AMAMANTAR

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“La teta apropiada es la teta que vende lencería, celulares, autos,

 pero nunca la que da de comer.

Qué sabe la cría de momentos adecuados para llorar de hambre.

Qué sabe la cría del furioso marketing que condenó a la teta a ser pública para vender,

 pero nunca para amar”.

Épica urbana – Juan Solá

Del 1 al 7 de agosto se celebró la semana de la lactancia en todo el país. Este año, el lema se centró en la importancia de la educación: «Promover, proteger y difundir la lactancia en el marco del Plan 1000 días».

“La Semana Mundial de la Lactancia reafirma que debemos resignificar los sentidos en torno a las representaciones sociales para visibilizar que la batalla por las corporalidades combina deseo, derechos y resistencias. Y que, a la larga, son las desigualdades de género, económicas, sanitarias y las condicionantes culturales, los que atentan contra su promoción”, afirma Andrea Sosa Alfonzo en su publicación en “Riveras”.

Amamantar o no amamantar se vuelve, a veces, una excusa más para poner en el espacio y la opinión pública el cuerpo de las mujeres y disidencias. Un acto íntimo se convierte así en un espacio de lucha, donde se entremezclan dimensiones políticas, culturales, de género, sanitarias y económicas.

“Amamantar es una decisión y un derecho, pero está cargado de una dimensión cultural y política”, sostiene Alfonzo.

En esta línea, con la idea de acercarnos a algunas experiencias, desde Siete3Siete hablamos con personas gestantes sobre los beneficios de la lactancia, sus experiencias, los factores que influyen y las diversas formas y posibilidades.

María José Salatino

“Quien haya dicho alguna vez que las mujeres contamos con un instinto natural para cuidar y criar a nuestrxs hijxs claramente se equivoca y no creo que esté muy errada si pienso que pudo haber sido un hombre. Pero muchas de nosotras en algún momento también creímos que teníamos ese lado instintivo, animal, maternal…

Soy madre de 2 hermosos hijos, uno de 7 y uno de 2 y medio, y mi experiencia con la lactancia en ambas oportunidades dista muchísimo de haber sido parte de un proceso natural e instintivo.

María José Salatino

Apenas pude tener en mis brazos a mi primer retoño, el enfermero que me lo entregó me indicó ‘ya puede tomar la teta, tres minutos de cada lado’ y se fue. Y ahí quedé yo, con mi bello recién nacido, con todos los miedos y dolores, con mi compañero sosteniendo esos dolores conmigo. Estaba más que dispuesta y convencida de dar la teta, a pesar de todos los desalentadores comentarios que escuché durante el embarazo… Hasta que lo acerqué a mi pecho y me di cuenta de que no tenía ni la remota idea de cómo hacerlo, él no agarraba, yo no sabía cómo ayudarlo, no había nadie para preguntarle.

Las primeras semanas fueron de bebé con mamadera, yo seguía intentando con cuanta cosa había en el mercado, con dolores, enojos, tristezas… Finalmente dí con un organismo de lactancia al cual acudí. Después de algunos encuentros, nuestra lactancia quedó instalada.

La experiencia con el segundo fue distinta desde el vamos: me encontré con una tribu de mujeres con las cuales compartí todo el proceso de embarazo, parto, lactancia y aún hoy maternidad. Miedos, deseos, trucos, recetas, de todo. Fue clave para el éxito de mi segunda lactancia, en ese momento y hasta los 2 años y medio que duró, luego de muchas crisis y pandemia por medio. Nuestra lactancia duró hasta que él y yo decidimos que era momento de dejarlo, de vincularnos desde otro lado.

Al instinto natural, biológico, ‘defecutoso’ en mi caso y en el de muchas mujeres, se le contrapone una realidad: la inclinación y necesidad de construirnos con otros, otras, otres.

La lactancia no es una condición natural. Es, por supuesto, una decisión individual de cada mujer, pero por sobre todo es una construcción social, colectiva, amorosa y respetuosa”.

Brenda Bonbini

«Mi historia con la lactancia comenzó con mi tercer hijo. Tuve un embarazo gemelar en el que por falta de información y otras circunstancias personales no pude establecer una lactancia; pero sí con el tercero, ya que venía más preparada mental y emocionalmente para poder hacerlo.

Brenda Bonbini

De todas maneras fue una historia difícil, bastante espinosa, ya que el parto no pudo ser y terminó en cesárea, con un súper bebé de 4,460 kg. No pude amamantarlo al principio ya que tuvieron que hacerle algunos estudios por su peso alto y todo se complicó a las horas de nacer. Corrió riesgo su vida y no pude alzarlo hasta el sexto día. En neonatología, después de que salió de terapia, me dijeron que no iba a poder alimentar con mi leche a un bebé tan grande. Con esperanza, buscando consejos, yo extraía leche por las noches, en soledad, para poder guardarla y que le llegara a él por sonda.

Finalmente, pude alzarlo y, con mucha paciencia, logramos establecer una lactancia exclusiva y maravillosa, que hoy por hoy la continuamos: a los dos años y ocho meses.

Hubo una frase que a mí me ayudó para continuar la lactancia, la doula me dijo: ‘la teta es mucho más que alimento’ y creo que eso abrió mi mente, más allá de todos los pronósticos, con una pediatra amorosa y el apoyo de mi familia logramos que sea exitosa y ese vínculo inquebrantable que hoy seguimos sosteniendo hasta que lo decidamos».

Cristina Mellado

Cristina Mellado

«Cuando estaba embarazada siempre pensé que era muy importante amamantar… Mi mamá no me había amamantado porque decía que no tenía leche. Yo estaba absolutamente convencida y me preparé durante el embarazo.

Tuve a Florencia, mi primera hija, por cesárea y para mí amamantarla fue maravilloso, fue un acto de nutrición para ambas, de comunicación y placer absoluto que me permitió vivir más relajada la maternidad, con noches más tranquilas.

Amamanté hasta los dos años, fue una decisión muy consciente, lo hice hasta que yo deseé. Para mí fue la mejor experiencia de la maternidad que tuve… Creo que genera un lazo increíble, al menos es lo que yo puedo decir a partir de mi experiencia. Por supuesto que al principio pasan cosas, duele, la piel se tiene que acostumbrar… Pero después, para mí, fue pura conexión».

Lorena Petrucci

«Fui mamá a los 28 años, por decisión y por proyecto, porque en mi adolescencia y juventud había decidido no tener hijxs pero una va cambiando y nuestras ideas pueden mutar.

Lorena Petrucci

Tenía todo el miedo y también mucha curiosidad por saber cómo iba a ser ese proceso de lactancia, porque justamente mi madre no me amamantó y sentía que no tenía a quién preguntarle. Decidí mirar esos programas de la televisión que ponían sobre este tema y empecé a prepararme los pezones cada vez que me duchaba: con una esponja de lavar los platos me pasaba suavemente, para que la piel se vaya engrosando. Llegado el momento de amamantar, fue el proceso más hermoso que viví, un momento muy feliz en mi vida… Aunque no le hice caso a ningún/a médicx.

Ya con mi segunda hija, por cosas personales, fue algo no tan placentero porque no me la pude desprender del pecho hasta que casi tenía tres años y fue muy doloroso apartarla. Fue un proceso donde nos ayudó toda la familia, pero también fue triste en algún momento… El destete y el despegue para mí es algo triste, aunque a veces se muestre que no».

El destete y el despegue para mí es algo triste, aunque a veces se muestre que no

Graciela Saad

«Hablar de lactancia es hablar siempre en singular, porque con cada une de les hijes una atraviesa distintas experiencias. Yo tengo 3 hijes y amamanté a lxs tres. Con la primera fue algo incuestionable, un mandato establecido. Yo tenía muchas ganas de ser madre y también de amamantar, era como muy indivisible una cosa de la otra. No se cuestionaba, entiendo que por mandatos sociales. El latiguillo de mi madre por esos años era ‘esa nena no se alimenta bien, hay que darle leche’. Lo cierto es que la amamanté, aunque la beba lloraba mucho… Hoy pienso que puede haber sido producto de los nervios por los que atravesábamos.

Solo fueron tres meses. El 24 de marzo, cuando escuché la marcha militar por la radio, la leche ya no fluyó y recurrí a una leche comercial.

Con el segundo yo creo que ya tomé la decisión personal de amamantarlo y lo transité con muchas satisfacciones.

Graciela Saad

Y con el tercero fue una situación muy particular; también empecé a amamantarlo pero me dijeron que tenía alergia a la leche materna y me pasaron a la leche de soja, que era carísima. Por eso resalto las tendencias de época, que dependen también de lxs pediatras y del contexto, que influyen en las decisiones de la persona gestante. Al mes y medio dejé de amamantarlo. Luego de algunos estudios supimos que los inconvenientes no eran por alergia como habían dicho, sino que tenía un problema en la glotis. Buscando la posición adecuada pudimos retomar el vínculo y no hubo ningún inconveniente.

Con la primera fue algo incuestionable, un mandato establecido. Yo tenía muchas ganas de ser madre y también de amamantar, era como muy indivisible una cosa de la otra. No se cuestionaba, entiendo que por mandatos sociales.

¿Por qué no se me cortó la leche? En ese momento trabajábamos en un Jardín Maternal con nenxs de 45 días a 3 años. Una beba tomaba el pecho y no se acostumbraba a tomar el biberón con la leche de su madre. Un día, en una transgresión y desesperada por el llanto de esa beba, la puse en mi pecho y se prendió. Al hablar con su mamá estuvo muy agradecida y con su acuerdo, amamanté a la beba durante dos meses. Y luego pude seguir dándole el pecho a mi bebé, hasta sus 6 meses, que ya para ese momento tenía una hermana de leche, como se decía en aquel momento.

La lactancia para mí, con sus particularidades, fue gratificante en términos de salud y afectivos».

Sabemos que quedaron voces fuera de estas experiencias. Justamente porque cada historia es una historia única, irrepetible, propia. Hayas tenido una experiencia exitosa o no, te haya costado, no hayas querido, hayas luchado o no hayas tenido ganas de pelear para que suceda… Nadie puede ni debe poner en discusión esa historia.

Nadie tiene derecho a opinar sobre tu experiencia, tu cuerpo, tus sentires, tus decisiones. Agradecemos a las participantes que pusieron su voz y quisieron compartir su historia