QUE LA POESÍA QUEDE EN EL AIRE

Reportaje a Fernanda Rodríguez

1661

¿Qué es lo que más te gusta enseñar? En un mensajito se lo pregunté a Fernanda Rodríguez, profesora de Literatura de Luján. Eso dio inicio a un ida y vuelta de audios de wasap donde Fernanda, que además se desempeña como Secretaria General de SUTEBA de ese distrito, habló del valor de la palabra, de buscar nuevos caminos para abordar la literatura y, sobre todo, de su pasión por la poesía.

Trabajé muchos años en una escuela rural, la Secundaria N°4 de Carlos Keen, que es un pueblito que pertenece a la ciudad de Luján. Con Griselda, la bibliotecaria, y las profes de literatura tratamos de darle importancia a todo lo que tiene que ver con la creatividad, con la expresión. No dedicarnos solamente a los contenidos que nos llegan desde los diseños curriculares, sino ampliar los horizontes para validar lo que es la literatura. Que lxs chicxs puedan sentirse parte, sentir que pueden ser escritores, escritoras, que pueden crear escritura.

Por ejemplo, inventamos un “pizarrón poético”. Con los alumnos de 2do año lo pintamos en una de las paredes del interior de la escuela. Un auxiliar, que era estudiante de artística, nos ayudó con la decoración haciendo un fileteado. La finalidad era que circule la poesía, que circulen los diferentes autores. Dos veces por semana poníamos algo de un autor o una expresión de un alumno o alumna. Eso gustó mucho, sorprendió más que nada. Lxs profes de la escuela y lxs chicxs se iban entusiasmando. Ya después una llegaba a la escuela y te decían: “quiero poner tal cosa o tal otra”. Eso nos daba mucha alegría a todxs.

Fernanda Rodríguez

Un año, basándonos de un programa del canal Encuentro, “Susurro y altavoz”, llevamos esa idea a la escuela. Los chicos creaban sus propias poesías y las salían a repartir por el barrio. Fue muy emotivo, salimos con micrófono y uno de esos parlantes grandes a regalar poesía a los vecinxs. Sorprendió mucho y salió muy bien. En una escuela en la que estoy en la actualidad estamos tratando de hacer un Instagram poético, rescatando el Pizarrón poético, que también está en esa escuela, para que lxs chicxs no pierdan el ritmo de lo que es la poesía.

Obviamente trabajo todo tipo de textos, pero le doy mucha importancia a la poesía. Siempre me gustó. Mis abuelos vivían en un pueblito cerca de Luján, Jáuregui. Yo pasaba mucho tiempo con ellos. Recuerdo las horas de la siesta. A la una, siempre, ellxs se acostaban a dormir, hasta las cuatro en que sonaban las campanas del reloj. En ese horario era como que se abría otro mundo. Él tenía una biblioteca enorme y yo leía los libros, no entendía mucho pero bueno… Tenía seis, siete años y me acuerdo que sacaba el Martín Fierro, una edición muy buena que tengo todavía, y leía, leía y leía. Es el día de hoy que me sé muchas estrofas de memoria. Después mamé mucho de mi mamá, siempre encontré algún libro de Benedetti, de Oliverio Girondo, nunca faltaban ese tipo de poesías. También escuchaba programas de radio relacionados. Me acuerdo de uno con Miguel Angel Solá y Blanca Oteyza que se llamaba “Cartas que vienen y van”.

Siempre me atrapó eso de lo poético. Me gusta enseñarle a lxs chicxs que una palabra puede tener distintas connotaciones. Jugar con los distintos significados que puede tener una palabra. Cuando empiezo a dar poesía a veces escucho “uyyy ¡qué aburrido!”, o un “¡qué cursi!”, pero siempre se terminan enganchando y eso me pone feliz. El año pasado que trabajé en aulas de aceleración, con chicos más grandes a los que no les importaba la poesía. Me dije “bueno les voy a dar haikus japoneses”.

Les llevé y les expliqué lo que era un haiku y después, a través del taller literario, con música japonesa de fondo, ellos empezaron a escribir tantas cosas de su vida, de la naturaleza, de lo que sentían… Lo presentamos en la escuela, y ellos se sentían importantes porque pudieron escribir poesías.

Hay una poesía de Oliverio Girondo que trabajo siempre en las escuelas, que se llama “Gratitud”.

La utilizo para que ellos puedan ver las cosas simples que uno puede agradecer en la vida. Y a partir de analizar eso, que ellos puedan reinventar o reescribir la poesía, reinventándose y ver lo hermoso de lo cotidiano, algo de lo que también habla ¿A dónde van?, la canción de Silvio Rodríguez.

Ahora con los chicos de 6to año, en las clases por zoom, estamos viendo alegoría, y me gusta no quedarnos con algún ejemplo común que estamos acostumbrados a ver sino como a abrir la mente, abrir el pensamiento. Parto mucho de la alegoría de la caverna, trayendo eso a los contenidos, a la realidad, a la sociedad de hoy. Cuando vemos Martín Fierro en 4to año les pido ponerse en el lugar de un docente o de un jubilado y contarlo en primera persona al estilo del Martín Fierro, traerlo a la vida, a la realidad, a lo cotidiano, darle un sentido.

Cuando tenía 16 años, viene a tomar mate un amigo de mi novio. Era más grande que yo. Le dije “mirá, te voy a hacer escuchar algo”. Y saqué un cassette con poesías de Benedetti. Este año cumplí 40 y en un videito que me hicieron él me dice “Nunca me voy a olvidar cuando me hiciste escuchar el cassette entero de Benedetti. Ahí conocí táctica y estrategia”. Bueno, gracias a mí conoció a Benedetti.

De eso se trata esto de enseñar ¿no?, compartir lo que uno conoce. Lo lindo y lo mágico de hacer querer la poesía. Eso depende de uno, llegar a los chicos, que quede algo en el aire, algo dando vueltas, algo poético.