PLEGAR PAPELES PARA SEGUIR LEYENDO

Reportaje a Leonardo Safa

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¿Qué leer en la escuela?, ¿leemos los llamados cuentos con valores o quizás se trate de valorar a nuestros pibes y pibas?, ¿leemos literatura de las emociones o será que nos podemos emocionar simplemente leyendo literatura? Contando y leyendo desde la emoción, Leonardo Safa, maestro matancero, inicia un camino que lo lleva al plegado de papel para potenciar que la lectura deje marcas.

Siete3siete: ¿Cómo comenzaste con esta idea?

Leonardo Safa: Trabajé en secundaria como preceptor y como profe de Psicología, y desde hace 8 años trabajo en primaria en Aldo Bonzi, partido de La Matanza. Cuando empecé a trabajar como maestro, no sé si era una suerte de mandato, pero yo sentía que tenía que ir a la escuela y dar algo que no golpeara a esas infancias, sentía que nos teníamos que emocionar. Fue trabajando en Tapiales que empecé a contar una historia que me gusta y me emociona mucho: Mil grullas, de Elsa Bornemann. Si uno está contando una historia, la tiene que terminar y no largarse a llorar en el medio, que es lo que te produce leer el texto en voz alta. Me acuerdo que Mil grullas lo practiqué en casa con mis hijos, leerlo en voz alta sin llorar, y no me salía. “¿Profe, te pusiste triste?” me decían en segundo grado. Bueno, yo sentía que el texto se merecía un poquitito más. En un momento estábamos trabajando la Pachamama, habíamos hecho una compostera, y lxs chicxs habían escrito unas promesas y unos pedidos a la Pachamama en unos papelitos, entonces junté estas dos situaciones y se me ocurrió que quería hacer las grullas. Salir del texto, del papel, y que estuviesen las grullas. Habíamos visto las ilustraciones de dos ediciones distintas, pero yo quería traer la grulla al aula. Que cada unx tuviera una grulla. Empecé a mirar por Youtube a ver si salía algo sobre cómo hacerlas, y así fue como ese año hicimos unas tiras de grullas y llenamos el salón. Una de las cosas más lindas fue al final del año, cuando cortamos las tiras que habían estado con nosotros todo el año, y una de las petisas de ese segundo grado me dice “Profe, yo me llevé un pedacito del salón”.

Una de las cosas más lindas fue al final del año, cuando cortamos las tiras que habían estado con nosotros todo el año, y una de las petisas de ese segundo grado me dice “Profe, yo me llevé un pedacito del salón”.

Siete3siete: Y así te convertiste en origamista…

L. S.: Yo no digo que soy origamista. El otro día me invitaron en una escuela secundaria y una de las chicas me dijo “pensé que iba a venir un japonés”. Y llegué yo que soy morocho, marrón de Laferrere. Les mostré las distintas cosas que había aprendido en estos años, y les decía: “yo no soy origamista, yo pliego papeles”. Eso me permite, por ejemplo, usar plasticola, que dentro del origami no sería tan correcto, pero siento que algunas cosas quedan más interesantes con esas intervenciones. Me presento como un docente que cuenta cuentos.

Siete3siete: ¿Trabajás mucho con cuentos dentro del aula?

L. S.: Me encanta seleccionar y preparar las historias para contar, enlazarlas alrededor de un eje. Uno de los primeros ejes que encontré, desde que empecé a entender cómo era esto de dar clase en escuelas, es el de la identidad. Siento que la identidad como argentinxs nos atraviesa enormemente en un país donde ocurrió el robo de identidad. Estamos cumpliendo 40 años de democracia, y tenemos que entender esto de hacer memoria y de cómo construir memoria. Se hace desde la historia, pero también se puede hacer con la literatura preciosa que tenemos para leer. Volviendo a tu pregunta. En un momento hicimos una trilogía del elefante, “El sueño del elefante” y “La noche del elefante” de Gustavo Roldan, y “Un elefante ocupa mucho espacio” de Elsa Borneman. Los elefantes estaban por todos lados, entonces vimos cómo se hacían en papel y decidimos, a la grulla, sumarle el elefante. También de Roldan entregaba un texto, “La bendición del dragón”, como para despedirnos, y ahí comenzamos con dragones. El año pasado estábamos contando unas historias con colibríes –para trabajar esto de las cosmogonías y cómo hay otras explicaciones del origen distintas de las científicas, para sumar miradas dentro del aula- y nos preguntamos si podíamos hacer un colibrí. Y salieron colibríes. Un día de la primavera se nos ocurrió hacer unas flores, y le mezclamos con Jack, de la película “El extraño mundo de Jack”. Salieron las flores y se juntaron con el colibrí, y empezó a aparecer un mundo alrededor de esto.

Siete3siete: ¿Por qué te parece interesante incorporar esto del plegado de papel en las clases?

L. S.: ¿Por qué plegamos papel?” Parece que hacemos manualidades, pero, en realidad, estamos potenciando, condimentando las historias. Cobran un montón de valor. Este año en cada lápiz pusimos un elefantito y tenemos un elefante plegado más grande en la entrada del salón de 1er grado. Por ejemplo, a mí me parece muy interesante e importante presentarse, y la presentación con objetos me gusta. Uno puede contar quién es a través de un objeto. Por eso se puede invitar a estos primeros años a decir qué objeto los presenta. Yo, otros años he traído un libro, porque me gusta leer; he traído una agenda, porque me gusta escribir; he traído un objeto muy mío. Y este año se me ocurrió un elefantito de origami y contar que hago dragones, que hago grullas, que íbamos a intentar hacer algunas cosas juntos en primer grado. Hicimos unos comecocos para hacer “Los tres cerditos”, estamos contando cuentos con caperuzas, entonces aparecen los lobos… Es decir buscarles distintas adaptaciones a los cuentos, para seguir contando. No por el hecho de tener una hora de manualidades, sino porque potencia muchísimo la historia. Este año tuve la suerte, para hacer crecer esta reflexión sobre lo que hacemos, de que me invitaron del SUTEBA Matanza a hacer un pequeño taller de plegado de papel con docentes de inicial y de primaria. Para ese taller escribí esto:

“Leer para otros, con otros, formar una comunidad de lectores, nos lleva en algún momento a una pregunta: ¿qué leer? ¿Leemos los llamados cuentos con valores o quizás se trate de valorar a nuestros pibes y pibas? ¿Leemos literatura de las emociones o será que nos podemos emocionar simplemente leyendo literatura? ¿Leemos el monstruo de los colores, tan ordenado con sus pulcros frasquitos de emociones compartimentadas… o podemos incomodarnos e incomodar leyendo un fragmento de «Cosas de nenas» de Florencia Gattari?  El primer plegado fue iniciar una de las Mil grullas, las historias fueron disparando elefantes para  ocupar los espacios… Hay un espacio de lectura donde elegimos y damos a elegir, es la biblioteca del aula. Yo soy feliz con chicas y chicos levantando la mano desesperados para llevarse un libro. Con las chicas disputando una historieta de Avengers y los chicos llevándose uno de Blancanieves. Las historias son para todos”

a mí me parece muy interesante e importante presentarse, y la presentación con objetos me gusta. Uno puede contar quién es a través de un objeto. Por eso se puede invitar a estos primeros años a decir qué objeto los presenta

Siete3siete: Hay quienes dicen que hoy en la escuela lxs chicxs no leen…

L. S.: En la escuela pública se lee, y mucho. Nosotrxs hacemos unas lecturas en ronda preciosas; una lectura en la que vamos parando en el texto, vamos preguntándonos, vamos anticipando, qué va a decir el lobo, que va a responder, dónde está eso en el texto. A veces me cruzo con gente que no conoce el oficio docente y me dice “che, lxs pibxs no leen, ¿no?” Leen un montón, les gusta. Tenemos biblioteca, libros viajeros que van a la casa, se mueren por llevarse el libro a la casa. Eso pasa en las escuelas y nos falta creérnoslo.

Siete3siete: ¿Trabajás esto con las familias?

L. S.: Por supuesto. La escuela traspasa el aula. El otro día hicimos los chanchitos, y yo dije, “se pueden hacer elefantes con el comecocos”, abriéndolo y decorándolo un poco. Y vino un petiso y trae el elefante, que lo hizo en la casa. Quizás lo hizo con ayuda, ¡pero qué bueno si la familia logra involucrarse con la escuela!, sobre todo con este discurso que nos traen los medios de comunicación, de que la familia está alejada de la escuela. Nosotros necesitamos la familia cerca, involucrada, invitándola a participar de un taller. En las reuniones con la familia, me gusta mucho contar cómo trabajamos, qué estamos contando, que las familias entiendan por dónde andamos, no describir por la negativa, “no puede, no puede”. Decir, por ejemplo, “puede seguir la lectura del docente”, y eso no es que esté sentado en silencio escuchándome, sino haciendo anticipaciones, haciendo intervenciones en los textos. Plegar papel tiene que ver con estar leyendo en la escuela. A veces, pareciera que hablar de identidad en la primaria tiene que ver solo con escribir el nombre, esto que nos hacían escribir a nosotros, el aprestamiento. Y es doloroso encontrar resabios de esto en la escuela pública. “Fracaso de la psicogénesis”, dicen a veces; ¿cómo va a fracasar la psicogénesis si no termina de ingresar en las escuelas? Lxs pibxs se tienen que plantear hipótesis de lo que están leyendo, pero nosotros tenemos que plantear hipótesis con lo que están escribiendo, sino no hay forma de que se lxs ayude. Por eso la importancia de informarles a las familias cómo trabajamos nosotrxs desde la escuela explicar por qué unx no pone “mal” cuando no están escribiendo convencionalmente, explicar que ya vamos a llegar a esa escritura, que se está aprendiendo.

Leonardo Safa. Me gusta decir q soy docente de la escuela pública, maestro de grado matanzero. Soy maestro de 1ro y 2do grado en la Ep 18 de Aldo Bonzi. Me cuesta decir q ya no soy estudiante pero logre terminar u recibirme de profesor de enseñanza secundaria y superior en ciencias de la educación en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA)