¿Cómo viven lxs niñxs la situación de aislamiento? ¿Qué sienten, qué piensan? ¿Cómo acompañarlos, a ellxs y sus familias? No se trata de generalizar, de hacer teorías que etiqueten, coinciden lxs entrevistadxs, psicólogxs que atienden niñxs en los Centros de Salud de SUTEBA. Apuestan a trabajar con la singularidad de cada unx. Hacer lugar para que cada quien pueda decir lo que le pasa.
Una tarde de feriado, única posibilidad de agendas agobiadas, nos vamos encontrando en la pantalla del zoom, la Lic. Patricia Gabrielli, Coordinadora de la Red de Atención Psicológica que funciona en los Centros de Salud de SUTEBA, y los Lic María Laura Zacchino del Centro de San Fernando, Paola Cerana del Centro de Quilmes; Mariana Leitao Pinheiro del Centro de Merlo, Julián Acerbi del Centro de Avellaneda, Juan Chaher del Centro de Quilmes y de Florencio Varela, y yo, Héctor González, de 737.
Patricia: Una primera cuestión es que si hay algo que uno puede afirmar y sostener en la práctica es que no es posible la generalización, en ninguna situación. Posicionarse en una generalización, como hace poco hizo Facundo Manes, que habló de una pandemia de depresión y en relación a los niños, me parece que es muy peligroso, en el sentido de los efectos que pueden tener esos dichos en nuestra comunidad. Si creo, a diferencia de lo que hace el neoliberalismo, que se puede contar lo que va sucediendo. Hay situaciones diversas, y es interesante empezar a anotarlas y a ubicar ciertas insistencias. Lo otro que me parece interesante también, a nivel político, es que en este contexto de la pandemia haya habido una Asesora del Presidente, Alicia Stolkiner, que detectara algo en relación a las palabras y a lo discursivo. Dijo, no hablemos más de cuarentena, no hay cuarentena en sentido estricto y si hablemos de distanciamiento físico. Me parece muy interesante para introducir con qué trabajamos nosotros, que es con la palabra y con el efecto -nosotros lo llamamos significante- que tienen las palabras sobre nosotros. Abramos entonces el diálogo.
Héctor: Buenas tardes y gracias por aceptar la invitación. Hablando con Patricia sobre cómo desde 737 podíamos reflejar algo de lo que puede estar sucediendo con lxs niñxs en esta situación de pandemia, ella propuso este encuentro para dialogar sobre la mirada que ustedes tienen sobre esta cuestión desde lo que aparece en su práctica psicoanalítica.
Nuestra apuesta como analistas es ir en contra de todos estos discursos que sobreinforman, que en un punto enloquecen bastante porque intentan dar una respuesta general. Y nuestra apuesta es trabajar, tanto con adultos como con niños, en esa respuesta singular que es uno por uno. Cuando arrancan con esto de “mis papas dicen”,” la tele dice”, hay que poder correrse de ahí para ver cuál es la pregunta que se hace ese niño o esa niña en esa casa con las posibilidades que tiene, con las dificultades o no que tienen los padres.
Paola: Como para empezar, para mí fue difícil poder pensar en cómo adaptar el dispositivo al niño. Creo que fue a medida que uno iba aflojando resistencias o prejuicios. Los chicos empezaron a pedir un espacio. Cuando uno intentaba una video llamada, inmediatamente había una propuesta del otro lado. Para mí fue sorprendente cómo los chicos nos iban orientando en lo que uno quizás no sabía cómo hacer. Otra de las cuestiones que se fueron dando fue pensar la propuesta de trabajar con los padres cómo los chicos, y ellos también, habían quedado tomados, desamparados ante lo incierto de esto. También ver que los chicos quedaban en un lugar de objeto educativo, donde lo más importante parecía que era lo pedagógico.
Julián: Agregaría las diferencias en cuanto a las edades. Mientras más chiquitos son, más complicada se hace la cuestión en relación al tema de los padres, a veces hasta están sosteniendo el celular. Más grandes, por ahí lo manejan mejor que nosotros porque nacieron con eso. Coincido con lo de los “objetos pedagógicos”, con la salvedad de que los padres están quejándose de que no son docentes y los chicos no queriendo hacer tareas, aburridos, los horarios descoordinados. Donde antes había cierta rutina, eso voló por los aires, lo cual es una complejidad. El posicionamiento de los chicos en cuanto a todo esto está matizado por cómo lo leen los padres, por ejemplo si hay más cuarentena, el insulto al presidente o el presidente salvador. Los chicos toman estos discursos en los cuales están inmersos.
Mariana: Al principio un poco de sorpresa con la continuidad de los tratamientos, continuaron la mayoría. El problema fue con niños pequeños y nuevos. Yo decía, ¿qué hago? En el consultorio, con la presencia, los juegos, los objetos, era más fácil. Pero estamos trabajando bien. También ayudo a algunas familias a poder ubicar qué entidad darle al malestar. ¿Son cosas de la cuarentena?, ¿ya venían y explotaron ahora?, ¿son efectos del encierro?, ¿qué es el encierro? Por ejemplo, con pacientes que tienen patologías más graves que una neurosis, niños psicóticos y otros tipos de problemáticas que tienen que ver con un aislamiento subjetivo, empezar a trabajar esto con los padres, que no es encierro total pero tampoco salir a hacer cualquier cosa porque mi hijo lo necesita. Lo que yo sentí con los pacientes que viven en Merlo -hablo de lo geográfico porque no es lo mismo que los que viven más cerca de CABA- es que estaban más afuera y eso se terminó. Ahí se empezaron a notar cuestiones de encierro real y los padres tuvieron que armar algunas cuestiones para que los chicos entiendan que no podían salir. Fue difícil eso. También cómo trabajar el límite, porque no es una prohibición porque el padre no quiere que salga, sino que ese límite es para cuidarnos. Esto llevó a trabajar cosas que ya veníamos trabajando, pero que el aislamiento vino a poner en jaque.
Julián: Si bien pueden notarse algunas manifestaciones en respuesta a la situación que se viene viviendo, creo que no es que se han creado o formado patologías a partir de la cuarentena. Por ejemplo, con esto del encierro se ve que los chicos que tenían problemas para vincularse previamente, esto se traslada a casa en un encierro con la pantalla donde no la podían usar para contactarse con otro tampoco.
María Laura: La pandemia y la cuarentena nos puso en jaque a nosotros y nosotras, psicoanalistas. La pregunta quedó de nuestro lado, si íbamos a poder sostener los consultorios y la práctica clínica en esta manera inédita. En mi práctica, los adultos continuaron el tratamiento por teléfono, los más reticentes fueron los papás de los nenes pero con el tiempo empezaron a pedir retomar el tratamiento. En el caso de los chicos adolescentes se manejan muy bien con el teléfono, es más, dos pacientes me dijeron que ellos preferían el tratamiento así, por llamada y no en el consultorio, que les resultaba más cómodo, porque entre juego de play y zoom del colegio tenían la sesión conmigo. Es verdad que para nosotros es todo un tema la atención online porque nos parece que los cuerpos del analista y del paciente tienen que estar en el consultorio. Cuáles son los efectos es un tema a seguir pensando, pero lo cierto es que está sucediendo, los tratamientos continúan y hay efectos subjetivos, efectos terapéuticos; incluso con algunos pacientes hasta funciona un poco mejor. No veo en mi experiencia nada que tenga que ver exclusivamente con la pandemia. Me parece que las cuestiones que se siguen leyendo son singulares del paciente. Luego están las cuestiones de la escuela. Creo que pocas cosas pueden ser tan tremendas para un niño como que la madre se convierta en maestra. Bastante aguantarla como madre como para encima tenerla como maestra (risas). Se escucha en los chicos una queja, pero se escucha a las madres que se enloquecen, porque realmente se vuelve insoportable para ellas. En todo caso hay que trabajar con madres o padres sobre cómo separar, que ayudarlos no es convertirse en sus maestras. La función docente la tiene el docente, en todo caso las madres y padres acompañan.
Paola: La escuela marcaba una rutina y todo eso quedó en la mano de los padres. Escuchando a docentes, padres y niños, me parece que para ellos esto fue muy nuevo y hubo modificaciones que fueron haciendo. Muchos docentes se preocuparon por qué les pasa a los chicos, cómo lo están atravesando, etc.
Juan: Hay mucha demanda de padres que sienten el malestar de la sobrecarga de estar con los chicos en casa muchas horas. Mucha responsabilidad que antes, de alguna manera, estaba dividida con las instituciones que los alojaban, con los docentes. Otras veces los chicos se niegan a hacer los deberes como forma de expresar el malestar que están sintiendo con esto del aislamiento, de no poder ver a sus amigos. Uno hace de soporte, de escucha con los padres y los chicos. Hace años que no soy bueno con los jueguitos, pero estoy tratando de interiorizarme. Hay que meterse en la lógica de ellos para compartir y que sientan reciprocidad y a su vez poder hablar de su angustia. Los padres no saben explicarles qué va a pasar. Es tan incierto que a veces les faltan las palabras, no saben qué decir, no saben si prometen de más. Hay mucha incertidumbre. Y los chicos están bombardeados por noticias, porque por más que los padres no lo puedan poner en palabras, a través de las páginas reciben mucha información.
María Laura: Nuestra apuesta como analistas es ir en contra de todos estos discursos que sobreinforman, que en un punto enloquecen bastante porque intentan dar una respuesta general. Y nuestra apuesta es trabajar, tanto con adultos como con niños, en esa respuesta singular que es uno por uno. Cuando arrancan con esto de “mis papas dicen”,” la tele dice”, hay que poder correrse de ahí para ver cuál es la pregunta que se hace ese niño o esa niña en esa casa con las posibilidades que tiene, con las dificultades o no que tienen los padres. Algunos padres la están pasando muy mal y hay otros que no. Quizás tenemos el imaginario de que todo el mundo la está pasando muy mal y hay gente que no la está pasando tan mal. Tenemos que ser cuidadosos con eso y dar lugar a ver qué se despliega en ese niño o adolescente, tratando de corrernos del discurso común. Yo no doy por supuesto que la pandemia o la cuarentena le va a traer angustia, ni depresión, o malestar. A lo mejor nada que ver.
Si uno piensa previamente que la pandemia le hizo mal no escucha nada. Si nos quedamos desde un principio con “la pandemia le va a producir al chico tal cosa y le va a hacer…” coagulás eso y terminas fabricando un síntoma que quizás no estaba. En todo caso, si hay algo de eso surgirá a posteriori, pero no introducirlo uno como una concepción a priori antes de tener el primer encuentro con el niño.
Patricia: Escuchándolos, una de las cosas que nos sorprendió, me parece, es nuestra propia dificultad o la creencia de la dificultad y cómo la pudimos subsanar. También la sorpresa de la diversidad. Hay algo que se repite que es hacer lugar para que cada quien pueda decir lo que le pasa. Y eso lleva un tiempo. Sin suponer que no pasó nada, cada quién tendrá que decir qué es lo que le pasa con esto que sucede. Ahí hay una diferencia, creo que todo el tiempo intentamos hacer la diferencia, entre afuera y adentro, entre escuela virtual y espacio terapéutico. Estamos tratando de que no haya todo un continuado.
Julián: Si uno piensa previamente que la pandemia le hizo mal no escucha nada. Si nos quedamos desde un principio con “la pandemia le va a producir al chico tal cosa y le va a hacer…” coagulás eso y terminas fabricando un síntoma que quizás no estaba. En todo caso, si hay algo de eso surgirá a posteriori, pero no introducirlo uno como una concepción a priori antes de tener el primer encuentro con el niño.
María Laura: Cuando Patricia decía sobre el efecto que tienen las palabras, recordé lo que escuché en un paciente de 12 años. Estaba preocupado porque a su abuelo le habían hecho un hisopado porque era un caso sospechoso. Me quede pensando en la palabra sospechoso, los “casos sospechosos”, que empezó a circular. Es una palabra realmente complicada. Yo me podría haber quedado con este niño preguntándole qué le paso a tu abuelo; pero no, empezamos a hablar de qué era para él lo sospechoso. Implica todo un esfuerzo para uno mismo como analista, correrse de este discurso social que puede ser aplastante. A veces nos vemos tentados a hacer una lectura más sociológica del asunto, pero tenemos que hacer un esfuerzo grande para no olvidarnos que lo nuestro es uno por uno, niño por niño, adulto por adulto.
Patricia: Nuestra función en la práctica es cómo poder distanciarnos para escuchar a ese otro sin nuestros propios prejuicios.
Mariana: Es interesante ver cómo nos tuvimos que poner a repensar este tema de las funciones, Nosotros que trabajamos con docentes, como pacientes, y escuchamos familias que tienen esta problemática con la escuela, no podemos ponernos a tratar de arreglar nada, sino de desplegar por qué el paciente no se quiere conectar, permitirle que no quiera hacer la tarea, o que se enoje… y no tratar de generar esa cosa perfecta del niño que se conecta, hace todo y está feliz a pesar del encierro. Hay cosas que la cuarentena hizo explotar pero que ya estaban. Por eso digo, hay que ver cuestiones de las funciones, qué hace la escuela, el docente, y vos como madre o padre donde te ubicás, que hacés,
Héctor: Bueno, creo que, como se dijo al principio, lejos de generalizar, o de intentar sacar de esto una teoría sobre los efectos psicológicos de la pandemia, se han podido abrir temas y preguntas. Ha sido sumamente interesante todo lo que han desplegado. Y aunque lo despliegan desde sus preocupaciones, desde un campo disciplinar y desde una práctica determinadas, me parece que deja muchas cuestiones importantes a pensar tanto para un/una docente como para un padre/madre. Muchas gracias.