NO SOMOS SI NO ESTAMOS EN LOS DISCURSOS

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737: ¿Cómo fue tu acercamiento a estas problemáticas?

Lucía Peyrano: Me formé en la Universidad de Buenos Aires, en antropología sociocultural -y también como docente porque hice las materias pedagógicas-, y me orienté a las problemáticas de género. Mi camino militante dentro de los feminismos me ha aportado mucho conocimiento. Siempre pensé en la importancia de lo simbólico y el lenguaje. Hace unos años presenté un proyecto para el diario cooperativo Tiempo Argentino para dar un taller sobre lenguaje, género y poder. La primera versión salió como taller de “lenguaje inclusivo”, luego, puse en tensión esa palabra “inclusivo”. El taller era una invitación a pensar el lenguaje como una excusa a todas las problemáticas vinculadas a las desigualdades de género.  El lenguaje es el canal por donde reproducimos, construimos, legitimamos o, también, donde deconstruimos o rompemos. No podemos escindir las relaciones de poder en el análisis del lenguaje. Es una cuestión de poder el que haya quienes tienen legitimidad de decir qué entra, qué sale, qué es legítimo que utilicemos en el lenguaje. No podemos olvidar que la Real Academia de la Lengua tiene detrás una historia de colonialismo, de conquista, que hay que poner en discusión.

737: No resulta fácil modificar el lenguaje que hemos aprendido, ¿cuál fue tu proceso?

Lucía: Bueno, empecé con el arroba y después fue la “x” y la “e”. También comencé a buscar qué otras palabras se podían usar. Por ejemplo en lugar de hombre, humanidad; ver qué otros recursos existen ya en nuestro lenguaje para poder abandonar ese androcentrismo que existe. Si tenemos la sensibilidad de querer ver dónde reproducimos, a través del lenguaje, las desigualdades concretas y materiales podemos empezar a advertir cosas en las que hasta entonces no reparábamos. Es como descorrer un velo, abrir una ventanita y empezar a mirar.

El lenguaje es el canal por donde reproducimos, construimos, legitimamos o, también, donde deconstruimos o rompemos. No podemos escindir las relaciones de poder en el análisis del lenguaje. Es una cuestión de poder el que haya quienes tienen legitimidad de decir qué entra, qué sale, qué es legítimo que utilicemos en el lenguaje

737: El uso de la letra “e” es todo un tema.

Lucía: La letra “e” irrumpe, es una forma de incomodar cuando utilizamos los genéricos, los plurales con la “e”, pero siempre hago una advertencia con respecto a las identidades no binarias que están empezando a visibilizarse. No es que no existían sino que están empezando a visibilizarse, a reconocerse. Están emergiendo otras formas de habitar este mundo saliendo de los mandatos y los estereotipos de género. Tanto de los mandatos masculinos como de los mandatos femeninos. Ahí la “e” aparece como derecho. En un país como Argentina, bastante pionero con respecto a la legislación en materia de género, la letra “e”, el neutro y el pronombre “elle” aparecen como una alternativa a representar la identidad de género para personas no binarias. Para mí no hay debate: cuando hablamos de identidades no binarias, utilizar el pronombre “elle” y todas sus coherencias gramaticales con la “e”, es el derecho de esa persona. Ahora bien, como docente, como capacitadora, soy estratégica. Irrumpir con esas “e” en plural para hablar -“nosotres” por ejemplo- en mi grupo de amigues, sé que ahí no voy a tener censura o no voy a dejar de ser escuchada.  Pero si necesito transmitir un mensaje con el que quiero llegar, sé que a veces la “e” es una manera de que me deslegitimen el mensaje. Hoy esto pasa en los trabajos y pasa en las escuelas. Es una cuestión compleja, que abre un montón de variables.

737: En nuestra Revista, donde utilizamos la “x”, muchas veces recibimos en las redes comentarios del tipo “¡Qué vergüenza, docentes que no saben escribir, que no respetan el lenguaje!”.

Lucía:  Una advertencia con respecto a la letra X: el uso de esta letra puede volverse capacitista para personas que tienen cierta discapacidad visual y utilizan las aplicaciones que traducen el texto a audio. Todavía la perspectiva de género no llegó a quienes crean esos sistemas y la letra X no está contemplada como una letra. Entonces “lxs” se escucha l-x-s y es muy dificultosa la comprensión del texto para esas personas. Con la x queremos incluir pero tenemos que contemplar esta interseccionalidad tan compleja que implica poder llegar a todas las personas por igual. Soy más promotora de poder brindar estrategias para abandonar el sexismo. Los genéricos masculinos, por ejemplo yo ya no los utilizo. En todo este recorrido que tengo, me programé en que yo no uso masculinos genéricos ni cuando escribo ni cuando hablo. En el mundo docente, donde la mayoría, somos “docentas” con A, somos mujeres o somos feminidades, esto es algo para tener en cuenta; no solo en el discurso sino para entender qué es habitar siendo docente mujer. Donde probablemente tenga que realizar las tareas de cuidado en las que somos socializadas las mujeres, quizás con hijes, tenemos que cuidar a una madre, una abuela, un suegro… Entonces cuando hablamos de problemáticas vinculadas a las docentes, tenemos que ver esta doble tarea. Tenerlo presente para las políticas públicas, para las paritarias. Hablar de las docentas y no invisibilizar. Somos una comunidad y probablemente seamos diversas y no todas tengamos la misma forma de habitar como mujer nuestro género.

737: Decías antes que el lenguaje posibilita problematizar las relaciones de poder.

Lucía: No somos sin el lenguaje. Somos la única especie animal que hemos producido el símbolo para comunicarnos. Tanto puede ser una potencia transformadora como una reproducción de las desigualdades. No somos si no estamos en los discursos. No tengo tantos años pero yo en mi infancia no escuchaba las jugadoras de fútbol, las ingenieras; no estaba en mi imaginario. Si empiezo a escuchar, y a tener, por ejemplo, una médica travesti, entonces aparece en el imaginario. Si, mi médica es travesti, punto, no pasa nada, es una persona que tiene las mismas capacidades y habilidades que cualquiera. Es importante visibilizar en el discurso a todas las identidades, porque si no existen en el discurso, pasan y pasamos por procesos en donde se vulneran derechos. Empezar por el discurso es muy importante, poder verbalizarlo y que empiece a instalarse en nuestros imaginarios. Hace poco se sancionó la Ley de Cupo Laboral Trans, y se escucharon en las Cámaras discursos impensados años atrás. Diputadas y diputados tuvieron que aggiornarse, hay un cambio de paradigma, un cambio de época, donde se empiezan a hablar y se ponen sobre la mesa estas cosas. Por supuesto que es un proceso, no es automático, no es que mañana todas las compañeras trans, travestis, van a tener trabajo. Pero bueno, estamos en este camino. El lenguaje tiene potencia transformadora, instala agenda, pone en debate y abre puertas como para pensar otras cosas más estructurales.

Están emergiendo otras formas de habitar este mundo saliendo de los mandatos y los estereotipos de género. Tanto de los mandatos masculinos como de los mandatos femeninos. Ahí la “e” aparece como derecho

737: Hiciste referencia al comienzo a tus reparos a hablar de lenguaje inclusivo.

Lucía: Milito erradicar la expresión lenguaje inclusivo. Yo quiero usar la expresión lenguaje y comunicación con perspectiva de género, porque hay problemáticas de desigualdades de género que están reproducidas y legitimadas por el lenguaje. Hay que poner en tensión esa expresión -incluir, inclusivo- porque inclusión implica que hay exclusión primero. Si estamos tratando de incluir es porque de base hay alguien que está afuera, alguien que no entró. Ahora, ¿quiénes somos los que incluimos o de quién estamos esperando autorización?, ¿quién marca ese límite, el afuera, el adentro? La expresión lenguaje inclusivo es una expresión que lamentablemente se acuñó en el imaginario, se piensa “en el lenguaje inclusivo hablan con la “e”. No, la verdad que no. Es otra cosa mucho más grande y profunda lo que estamos planteando, un cambio revolucionario en las formas de expresión, en las formas de comunicación, mucho más que una letra. Poner en tensión esto de la inclusión nos vuelve a traer al tema del poder. Hoy naturalmente hablamos del mouse, la web cam, internet, google, gmail, estar muteado… Una maestra dice “Mándenme un mail” y no pasa nada; ahora, la maestra dice “Chiques, mandenme un mail”, y la echan de la escuela.

737: ¿Cómo comenzar a trabajar este tema?

Lucía: Una pregunta a hacer es: ¿te incomoda la desigualdad?, ¿te preguntaste si alguna vez te sentiste afuera del lenguaje?, ¿te sentiste que eras invisible?, ¿sentiste incomodidad de decir quién eras, quien es tu pareja, tu vínculo sexo afectivo? Probablemente muchas personas heterosexuales, blancas, cisgénero, van a decir no, yo siempre me sentí adentro, nunca me sentí excluida. Y quizás quienes estamos más al margen, o al borde, o irrumpiendo, vamos a decir sí. Por ejemplo, nos da miedo decir ciertas cosas de nuestra orientación sexual porque nos pueden echar del trabajo. Te dejan fuera por tu deseo, que es lo más íntimo de una persona. Yo voy por la pedagogía de la pregunta; es muy esperable que si una persona fue socializada como varón porque su sexo al nacer fue varón, cumplió con los mandatos de género, tuvo acceso a su educación, a un trabajo, se pudo desarrollar sin que nadie lo discrimine, probablemente no tenga esta sensibilidad. Tiene que ver, yo hago la comparación siempre, con la conciencia de clase. Hoy la conciencia de clase no alcanza, hay que pensar también en términos de conciencia de género. Es un proceso y tiene que ver con una revisión de la propia subjetividad, de cómo construimos nuestra propia identidad. Todas las personas construimos identidad de género, no solo las personas trans o las personas no binarias; todas pasamos por ese proceso. Todas habitamos de alguna forma, construimos de alguna forma. Y hay que trabajar con la información, con datos, con lo que pasa en la realidad, con las desigualdades, con las violencias de género. Pensar conciencia de clase, conciencia de género, pensar también la discapacidad. Estamos yendo a una interseccionalidad donde hay que tener en cuenta todo en el camino hacia la igualdad, porque si no alguien siempre se queda afuera en este mundo, que ya hay bastante gente afuera.

Lucía Peyrano
Profesora en Cs. Antropológicas con orientación Sociocultural, por la UBA, y diplomada en Género, Sociedad y Políticas por PRIGEPP-FLACSO. Investigadora independiente sobre el alcance y aplicación de la Educación Sexual Integral y las transformaciones en el lenguaje vinculadas a la conquista y ampliación de derechos. Organiza talleres y capacitaciones para docentes, instituciones y organizaciones sociales. Integra y coordina el  Espacio de Formación de la Cooperativa Diario Tiempo Argentino en donde también es docente del taller virtual permanente de comunicación con perspectiva de género.