HUMANIZAR LA MUERTE

Duelos en tiempos de pandemia - Entrevista con Fabiana Rousseaux

4495

Charlamos con Fabiana Rousseaux -psicoanalista,  docente universitaria, investigadora Ubacyt y directora de  la Asoc. Civil “Territorios Clínicos de la Memoria”- sobre las consecuencias que hoy tiene no poder acompañar en sus últimos momentos ni despedir a los seres queridos que  fallecen y nos cuenta algunas medidas que se están tomando desde el estado para acompañar a los pacientes y sus familias.

Fabiana Rousseaux

Por Héctor González

Fabiana Rousseaux: El no poder acompañar, en el momento del fallecimiento y en el proceso de duelo posterior, a nuestros seres queridos, es sin duda unos de los problemas producidos por la pandemia con más impacto a nivel de la construcción simbólica. Porque, posiblemente, sea éste uno de los ritos civilizatorios más importantes de la humanidad, que nos diferencia de cualquier otro universo que no sea humano.

Lo que podríamos llamar “acontecimiento covid” -irrupción de algo de dimensión inesperada, irrepresentable, inmanejable-  nos ha sumido a todos, al mundo entero, en una angustia sin precedentes. Es una angustia generalizada que provoca la falta rotunda de significantes a los cuales apelar para poder representar algo de lo que ocurre. Entre ellos, la imposibilidad de producir una ritualización de la muerte de nuestros seres queridos impacta muy fuerte. Es muy importante lo que se pone en juego al tener que suspender de modo obligatorio y en nombre de las políticas del cuidado este rito. Es una renuncia muy compleja porque tampoco conocemos de antemano cuáles son los efectos que puede tener sobre la humanidad suspender estos ritos de aquí en adelante o, por lo menos mientras dure la pandemia.

737: ¿Cómo se enfrenta socialmente esta situación?

F.R.: Hay una diferencia entre aquellos Estados que están pensando hacer alguna cosa con esto o al menos están intentando implementar medidas dentro de las propias políticas del cuidado, y aquellos otros que se han ubicado frente a esta situación más del lado de las políticas de excepción. Me lo decía hace poco una colega colombiana: se aprovecha la situación del covid-19 para aplicar medidas de excepción que profundizan las violaciones de los derechos humanos. Este no es el caso de la Argentina. Hemos tenido suerte de estar atravesando esta situación con un gobierno que piensa el modo de aplicar estas medidas.

[es fundamental contar] con algún dispositivo como puede ser una tablet, que les permita a las personas internadas en los últimos días hablar con sus familiares, recibir fotos, etc. Así, se compraron en los hospitales de la provincia, (…) algunas tablets para que estén disponibles en los servicios públicos

737: ¿Qué es lo que se está pensando en nuestro país?

F.R.: Fui convocada a participar en una serie de reuniones impulsadas por la Subsecretaria de Salud Mental de la provincia de Buenos Aires, Julieta Calmels, donde representantes del Equipo Argentino de Antropología Forense junto a algunos investigadores universitarios, académicos, y funcionarios de la Secretaría, debatimos una serie de recomendaciones a los servicios públicos de salud que están transitando por esta experiencia tan compleja como es la internación y el fallecimiento de pacientes con covid.  Recomendaciones sobre cómo tratar esta imposibilidad sanitaria actual de ritualización de la muerte y cómo acompañar a los equipos de salud que están llevando el vínculo con los familiares de las personas fallecidas. Muchos profesionales se ven involucrados en situaciones muy dolorosas. A partir de esas reuniones elaboramos una serie  de recomendaciones que fueron presentadas hace pocas semanas junto al Director de Hospitales de la provincia, la Directora del Hospital Rossi y la Subsecretaria de Salud Mental para que se pongan en marcha en los servicios públicos. En la medida que sea posible. Porque tenemos que saber que hay un esfuerzo enorme por parte de los profesionales pero que no todos los servicios cuentan con las mismas herramientas, tanto sea a nivel de los recursos humanos – cantidad de enfermeros, médicos, asistentes, etc.- como también en aparatología y otros recursos.

737:  ¿Podés contar algunas de esas recomendaciones?

F.R.: Una, fundamental, es que se implementen formas de vínculo, aunque sea virtual, entre los familiares y la persona que está internada. Esto a través de los operadores sanitarios y que los enfermos cuenten, por ejemplo, con algún dispositivo como puede ser una tablet, que les permita a las personas internadas en los últimos días hablar con sus familiares, recibir fotos, etc. Así, se compraron en los hospitales de la provincia, algo que es impensable en cualquier otro lugar de América latina en este momento frente a la pandemia, algunas tablets para que estén disponibles en los servicios públicos. No cualquier Estado y no cualquier equipo de funcionarios son capaces de pensar en esto de los dispositivos o en equipos de protección para que se pueda entrar a la sala y acompañar a ese enfermo moribundo y humanizar ese último tramo de la existencia.


No es casual, seguramente, esta mirada que valora el lugar central del Estado en esta situación.  Fabiana tiene una larga experiencia en la vinculación del psicoanálisis con los Derechos Humanos y con las políticas públicas. Entre otras cosas, fundó y dirigió el Centro de Asistencia a víctimas de violaciones de Derechos Humanos “Dr. Fernando Ulloa” de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (2005/2014), y coordinó del Plan Nacional de Acompañamiento y Asistencia Integral a Testigos y querellantes, víctimas del terrorismo de Estado.


F.R.: A pesar de lo doloroso de la situación no es lo mismo que dentro del sistema sanitario y en nombre de las políticas del cuidado se instituyan medidas acordes a poder contemplar la importancia que tiene humanizar esta muerte, y no deshumanizarla como se está haciendo en la mayor parte de los países de la región. Y, sobre todo, entender que esto forma parte indisociable de todo un proceso, de un esfuerzo descomunal que se está haciendo respecto de cómo cuidar y proteger a la gente frente a una situación tan límite. Como sociedad tenemos una experiencia muy cercana en cuanto a lo que significa la imposibilidad de ritualizar una muerte, hemos tenido que atravesar la experiencia insondable de la desaparición de personas durante la Dictadura. Más allá de las diferencias, hay un punto en común: muere un familiar y no veo el cadáver, hay algo de esa imagen del cuerpo muerto que no está presente. Pero de ninguna manera podemos pensar que los efectos sean los mismos cuando hay una intencionalidad del Estado de acompañar, que cuando, en aquel momento, había una intencionalidad del Estado en hacer desaparecer esos cuerpos y en reducir a la nada la existencia de esas personas.

Estrategias o cuestiones puntuales para que uno se evite o se suavice el impacto doloroso de no poder despedir como uno quisiera en los duelos, no hay, más que el acompañamiento colectivo de poder entender cuál es este momento que estamos atravesando. No hay una manera de evitarse ese dolor

Tenemos aquí una distancia muy importante que hay que marcarla. No fue lo mismo para los familiares de desaparecidos que el Estado haya hecho desaparecer los cuerpos durante la dictadura, que lo que ocurrió a partir del 2004, cuando un Presidente –encarnando una política de Estado de acompañamiento al dolor de los familiares- dijo “vengo a pedir perdón en nombre el Estado”. Que el Estado, y todas las políticas internacionales de DDHH, puedan tener una mínima lectura del dolor,  produce efectos sobre las tramitaciones de los duelos. La cuestión es pensar cómo la sociedad acompaña una vez más y se organiza desde lo público. Por supuesto que también esto tiene que ser extensivo al sistema privado de salud, pero fundamentalmente es lo público lo que está marcando una diferencia y tratando de dignificar este proceso tan complejo.

737: ¿Cómo transitar, desde lo  individual, una situación de pérdida en estos momentos?

F.R.: Estrategias o cuestiones puntuales para que uno se evite o se suavice el impacto doloroso de no poder despedir como uno quisiera en los duelos, no hay, más que el acompañamiento colectivo de poder entender cuál es este momento que estamos atravesando. No hay una manera de evitarse ese dolor.  Queda pensar que más adelante tendremos que hacer una invención de nuevos modos de ritual. Como se tuvo que hacer, siempre con la aclaración de que no es lo mismo, con la desaparición de personas. Familiares que 30 años después, cuando recuperaron los restos, arrojaron las cenizas al Río de la Plata, o las llevaron a la casa donde militaba su ser querido, o pusieron placas en la pared de la Chacarita destinada a recordar a personas fallecidas sin cuerpo. Pero eso será más adelante. Ahora no hay una única forma en que uno pueda tomar esta situación. Eso es una invención para cada quien y lo que le sirve  a uno quizás no le sirve a otro.