LAS PESTES EN LA LITERATURA

Reportaje a Américo Cristófalo

1901

Américo Cristófalo revisó para Siete3siete algunas grandes obras de la literatura universal y nos cuenta como fueron representadas las pandemias y enfermedades y las similitudes con la actualidad.

737: ¿Cómo ha sido tu acercamiento al tema de las pestes en la literatura?  

«Los Novios» – Alessandro Manzoni – Tapa de la segunda edicion de Francesco Gonin (1808-1889) / Dominio público

Américo Cristófalo: La peste es un tema recurrente, tanto en la literatura como en el pensamiento occidental. Recuerdo una primera y muy impactante lectura juvenil de la novela de Camus. No hago investigación en particular sobre el tema, trabajo desde hace años en la Cátedra de Literatura del Siglo XIX, en la Facultad de Filosofía y Letras, en ese marco, y por razones de interés particular, leí dos clásicos sobre la peste, Diario del año de la peste, de Defoe y Los novios, de Manzoni. El primero de 1722, y de 1823 la segunda. La novela de Manzoni está asociada al género novela histórica en la tradición de Walter Scott, y en ese sentido, especialmente en los capítulos en los que narra la peste de Milán de 1630, incorpora una abundante documentación histórica surgida de archivos médicos y de gobierno; la crónica de Defoe, escrita bajo el temor de que la peste que asoló Marsella en 1722 se propagara en Inglaterra, narra acontecimientos de la gran epidemia de Londres entre los años 1664 y 1665. En el contexto en el que estamos retomé esas y otras lecturas  para pensar las representaciones literarias de la peste.

Más allá de las versiones teológicas, hay una fascinación por la calamidad, la guerra, la muerte, la ruina y la peste que atraviesan la literatura.

737: ¿Por qué te parece que la literatura ha tomado en determinados momentos como tema las pestes?

Es un tema de valor universal. Hay admoniciones bíblicas sobre la peste y relatos del mundo clásico en Grecia y Roma.  El registro medieval y antiguo entiende la amenaza, el desencadenamiento y propagación en términos religiosos. La peste se atribuye a una repentina forma de castigo divino. Una violencia desencadenada por la ira de dios. En los casos que cito, Defoe y Manzoni, está efectivamente presente ese elemento religioso.

En la Crónica, el narrador se somete a una tensión propia del contexto calvinista: quedarse en Londres y resguardar su negocio, o salir de la ciudad y cuidar la vida. Abre al azar una página de la Biblia, el salmo 91,  intuye ahí el sentido de una fuerza que va a protegerlo, y que autoriza su voluntad de no abandonar los bienes, decide permanecer en la ciudad, toda la crónica está fundada en esta decisión, muy claramente puesta en relación con la ética protestante.

La peste de 1348 en Florencia, grabado de Luigi Sabatelli para el Decamerón (Imagen:  Wellcome CollectionAttribution 4.0 International)

Los novios en cambio inscribe la peste en el relato de un vínculo plebeyo de “amor puro” cuyo obstáculo es la mediación de poderes y personajes señoriales. La peste aquí juega un papel redentor, el villano cae víctima de ella, y la historia amorosa se consuma. En cualquier caso, también aquí, aunque en contexto católico, la peste recibe una interpretación religiosa.

Más allá de las versiones teológicas, hay una fascinación por la calamidad, la guerra, la muerte, la ruina y la peste que atraviesan la literatura.

«EN LAS REPRESENTACIONES LITERARIAS SE PUEDE SEGUIR –ES UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO– LA IDEA DE QUE LA PESTE CONSTITUYE UNA ESTRUCTURA. (…) UNA ESTRUCTURA ES UN SISTEMA QUE REPRODUCE LÓGICAS Y FUNCIONES. LA PESTE ES UNA ESTRUCTURA DE LA FRAGILIDAD SOCIAL»

Dibujo medieval Anónimo (circa 1375) / Domino público

Me alejo algo de la pregunta para ensayar una hipótesis. El célebre capítulo “Panoptismo”, en Vigilar y castigar, de Foucault, comienza por señalar una serie de políticas relativas a la administración de las crisis epidémicas. Foucault deduce la génesis de lo que llama “biopolítica” a partir de la peste de Marsella en 1742. Hay un conjunto de políticas, aislamiento preventivo, control de circulación de personas, cierre de fronteras jurisdiccionales, cuidados sanitarios, atención del desborde y prohibición de ritos funerarios, cumplimiento de cuarentenas, etc. Para Foucault, las acciones de salud pública, unidas a transformaciones modernas de los paradigmas médico científicos, fundan a partir del siglo XVIII políticas de Estado dirigidas a promover un sistema de control de la vida y los cuerpos. Prácticas correlativas a formas institucionales (la cárcel, el manicomio, las políticas de sexualidad, la educación) que se rigen asimismo por dispositivos de control biopolítico.

Diría respecto de esto último, muy intensamente recobrado en los debates actuales acerca de la administración de la emergencia sanitaria, que puede rastrearse en la tradición literaria, desde las crónicas antiguas y medievales hasta la epidemia de Orán de los años cuarenta en La peste de Camus. Quiero decir: en las representaciones literarias se puede seguir –es una hipótesis de trabajo– la idea de que la peste constituye una estructura.

737: ¿Podés ampliar esto?

Si. Lo veo como una lógica que tiende a repetir motivos sustantivos con variaciones históricas. Una serie de constantes con giros y mutaciones que pertenecen al estado de situación de las tecnologías, los saberes y las prácticas de época.

Tanto en Los novios como en el Diario de Defoe, que documentan sucesos del siglo XVII (un siglo antes de lo que supone Foucault), se reconocen tensiones y acciones que no difieren sustancialmente de las experiencias que atravesamos hoy. Enumero: dilemas y antagonismos entre el estado de la economía y la salud pública, instrumentación de acciones de aislamiento, estigmatización del infectado o de quienes están en riesgo de serlo, crisis de los sistemas sanitarios, confinamiento,  construcción de espacios para mantener apartados  a los enfermos (los llamados lazaretos), paralización de la vida corriente de la ciudad, cómputo de infectados y muertos, desborde de cadáveres en las calles, fosas comunes, interrupción de las ritualidades mortuorias, asesoramiento médico del gobierno, interrogación generalizada acerca de la procedencia del mal, asistencia alimentaria a las familias aisladas, impuestos especiales a la riqueza para sostener la crisis, control policial de la calles y de la movilidad, cierre de fronteras y puertos, trabajos esenciales (“juntacadáveres, examinadores de casas en cuarentena y distribuidores de comida”), expectativas de salvación en la medicina y la religión, incertidumbre moral, miedo, carácter desconocido de la amenaza, terror a la muerte, y sobre todo al modo de morir. Es muy notable encontrar en textos antiguos estos y otros datos muy coincidentes con lo que hoy atravesamos. Una estructura es un sistema que reproduce lógicas y funciones. La peste es una estructura de la fragilidad social.  

En cierto modo, los discursos neoliberales contemporáneos, ahora negacionistas, dieron también lugar a la creencia de que el capitalismo había construido una muralla protectora. Pero la peste regresa para mostrar la desnudez última de la crisis civilizatoria del capitalismo contemporáneo.    

737: ¿A qué te referís con esto de “una estructura de la fragilidad social»?

Imagen: De Rerun Natura. Lucrecio. 1675 Edicion de Tanaquil Faber / Dominio público

Tomo esta idea de fragilidad social de los relatos que en general muestran la conmoción, la suspensión y los estragos de la vida en común. En “La peste de Atenas”, último capítulo de La naturaleza de las cosas, Lucrecio (S I, ac) describe, retomando La Guerra del Peloponeso, de Tucídides, la epidemia que devasta Atenas en el 430 ac. Es un final largamente comentado, Lucrecio cambia el régimen expositivo-argumentativo del poema, destinado a referir el materialismo atomista de Epicuro, y pasa a un momento de narración dramática, estilísticamente enigmático. Hay interpretaciones muy diversas. Me interesa la idea de que el capítulo forma parte de un discurso paródico orientado a desnudar la idealización griega de la ciudad. La ciudad en Grecia fue por definición una construcción donde queda excluido todo signo de violencia; nada violento puede suceder en ella, se rige por la tolerancia y el intercambio político en la plaza pública, la ciudad (y Atenas en este sentido se concibió como la realización más alta) es la figura cabal de un modelo civilizatorio que protege la vida de las amenazas y peligros de la barbarie. La ciudad es en sí un esquema jurídico  político de inmunización, un modo de controlar los motivos autodestructivos de la vida social. Sin embargo, ahí está la peste para desmentirlo. Algo de lo que la ciudad había previsto protegerse regresa sobre ella, le infunde alarma  y la envuelve en desorden y catástrofe. En el capítulo inmediatamente anterior, Lucrecio presenta un conjunto de argumentos, perfectamente correlativos con la teoría atomista, que muestran el carácter lábil de la materia, los cuerpos están constituidos y rodeados de espacios vacíos, aun la materia presuntamente dura y compacta (piedra, metal) está tocada por esa cualidad. Este capítulo cierra con una notable exposición sobre el contagio. Por esos conductos vacíos, en el carácter incompleto de los cuerpos, es por donde entra y circula lo que va a contagiarse.  De Rerum Natura  avanza en el sentido de un sostenido debate con la superstición, con las formas ilusorias de representarse el mundo, con los dioses, el sortilegio, la sugestión, y aun con la física aristotélica del motor inmóvil, de las causas y los efectos. Una vía para despejar el terror a la muerte que termina sin embargo con un fresco impactante sobre la muerte y la calamidad social. En cierto modo, los discursos neoliberales contemporáneos, ahora negacionistas, dieron también lugar a la creencia de que el capitalismo había construido una muralla protectora. Pero la peste regresa para mostrar la desnudez última de la crisis civilizatoria del capitalismo contemporáneo.    

Toda casa contaminada ha de ser señalada

Del período medieval hay una gran muestra documental, las crónicas de corte y los relatos de clérigos y médicos, así como versiones literarias de la danza de la muerte; Bocaccio abre el Decamerón con una detallada descripción de la peste de Florencia. Hay sin duda un vastísimo recorrido, de Sófocles a Dostoievski, de la lírica popular a Poe, de Lucrecio a Artaud, a Camus, que ha tomado el vector de la peste como gran asunto de la condición humana.

Américo Cristófalo

Américo Cristófalo: profesor de Literatura del Siglo XIX, ex director de la
carrera de Letras, ex vicedecano y actual decano de la Facultad de Filosofía
y Letras, UBA. Ha dirigido y dirige diversos proyectos de investigación, y
ha publicado numerosos artículos, ensayos y libros.