Entrevista con Marcela Mendoza
La pandemia marcó un antes y un después. Llegaron alumnas y alumnos con características diferentes de las que la escuela conocía. Hubo necesidad de armar equipo y pensar nuevas estrategias. Recibir un alumno con diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista fue una oportunidad de aprendizaje: hubo que deconstruir y volver a construir. Marcela Mendoza, Directora Titular de la Escuela Primaria N° 2, del Distrito de Quilmes, relata a Siete3siete el proceso que llevó a habilitar dentro del ámbito escolar un “espacio de calma” para poder ser utilizado por todxs lxs estudiantes y situaciones que lo requieran.

“Ingresé a la escuela trabajando como Orientadora Educacional. En mis planes, cuando empecé, no estaba ocupar ningún lugar en el Equipo Directivo, pero bueno, me enamoré de esta escuela y los amores son así. Una se va involucrando, involucrando, y luego de veinte años decidí concursar. En algún momento de nuestra carrera una siente que es necesario ocupar otros lugares”.
“Fue para mí un gran desafío habilitar espacios en la escuela. Pero con el tiempo me fui dando cuenta que una no solo tiene que habilitar espacios, sino que también los tiene que habitar. Y que en la escuela hay un montón de espacios que no son habitados. A veces creemos que el acto educativo solo se da dentro del salón pero luego se empieza a descubrir que desde que abrimos la puerta e ingresamos a la escuela el acto educativo empieza a cobrar vida”.
Fue para mí un gran desafío habilitar espacios en la escuela. Pero con el tiempo me fui dando cuenta que una no solo tiene que habilitar espacios, sino que también los tiene que habitar.
“Durante estos años, que son muchos, he visto mucha población pasar por acá, inclusive madres y padres, y hasta abuelxs que traen hoy a quienes han sido alumnxs míos, han pasado por el equipo de orientación, han pasado por la escuela. Esto crea como un mayor compromiso, ¿no?”
“Estos tiempos traen muchos desafíos. La pandemia fue un antes y un después. La tuvimos que transitar con mucho trabajo, tuvimos que reinventar, que reaprender a vincularnos, valorar más la importancia de la mirada, de la caricia, del abrazo. Y cuando volvimos, encontramos otra escuela. La que conocíamos ya no estaba más, y nosotrxs no éramos los mismos. Tampoco las familias ni lxs chicxs”.
“Hace aproximadamente tres años empezamos a tener alumnas y alumnos con características diferentes a las que conocíamos. Eso fue un gran desafío. Cuando comenzamos a ver niñas o niños que presentaban conductas disruptivas, que se desregulaban –incluso vimos también que muchas veces, por desconocimiento, nosotrxs mismxs éramos partícipes de esa desregulación- nos empezamos a plantear que había que armar equipo y nuevas estrategias”.

“Asumimos esta frase que circula tanto ahora: que la escuela sola no puede, la familia sola no puede. Desde hace ya varios años tenemos un leiv motiv que se llama Familia más Escuela. Que no es algo fácil, porque no siempre tenemos claro, ni nosotrxs ni la familia, dónde terminan derechos y obligaciones. Por ejemplo, yo familia, siendo parte de la escuela, ¿puedo decir qué maestra quiero, cómo quiero que sean las cosas? Todos necesitamos esos límites para poder crecer”.
“Llevo siete años como Directora en esta escuela y antes fui Vicedirectora. Tuve que aprender un montón, porque cuando uno ocupa un lugar, piensa que va a cambiar el mundo y después se va dando cuenta, que sola no puede cambiar nada. Como comencé en el Equipo de Orientación Escolar éste tiene una característica: no se trabaja de otra manera que no sea en equipo. Yo necesito siempre que estén alrededor con la crítica, con las diferencias, con todo. Porque eso es lo que enriquece nuestro trabajo”.
“Empezaron a venir niñxs con conductas disruptivas que iban más allá de un capricho o un problema de aprendizaje, y que requerían el compromiso y la corresponsabilidad de toda la escuela, desde la auxiliar hasta el Equipo Directivo, todxs participando, todxs entendiendo que son alumnas y alumnos nuestrxs, que van a circular por distintos espacios. Como decía antes, estamos acostumbrados a que el acto educativo sea en el salón, y nuestrxs estudiantxs nos enseñaron que hay otros espacios. Incluso los que a veces ellxs decidan, y que nosotrxs tenemos que acompañar. También nos sirvió mucho no hablar de integración sino de inclusión; entender cuál era esta gran diferencia. Y empezamos a hablar con las familias. Es un largo camino, donde hay que explicar un montón de cosas, y donde siguen sin entender un montón de otras. Madres y padres tienen expectativas con respecto a sus hijos e hijas, y al igual que todxs exigen el derecho de elegir en qué espacio quieren que sus hijxs transiten las dificultades. Nosotrxs compartimos eso, pero a la vez la escuela también tiene miedo frente a lo nuevo, frente a lo que no sabe”.
estamos acostumbrados a que el acto educativo sea en el salón, y nuestrxs estudiantxs nos enseñaron que hay otros espacios. Incluso los que a veces ellxs decidan, y que nosotrxs tenemos que acompañar
“Armar equipo implica muchas veces que en los equipos hay gente que es muy capaz profesionalmente y gente que tiene muchas ganas. Las dos son necesarias, quien sabe mucho y quien tiene ganas. Quien tiene ganas va a tener la posibilidad de poder aprender en el proceso y quien sabe mucho va a tener la posibilidad de compartir ese conocimiento con el resto. Cada docente tiene su ideología y su idiosincrasia y es necesario llegar a un acuerdo; compartir implica un proceso”.
“En el sistema educativo si el personal no es titular entra y sale de la escuela. Entonces, conformábamos el equipo y por diferentes razones que tienen que ver con el sistema, algunx era desplazado y se iba a otra escuela, y teníamos que reemplazarlx. Tengo que reconocer que tuvimos por parte de nuestras Supervisoras mucha libertad para poder actuar. Se necesita libertad y la libertad implica que te podés equivocar, que te vas a equivocar. Creo que tenemos que hacer un uso constructivo del error pedagógico y decir, bueno, no era por acá”.

“Hace tres años llegó un estudiante y una familia que nos marcó, que nos enamoró. Fue un antes y un después en un montón de cosas. Fue una oportunidad para aprender y para decir, bueno, nos podemos equivocar. Tuvimos que monitorear, volver a evaluar, hubo crisis en donde nosotrxs tuvimos algo que ver porque no nos dimos cuenta, por ejemplo, que no lo podíamos cambiar de espacio. Tuvimos la oportunidad de encontrar justo la familia, encontrarnos justo nosotrxs, y sentir que podíamos decir: “esta vez nos equivocamos nosotrxs”.
“Este alumno tenía un diagnóstico TEA (Trastorno del Espectro Autista). Lo primero que hicimos fue buscar a alguien que nos asesore. Pudimos armar una reunión con todo el equipo y empezar ahí a sumar voluntades. Nos dimos cuenta que más allá de lo que todos teníamos que estudiar -deconstruir y volver a construir-era muy importante la voluntad: que unx quiera. No era quedar a un costado o que viniera una acompañante y entonces el niño o la niña “no es nuestrx”. No, era de todas y todos. Aquí teníamos una familia presente, teníamos un Centro, teníamos docentes, teníamos un profe de educación física, teníamos un equipo de orientación”.
Nos dimos cuenta que más allá de lo que todos teníamos que estudiar -deconstruir y volver a construir-era muy importante la voluntad: que unx quiera. No era quedar a un costado o que viniera una acompañante y entonces el niño o la niña “no es nuestrx”. No, era de todas y todos.
“Con ese niño aprendimos un montón, también con su mamá y su papá. Tuvimos avances y retrocesos, porque no es fácil. A veces uno puede crear un ambiente para que el otro o la otra se sienta bien, pero inconscientemente crea un ambiente donde provoca una crisis. Ellxs nos enseñan: así no. Desde el Equipo Directivo y junto al Equipo de Orientación vamos viendo los tiempos de la maestra; la maestra acá es clave. ¿Cuánto tiempo el niño o niña puede permanecer bien?, ¿dos horas?, bueno, vemos qué podemos hacer las otras horas y ahí aparece la corresponsabilidad de qué otros espacios se pueden ocupar”.
“Después empezaron a llegar otrxs niñxs que necesitaban otras cosas. Esta escuela articula con una escuela secundaria orientada en Danza, eso implica que hay música, hay ensayos, hay que compartir espacios… Esto a veces es muy difícil porque hay chicxs a quienes el sonido muy alto los desregula. Nos fuimos dando cuenta que hacían falta otros espacios y otra situación para volver a la calma y para lo que cada unx necesita para poder transitar este maravilloso camino que es el aprendizaje. No todxs aprendemos de la misma manera y no todos los espacios están preparados para eso. Y estas situaciones nos llevaron a la construcción de este espacio”.
“Cuando tuve que concursar me enamoré de la Ley de Educación, me enamoré del capítulo de inclusión del Diseño Curricular, y empecé a soñar que mi escuela podía tener esos espacios. Revisando la escuela y revisitándola, viendo los espacios que tenemos, que muchos son compartidos, empezamos, con lo que teníamos, a cerrar un espacio que está cuando unx entra a la Dirección. Compramos una cortina para cerrarlo, para hacerlo un poquito más privado; y como el piso es de cerámica compramos un piso de goma eva que permite que lxs niñxs ahí se pueden sacar las zapatillas; también pusimos almohadones para que se puedan acostar. Lo llamamos Espacio Azul por el vínculo de ese color con la calma”.

“Estamos viendo de poner unos parlantes para poner música suavecita o diferentes tipos de luces. El sueño que parece que se va a ser realidad es que las cortinas se transformen en unos paneles insonorizados; o sea, estaría cerrado, con una puerta. Y nos permitiría poner a disposición de lxs chicxs diversidad de elementos. De a poco lo vamos a ir haciendo, no es algo imposible. Nosotros acá recibimos la mercadería toda en cartones y en la esquina justo tenemos un lugar que los compra. Los llevamos ahí y lo vendemos, y eso nos permitió comprar un montón de cosas. El problema ahora es que como es más barato importar, el proceso es otro y el cartón pasó a valer cuarenta pesos, así que ya no podemos recaudar tanto”.
“Nuestra idea es que a ese espacio vayan todxs los estudiantxs que necesiten ese momento de calma, incluso que puedan trabajar ahí. Que ese espacio sea útil para aquella situación que lo requiera. Otra posibilidad surgió el otro día, en primer grado probaron algo: se compró un proyector, entonces llevaron el piso azul y los almodones y en vez de proyectar en el pizarrón, se proyectó en el techo, y todos estaban acostados. Parece una simpleza, pero es un montón. Es transformar los espacios, y se puede hacer con lo que tenemos y con lo que podemos. Otro proyecto que hicimos el año pasado fue Yo te banco. Se habían roto un montón de sillas, entonces con los esqueletos de las sillas armamos bancos, diez, cada uno con una frase diferente: “acá te cuento un chisme”, “acá te cuento un chiste”, “acá nos abrazamos”, “acá nos reimos”…
Es transformar los espacios, y se puede hacer con lo que tenemos y con lo que podemos
“Nosotrxs tomamos el Día de Concientización del Autismo, el 2 de abril, para visibilizarlo con la comunidad, si bien lo hablamos todo el tiempo. Porque yo decía antes que las nenas y los nenes que tenemos son de todxs en la escuela, pero no solamente de los docentes, también de sus propios compañeros. Ellxs ya saben que cuando tal o cual compañerx está por ahí le dice “vení que te llevo al grado”. Lxs propixs niñxs le explican a sus familias. La palabra autismo circula acá pero no circula como un rótulo. He escuchado a niñxs de segundo, cuando viene una maestra suplente, decirle “él es autista, tenés que hablarle lento y él no escribe en el cuaderno”.

“Con todo esto no quiero romantizar, porque hay días que son difíciles. Días donde la niña o el niño vino mal, y tenemos que llamar a las familias. A veces algunxs van a Centros, y entonces nos tenemos que comunicar para poder ajustar detalles. Por suerte tenemos dos Equipos de Orientación Escolar, uno a la mañana y otro a la tarde. Todos los días tengo una Orientadora Educacional, una Orientadora del aprendizaje y una Orientadora Social; y una de las Orientadoras Sociales hace 30 años que trabaja en la escuela, o sea que conoce al dedillo a las familias que tenemos que orientar. Incluso la Secretaria de la escuela hace 28 años que trabaja aquí y conoce la historia de todas las familias. Cuando la mamá o el papá fueron alumnxs nuestrxs, escuchan de otra manera, procesan de otra manera. Pero repito hay momentos difíciles, en donde la familia pasa por un proceso complicado, o en donde el propio equipo que se conforma pasa por un proceso arduo. Las familias que vienen con una niña o un niño con dificultades vienen con un camino transitado, un camino difícil muchas veces: no los han aceptado en otras escuelas o los han rotulado con un diagnóstico. A veces la mamá o el papá vienen y nombran un diagnóstico, pero nosotrxs simplemente le preguntamos ¿cómo se llama?, ¿cuántos años tiene?, ¿cómo es? Porque cada unx de nosotrxs es único, irrepetible, y necesita determinadas cosas. Para eso está la escuela”.


Marcela Beatriz Mendoza
Psicopedagoga.Prof. Especializada en Aprendizajes tempranos. Actualmente trabajo como Directora en la E.P. 2 PCIA. DE SANTA CRUZ QUILMES.CENS 457 – QUILMES