MIENTRAS TENGAMOS MEMORIA, EDUARDO VA A ESTAR CON NOSOTRXS

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Artista, docente y militante, Eduardo Bravo desarrolló en Merlo una comprometida y creadora tarea cultural, en particular en el movimiento murguero. A poco de su partida, algunxs de sus compañerxs de ruta – Marcelo Acevedo, Esteban Baynon, Georgina Gabucci, Sandra González y Paulo Lotero- recuerdan sus múltiples facetas y sostienen su memoria.

Esteban Baynon: Eduardo era uno de lxs compañerxs de mi vieja, Leonor Buccicardi, que con Ángel Panza, Eduardo Macaluse y otrxs formaron parte de ese primer gérmen de lo que sería la Seccional Merlo del SUTEBA. Yo, de muy chico, los veía como unos super héroes; chabones con barba, que llevaban la bandera, los bombos… Pasó el tiempo, la vida te fue llevando por aquí, por allá, y lo dejé de ver tan asiduamente. Desde chico, con la familia, habíamos empezado a curtir el tema de las murgas. Mi primer recuerdo es en Libertad, a la salida de la dictadura, muy a media luz, unas murgas que venían de quién sabe dónde, tocando los bombos con mangueras, bombos con parche de cuero, con unos chabones que bailaban unos pasos medio raros. Yo agarré la parte de la murga prohibida, la que surgía del pueblo. Un día voy a un corso que se hacía en Padua y viene la murga “Los Memoriosos de Villa Amelia”, el barrio donde yo viví toda la vida. Y ahí lo veo, adelante, al director con su galera, ¡y era Eduardo! Fue un shock.

Yo agarré la parte de la murga prohibida, la que surgía del pueblo. Un día voy a un corso que se hacía en Padua y viene la murga “Los Memoriosos de Villa Amelia”, el barrio donde yo viví toda la vida. Y ahí lo veo, adelante, al director con su galera, ¡y era Eduardo! Fue un shock.

Marcelo Acevedo: Yo fui uno de lxs alumnxs de la Escuela 2 en el espacio de murga de Eduardo. Como siempre digo, con él nacimos entre tiza y lentejuelas. Creo que a lxs chicxs que formamos parte de los Memoriosos de Villa Amelia nos dejó marcados para toda la vida. Desde chico traté de absorberlo, le miraba cada expresión; cuando me convertí en adulto dije “quiero ser como usted”. Empecé a hacer murga en la escuela alrededor de los 10 años. Ahí fuimos formando un grupo de chicxs que compartimos varios años un espacio donde entrábamos a las nueve de la mañana y teníamos distintos talleres hasta las cinco de la tarde. Éramos como una familia. Eduardo nos enseñó a transmitir con el cuerpo, nos mostró que no solamente las palabras pueden decir algo, sino que el ser humano transmite. Nos enseñaba cómo perder esa vergüenza y mirar a lxs otrxs a los ojos mientras que les estás recitando una glosa o les estás cantando. Terminaba la escuela y era nuestro receso, pero él seguía pensando y cuando volvía en febrero ya nos venía con un show. Y nosotros esperábamos eso; una energía que él brindaba, que era única. Después nosotrxs nos fuimos porque queríamos experimentar, ya éramos más grandes, formamos nuestra propia murga, Aturdidos por el Bombo, y él nos fue a ver a Padua. Yo, también como él, me tomé el tiempo para pensar un show, seguir en la línea de lo teatral y crear mi propia glosa. Cuando terminó esa presentación se acercó y me dijo “muy lindo lo que hicieron” y me preguntó si el show lo había pensado yo y si las glosas las había hecho yo. Sentir la admiración de él hacia mí, fue tocar el cielo con las manos.

Paulo Lotero:  En los 90 empezó a surgir en Merlo, en varias escuelas a la vez, el proyecto de hacer murga con lxs chicxs. Compañerxs que habíamos integrado la murga Sacate el almidón, que fue una de las primeras cosas que se hicieron en Merlo y en provincia de Buenos Aires en el renacimiento de la murga, éramos docentes e hicimos murgas en nuestras escuelas. Eduardo había hecho un trabajo sobre la historia del barrio y empezó a hacer murga con los chicos de la Escuela 2 de Villa Amelia. En ese momento empezó algo muy incipiente, había que aprender el lenguaje murguero que se había ido perdiendo con los años de la dictadura. En los 90, era como un trabajo de resistencia cultural en un contexto cultural de posmodernismo, de fin de la historia y un cambio de valores que se intentaba imponer en aquel momento. Y las murgas se llenaron de pibxs. Empezamos a hacer encuentros de lo que llamamos “Escuelas murgueras de Merlo”, donde participaban miles de chicxs, cada murga tenía 200 pibxs. Se generó algo muy grande casi de la nada. O sea, era algo que anidaba en la gente. Después eso se fue trasvasando a hacer murgas con centro en la escuela, pero con una ampliación al barrio. Ahí coincidió que la provincia de Buenos Aires abrió el programa Patios abiertos y nuestras murgas empezaron a funcionar en los patios de las escuelas los días sábados.

con él nacimos entre tiza y lentejuelas. Creo que a lxs chicxs que formamos parte de los Memoriosos de Villa Amelia nos dejó marcados para toda la vida

Esteban Baynon: Eduardo tenía la murga en la escuela de Villa Amelia, a la escuela que fui yo, a la que fueron mis hijos. Y bueno, con la mamá de los chicos entramos a llevar a Sara y a Fidel a la murga. En dos semanas estábamos participando y aprendiendo pasos. Eduardo había curtido la murga, la parte dorada del carnaval de los sesenta, y traía esa impronta de una murga muy bien parada, que tenía actuación, que tenía canciones. Él agarraba tangos y les hacía la letra. Eduardo te daba mucho lugar para crecer artísticamente, llevabas una idea y rara vez te decía que no. Además del privilegio de tenerlo como amigo, lo viví a Eduardo como docente, porque mis hijos iban a la escuela donde él trabajaba, y era un Orientador Social del primer nivel. Yo pasaba por la escuela y él estaba en las aulas leyéndole a lxs pibxs historias, con esa forma de relatar que tenía, que era maravillosa.

Sandra González: Eduardo era un artista y era un militante. Y en el sindicato confluían esas virtudes. En etapas de mucha resistencia y de mucha lucha, la creatividad es una cuestión importante para sobrellevar esas situaciones, y Edu siempre tenía algo para aportar. Armaba sus grupos de teatro, sus encuentros artísticos los viernes o los sábados a la noche en el sindicato y escuchábamos poesía, o veíamos alguna obra de las que él hacía con sus compañerxs. Siempre desde el humor, porque desde el humor y desde el arte, es la mejor forma para sobrellevar los tiempos difíciles. Tenía además otra faceta: era un aficionado de la fotografía. Andaba siempre con su cámara, haciendo fotos de todas las marchas y de todas las actividades. Incluso hizo una muestra fotográfica de las luchas docentes en el Instituto donde yo soy Directora.

En los 90, era como un trabajo de resistencia cultural en un contexto cultural de posmodernismo, de fin de la historia y un cambio de valores que se intentaba imponer en aquel momento. Y las murgas se llenaron de pibxs

Georgina Gabucci: Desde el 2009 hasta el 2019, tuvimos en la Seccional de SUTEBA un grupo de Jóvenes y Memoria, con chicas y chicos de distintas escuelas. Llevamos adelante un trabajo de investigación sobre distintas temáticas. Eduardo empezó a formar parte de ese grupo cuando decidimos que una manera de contar lo que habíamos investigado era el teatro. Él era actor, afiliado, compañero, y nos dijo que sí al segundo. Se empezó a sumar a los encuentros que eran los sábados a la mañana en la Seccional, donde de abril a noviembre trabajábamos sin parar. Era muy notoria su amorosidad; era un compañero que te invitaba a jugar y jugaba con vos. Cuando empezó el gobierno de Macri, y el de Vidal en la provincia, entre él y otrxs compañerxs armamos un grupo de teatro para las marchas, el Grupo de teatro Sacapunta, que ahora, con compañerxs activos y jubilados ha vuelto al ruedo. Se organizaban intervenciones teatrales en las marchas. Por ejemplo, una que fue histórica se llamó “Nos están haciendo bolsa” donde lxs compañerxs iban envueltos en bolsas de consorcio con carteles en contra del gobierno de Vidal y Macri. Durante la pandemia, trabajamos un montón juntos en el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado[1], un trabajo que sigue creciendo día a día. En todo lo que tenía que ver con derechos humanos él siempre estaba a disposición. En un tiempo, fui asesora de la Municipalidad en la Dirección de Derechos Humanos, e hicimos un podcast sobre historia local que se llama Lugares de la Memoria; y él era el relator. En este último tiempo estaba trabajando en nuestra revista “Nuestro lugar”[2]. Tiene varias secciones y una es la “Carta a Lero”, un hornerito que es como el protagonista de la revista. La última la escribió Eduardo cuando salió de su primera intervención quirúrgica.

Marcelo Acevedo Él nos marcó para toda la vida a los que seguimos haciendo murga y seguimos construyendo en el camino, porque seguimos bajo su legado. Hoy, los tiempos no son los mismos que antes, está la familia, está el trabajo, todo se complica, pero el amor por eso que nos hizo feliz desde peques, creo que hay que seguir haciéndolo. Cuento algo personal, mi nene tiene TEA y por esto había dejado de hacer murga porque pensé que no iba a poder acercarse por el tema de los bombos. Y un día estaba en un corso y mi nene solito se metió en el medio de los bombos a bailar. Me puse a llorar y dije, ¿qué hago acá yo sentado?

Paulo Lotero Con la restitución de los feriados de carnaval, en 2010, los corsos explotaron. En Merlo, no sin dificultades y con mucho esfuerzo, las murgas fueron creciendo mucho. Nos dábamos cuenta de que el lenguaje del carnaval tiene sus leyes y que a veces había cosas artísticas que se nos ocurrían y las queríamos meter en las murgas y no podíamos porque el carnaval es un espectáculo callejero muy grande y no se pueden hacer cosas que tengan una estética más intimista. Con Eduardo formamos un grupo que se llamó Mamurga, conformado por chicxs y grandes de distintas murgas de Merlo, con cierta capacidad y disposición a un trabajo de ensayos donde había que tener cierta disciplina. Se generaron dos espectáculos: “El teatro del carnaval eterno” y “Cuando al río se le da por contar”. Fue algo hermoso trabajar con Eduardo en la intimidad de la creación; en base a los guiones y a lo que él escribía yo hacía las canciones. Era la primera vez que componía y fue maravilloso hacerlo en base a textos de un artista muy fino, muy profundo, con el cual, además, yo tenía amistad. Luego, hicimos un tercer proyecto que se llamó La camiseta donde se incorporó Félix Loiacono, un gran poeta y gran murguero también. Hicimos un espectáculo donde los actores eran Eduardo y Félix, y yo volví a hacer las canciones. Aprendí mucho de Eduardo que había tenido un tránsito desde muy joven por el teatro independiente, o sea un teatro de mucha entrega, de mucho trabajo, de mucho compromiso. Él ya estaba formado arriba del escenario y a nosotrxs nos guiaba. Cuando hay alguien que es una referencia dentro del grupo, los que tenemos menos experiencia nos sentimos más tranquilos; hay una emocionalidad que quien conduce la va conteniendo, la va formateando y la va conduciendo hacia el objetivo que es el hecho artístico.

Eduardo era un artista y era un militante. Y en el sindicato confluían esas virtudes. En etapas de mucha resistencia y de mucha lucha, la creatividad es una cuestión importante para sobrellevar esas situaciones, y Edu siempre tenía algo para aportar

Georgina: Un compañero entrañable para nosotros, de estar siempre disponible para la tarea sindical, con una gran conciencia de clase y un posicionamiento político muy claro. Una pérdida muy grande. Su despedida fue en la vereda de su casa. Estaban sus ex compañerxs de Murga, que habían sido pequeñxs cuando creó la murga y ya es gente adulta. Se plantó un árbol y fue una despedida colectiva, rodeada de poemas, de música, de arte.

Sandra: Tenía ese poder de estar siempre de buen humor, aún en los momentos difíciles; siempre aportando una palabra cálida, esa que te envuelve, que nos envolvía a todxs. Una palabra que enamoraba también a lxs jóvenes, que estaban alrededor de él siempre. Además fue el presidente de la Junta Electoral muchos años. Nos cuidaba los votos con mucha firmeza y con mucho amor. En la militancia pareciera a veces que las cosas son como más duras, y no, Eduardo en todo ponía mucha ternura. Porque es como en la escuela, se construye siempre desde el amor. Y ese amor pedagógico también está en enseñarle a otrxs, enseñarles cómo construir, enseñar con el propio ejemplo. Siempre tenía una palabra importante en las reuniones de delegadxs, en las reuniones de agrupación, en las asambleas… La palabra justa en cada momento. Ahora que ya estaba jubilado, venía a hacer las cosas que le gustaban y que sabía que desde ahí podía aportar. El último día que lo vi, salía de haber estado con su grupo de teatro a la tarde, y me dijo, “me opero, vuelvo en unos días y ya retomamos el teatro”.

Paulo: Era un artista multidisciplinario: un gran actor, también escribía muy bien, dirigía obras, muy buen dibujante y pintor, fotógrafo…; tenía una sensibilidad muy grande y esa percepción de la realidad que tiene la gente que transita el arte de una manera comprometida. Todxs tenemos derecho, si tenemos algún tipo de inquietud, a expresarnos artísticamente, con Eduardo nos unía esa concepción. Producir arte en donde estés; si estás en la escuela vas a hacer un trabajo que apunte a lo artístico con toda la fuerza, si estás en el sindicato el arte como otra herramienta más y si hay que resistir culturalmente, bueno, resistimos con la murga.

entre él y otrxs compañerxs armamos un grupo de teatro para las marchas, el Grupo de teatro Sacapunta, que ahora, con compañerxs activos y jubilados ha vuelto al ruedo

Esteban: Eduardo estuvo como veinte años en Patios Abiertos, y cuando se fue, yo tuve la responsabilidad de sostener la murga como director. Fue una experiencia importantísima para mí. De alguna forma siento que me lo legó, porque había entendido cuál era la onda de esa murga. Aprendí de Eduardo a enseñar murga y hoy sigo aplicando el método en un centro socioeducativo en Merlo Norte. Lo que Eduardo creó pervive en la memoria.

Marcelo: El carnaval y la murga, como decía Eduardo, son las vacaciones de los pobres. Quien no tiene un mango se va a una placita y ve un corso y disfruta de un show y eso está bárbaro. Su partida generó un vacío, pero como él decía de la murga, mientras que tengamos memoria siempre va a estar presente en nosotrxs.

Sandra Verónica Gonzalez

Sandra Verónica Gonzalez. Maestra Especializada en Educación Inicial. Profesora en Ciencias de la Educación. Licenciada en Ciencias de la Educación. Actualización en Investigación Educativa, Formación y Trabajo Docente. Directora del ISFD Nº 29 – Merlo Bs As. Secretaria General de SUTEBA Merlo. Subsecretaria de Formación Docente en la Secretaría de Educación del SUTEBA Provincia.

Georgina-Gabucci

Esteban Baynon. Profesor en Geografía, actualmente, director de la EES 48 de Merlo. Miembro de «Los Memoriosos de Villa Amelia» y de «Mamurga» bajo la dirección de Eduardo y director de los Memoriosos entre el 2013 y el 2017.

Georgina Gabucci Profesora de Historia formada en la Universidad Nacional de Luján. Secretaria General Adjunta de Suteba Merlo.

Soy Paulo Lotero. Me recibí en el Conservatorio de Música de Morón. Aprendí el oficio de la enseñanza de mis compañeras maestras y la entrega en el trabajo social y comunitario con mis compañerxs de SUTEBA. también realicé estudios en la carrera de Música popular del Conservatorio Manuel de Falla.


[1] https://www.suteba.org.ar/registro-unificado-de-trabajadorxs-de-la-educacion-de-la-provincia-de-buenos-aires-victimas-del-terrorismo-de-estado-recopilado-por-suteba-21724.html

[2] https://revista.suteba.org.ar/2025/07/15/nuestro-lugar/   El día 5 de diciembre la Revista fue declarada de Interés Municipal por el Concejo Deliberante de Merlo.