamente hay otro rumbo. Se retoma el plan satelital argentino. Se está haciendo otro satélite, el Arsat SG1, que como beneficio por haber estado suspendido cuatro años (como la tecnología cambió mucho) va a ser mucho mejor de lo que iba a ser el Arsat 3. Pero cuando se orbite el SG1, si hubiese habido continuidad, tendríamos que estar orbitando el Arsat 4.
Nosotros vivimos en Buenos Aires y podemos ver contenidos que produce la gente de Palpalá, en Jujuy. O que los que viven en Palpalá vean una producción de Barracas, de Palermo o de Villa Crespo. (…) pero que tengan la posibilidad de ver contenidos propios, locales y nacionales, con lo cual también se abre un espectro de trabajo para la gente que hace la producción audiovisual
También hay un cambio de orientación en cómo pensar la conectividad en la Argentina, con el tema de las telecomunicaciones, tratar de llegar a todos los rincones del país, terminar con el despliegue de la Televisión Digital Abierta (TDA). Hay un plan de desplegar más antenas para cubrir el territorio nacional y también la Secretaría de Medios está armando una nueva grilla de canales, para volver a lo que había planteado en su momento la Ley de Medios, de canales universitarios, comunitarios, sindicales, donde cada comunidad o grupo produzca contenidos propios y pueda ofrecerlos como una diversidad de contenidos culturales, políticos y sindicales.
737: Ya que mencionás la Ley de Medios, ¿pensás que hay que retomarla o plantear alguna iniciativa en ese sentido?
AM: Yo creo que hay que hacer algo, pero no sé si se va a hacer con este gobierno. Hay que volver a la Ley de Medios. No a esa ley, porque pasaron muchos años e internet es una plataforma convergente. Hoy en día es como la cinta de Moebius, que está siempre dando vueltas en el mismo plano. Acá sucede lo mismo. Todo es internet. No está más la TV por un lado, las telecomunicaciones celulares, fijas, el cable por otro e internet por otro. No. Todo va a la plataforma de internet. Es el gran punto flojo de la Ley de Medios y eso hay que volver a revisarlo. Yo rescato mucho de la Ley de Medios la posibilidad de la producción local de contenidos. Nosotros vivimos en Buenos Aires y podemos ver contenidos que produce la gente de Palpalá, en Jujuy. O que los que viven en Palpalá vean una producción de Barracas, de Palermo o de Villa Crespo. Y también que puedan ver Netflix o lo que quieran ver, pero que tengan la posibilidad de ver contenidos propios, locales y nacionales, con lo cual también se abre un espectro de trabajo para la gente que hace la producción audiovisual, que por otro lado son carreras que tienen muchos alumnos.
El manejo de los datos
737: ¿Qué habría que hacer con el tema de los datos? Ya sabemos el uso comercial y político que hacen ciertas corporaciones. Pero la sociedad, el Estado, ¿qué rol deberían jugar? Hay quienes plantean, incluso, que las organizaciones sindicales podrían tener su propio big data…
AM: Yo creo que hay que hacer varias cosas. Primero, bienvenido que los sindicatos se metan en el tema del big data o en la ciencia de datos. Bienvenido que los sindicatos se metan en el tema de las redes sociales y en producir contenidos para esas redes sociales. El tema es que siempre se piensan esas herramientas con la estructura institucional del sindicato. Pero son pocos los sindicatos que tienen redes sociales, donde cada delegado debería ser un nodo de esa red social, y desde ese nodo debería estar conectado con todos los compañeros y las compañeras e ir abriendo una red nodal. Pero para esto tiene que haber una concepción desde la planificación del sindicato, que tiene que apoyarse en otras profesiones. En el sindicato vos tenés abogados, médicos, contadores, y después los propios compañeros que son los dirigentes. Ahora necesitan tener personal de tecnología de informática y comunicaciones, para que le abran la tecnología y vean cómo se puede incorporar en la concepción ideológico-política del sindicato. Por otra parte, para hacer big data tenés que tener datos, y para tenerlos necesitás sistemas de información que los produzcan.
Reitero, bienvenido que los sindicatos incorporen esto, pero lo primero es alfabetizar, generar charlas, mostrar el valor que tiene. El big data es como la estadística del siglo 21. Los datos viajan por la red, van a grandes servidores, se aplican métodos y modelos del big data y se sacan perfiles, se piensan estrategias para trabajar con ellos, y luego se generan contenidos para alimentar esos perfiles, contenidos que pueden ser saludables y buenos o que pueden generar manifestaciones de violencia y de odio como estamos viendo.
Entonces, ¿qué hace un país con todo esto? Hay muchas cosas que se pueden hacer, no hay soluciones absolutas. Pero una primera es obligar a las empresas. Todos usamos Google. ¿Por qué lo usamos? En el marketing hay una frase que dice: “si el producto te lo regalan, es porque vos tenés otra forma de pago”. No hay nada gratis. Google no es gratis, Gmail y YouTube tampoco. Todo el software que usamos y que decimos que es gratis porque no pagamos con plata, lo estamos pagando con otra cosa. ¿Y con qué lo pagamos? Con los datos.
Con respecto a la soberanía de los datos, la política pública que se puede empezar a discutir es llegar a acuerdos con esas empresas de las cuales nosotros usamos sus aplicaciones, como Google, para que haya almacenamiento de los argentinos en territorio argentino. Hoy eso es una posibilidad real porque se podría utilizar el Centro Nacional de Datos que tiene Arsat, o podrían armar data centers en la Argentina como los armaron en Brasil, pero que nuestros datos en la nube de esas empresas estén almacenados en servidores locales.
Intervención del Estado
737: En esta época de fake news y mensajes de odio cobran mayor relevancia estas cuestiones. ¿Pensás que el Estado debería intervenir de alguna forma?
AM:Yo creo que tiene que intervenir, y eso no atenta contra la libertad de prensa, porque también generan todo un contexto y le hacen creer a muchos que no hay libertad de prensa, y eso es mentira. Libertad de prensa no es trabajar para que la gente vaya a un domicilio a producir un escrache, con la responsabilidad que tiene un medio público como el diario Clarín cuando hace la convocatoria poniendo una dirección. Y promover acciones que van en contra de las políticas públicas, como en el caso del cuidado para no propagar el coronavirus.
El Estado tiene que garantizar que las ayudas que hace para el cuidado de la población tengan buen fin, y para eso tiene que investigar quiénes son los que están atentando contra eso. En el mundo de internet, de los dispositivos, vos lo que conocés son direcciones IP. Por eso se habla de troles. Los troles no tienen nombre y apellido, sabemos que son máquinas, robots que envían contenidos. Vos podés decir “este trol es el 195.0.120.40”, que es un número IP. Entonces el Estado tiene que hacer un monitoreo para ver dónde se originan esas noticias falsas, noticias agresivas, y decirles, “señores, no se pueden publicar estas cosas, porque atentan contra la salud pública”. Así como mucha gente pone cámaras, por seguridad, para ver quién entró a su casa y lo robó, el Estado tiene que poner cámaras para ver quiénes son los que están generando esos robos a las políticas públicas.
El Estado tiene que garantizar que las ayudas que hace para el cuidado de la población tengan buen fin, y para eso tiene que investigar quiénes son los que están atentando contra eso.
La salida
737: Para finalizar, ¿cómo viste al gobierno nacional durante la pandemia y qué imaginás para los próximos meses?
AM: Por un lado, creo que el gobierno hizo un gran trabajo con respecto al cuidado de la población, para crear la infraestructura necesaria para poder contener a las personas que contrajeron el covid. Se han hecho hospitales y no se saturó el sistema sanitario. También pensemos de dónde venimos. No teníamos ni Ministerio de Salud ni Ministerio de Ciencia y Tecnología, había hospitales sin terminar que la gestión de Macri y de Vidal dejaron abandonados. Y la prueba de esto que estoy diciendo es la provincia de Jujuy, con un gobierno que tampoco avanzó en infraestructura sanitaria y el virus le explotó en la cara.
El gobierno nacional en esto tuvo un gran logro. Yo, como argentino, me sentí cuidado y protegido. Ahora, también es cierto que llevamos muchos meses, y si bien hay políticas de ayuda, sabemos que no cubren todas las necesidades. Pero imaginémonos cómo sería la situación sin esa ayuda. Ahora viene la salida. Yo veo muy bien algunas iniciativas del Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. Me parece que hay mucho apoyo a las pymes, hay intenciones de incorporar tecnologías disruptivas, como la internet de las cosas, la inteligencia artificial. Y eso va a promover un salto tecnológico de actualización y la incorporación de mano de obra. Y hay otras empresas que no cerraron y que van a volver a producir, que tienen las máquinas cubiertas de tierra. Les tienen que pasar el plumero para sacudirles la tierra y las máquinas vuelven a funcionar, como ya empezaron a funcionar en algunos sectores.
Lo importante es que el rumbo es el correcto, la orientación es buena. En el sistema de ciencia y tecnología hay muy buena predisposición y expectativas favorables. Y todo el mundo está alerta porque vivió el período 2016-2019.