CUANDO LA JUDICIALIZACIÓN DESPLAZA A LA PEDAGOGÍA

3982

Denuncias, sumarios, juicios, policía en las escuelas: cuestiones que empiezan a necesitar ser discutidas por quienes trabajamos en educación y creemos que tanto la escolarización como las condiciones de trabajo deben garantizar los derechos de todxs. En nuestra nueva sección de debates presentamos esta interesante introducción al tema que hace el pedagogo Gustavo Galli.

Todxs lxs educadorxs que atravesamos cualquier nivel de la educación obligatoria vemos cómo desde hace varios años a esta parte las denuncias, sumarios, juicios, la intromisión de la policía en las escuelas se torna moneda corriente.

Ilustración: Lorena Baudriz

Es así, como hemos visto o padecido un incremento exponencial de estas acciones en los últimos cuatro años, y no es casual ya que la profundización del paradigma punitivo es una política que el neoliberalismo promueve y necesita.

Escuelas, jóvenes, docentes  y policías, vértices de una figura o sociedad que pueden enlazarse o repelerse según como se los mire, si se trata de un Estado social que invierte en la  enseñanza y el cuidado o si se reduce a una mercantilización del Estado  que cercena derechos, e impone el mérito con las reglas del mercado, disciplinando a todo aquel que se resiste o se siente maniatado.

La judicialización de las relaciones escolares se constituye a través de un proceso caracterizado por la preponderancia de una perspectiva jurídica de la responsabilidad educativa respecto de una responsabilidad ética y política. Dicha judicialización podría ser un signo de la debilidad de la escuela, de la pérdida de su fuerza disciplinaria pero también de su capacidad para enseñar y cuidar.

Philippe Meirieu, gran pedagogo francés, propone tres hipótesis para comprender la judicialización de la relaciones escolares: el debilitamiento de la escuela como institución, la exarcebación del individualismo y la fragilización de la relación escuela –comunidad.

En una investigación que Gabriel Brener, Marcela Martinez y quien escribe junto a un grupo de estudiantes llevamos adelante en la Universidad Nacional de Hurlingham, notamos  que estas tres hipótesis son un muy buen punto de partida para comprender el sustrato en el que se profundizan los procesos de judicialización de las relaciones escolares.

El neoliberalismo como sustrato

Corrían los inicios de los 80 y Margaret Thatcher decía “la economía es el método, el objetivo es el alma”. El neoliberalismo siempre comprendió con suma eficacia que la disputa cultural es la madre de todas las batallas por el poder. Por eso el neoliberalismo es un sistema que se inscribe en los cuerpos, en las formas de ser y de hacer. Hace ya 40 años esta misma mujer manifestó sin pudor que “las sociedades no existen, sólo hombres y mujeres individuales”. No vamos a profundizar en Thatcher, sino la traemos aquí porque nos puede ayudar a ejemplificar cómo el neoliberalismo construye subjetividades proponiéndoselo como su principal objetivo desde hace más de cuatro décadas.

Nada de superficial tiene el neoliberalismo, sabe mucho acerca de cómo introyectarse en los corazones y en los cuerpos, también acerca de cómo romper lo colectivo, asumir la competencia como modo de sobrevivir y la individualidad como modo de estar entre otros y otras fracturando lazos.

Ilustración: Lorena Baudriz

La humanidad está en crisis y no hay otra manera de salir de esta crisis que la solidaridad entre los seres humanos nos dice Bauman (24:2017).  Por su parte Dubet (2015) a lo largo de su libro “¿Por qué preferimos la Desigualdad? Aunque digamos lo contrario” realiza una argumentación muy precisa acerca de cómo la aceptación de la desigualdad encuentra justificaciones en la pérdida de los lazos solidarios. La competencia individual importa más que sumar las fuerzas con <<otros en condiciones similares>>. Lo más importante es que los lazos con esos similares tienden a ser frágiles y manifiestamente efímeros. Bauman (2017)

La escuela desde su origen se propuso la construcción de lo común, sin embargo hoy, “lo común” está puesto al menos en entredicho en la escuela, la competencia, la prevalencia de lo individual erosiona la búsqueda de lo común a la vez que la construcción de lazos tiene más que ver con lo común entre iguales que con lo común como lugar donde confluye lo diverso. Hoy lo común es más parecido a lo igual que a aquello que nos iguala en la diversidad. Hoy rehuimos de lo negativo de manera convulsiva, en lugar de demorarnos en ellos. Pero aferrarnos a lo positivo lo único que hace es reproducir lo igual. (B. C.Han 2017a:52) escuela pública de la “mezcla” de la heterogeneidad, del hijo del albañil, la empleada y el abogado dio paso a la escuela de los hijos o hijas de barriadas obreras, y las de hijos e hijas de clase media o de las élites. Poco se mezcla, todo se iguala en la sociedad de la desigualdad. La fragmentación entonces construye permanentemente un nosotros similar y un otros amenazante. El mundo pierde cada vez más la negatividad de lo contrario. (B. C. Han 2017a:68).

La lógica económica desplaza a la lógica política.

En una parte de su trabajo Wendy Brown explica el pasaje del homopoliticus al homo  oeconomicus a través de la diseminación del mercado a todas las esferas y actividades – incluso aquellas que no involucran el dinero- y configuran a los seres  humanos como actores del mercado, siempre, solamente y en todos lados como homo oeconomicus. (2015:36)

Cuando sólo existe el homo oeconomicus y cuando la esfera de lo político mismo se expresa en términos económicos, se desvanece el fundamento para una ciudadanía preocupada con las cosas públicas  y el bien común // El reemplazo de la ciudadanía definida como una preocupación por el bien público por la ciudadanía reducida al ciudadano como homo oeconomicus elimina la idea misma de un pueblo, un demos que afirma su soberanía política colectiva.  (W.Brown, 2015:48)

La primacía del homo oeconomicus no sólo desplaza al homo politicus sino que además convierte lo político en enemigo. En Argentina puede ser interesante analizar, a modo de ejemplo, las respuestas judicializantes que llevó adelante la DGCyE de la Provincia de Buenos Aires respecto de los sumarios por adherirse a medidas de fuerzas sindicales, el envio de policías a las escuelas para evitar que se discuta en las aulas la desaparición de Santiago Maldonado, o la respuesta del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires respecto de los conflictos por las tomas de escuelas que han realizado los estudiantes secundarios durante el año 2018. Recurrir a la policía, a los recursos administrativos y/o a la justicia como forma de resolver los conflictos habla de varias de las cuestiones que nombramos más arriba, por un lado la construcción de lo político como enemigo. Por otro lado, hay un intencionado cuestionamiento acerca de la construcción colectiva.

Ilustración: Lorena Baudriz

La palabra se desvaloriza de tal modo que en general  la mesa de negociaciones se abre únicamente cuando la tensión ya es insoportable y luego de la denuncia. Los factores se alteran y por supuesto también el producto: primero se judicializa, luego en última instancia, se dialoga. La desvalorización de la palabra es germen de la despolitización buscada por esta racionalidad neoliberal. El conflicto debe ser suprimido al igual que lo colectivo, lo social es superado por lo individual, el gobierno por la gestión.

La estrategia de la política neoliberal de la fragmentación de los colectivos de estudiantes y de las familias, busca atomizar cualquier intento de organización que busque la salida colectiva a los conflictos y se movilice para imponer una agenda que trascienda lo individual en pos de lo común. Cabe preguntarse entonces acerca de la idea de “comunidad educativa” en relación del desplazamiento de lo político ¿Puede existir comunidad educativa despolitizada? Puede ser interesante pensar también que la estrategia de judicialización de los conflictos colectivos a la vez que individualiza y busca “responsables” se encarga de construir nuevas normativas ad hoc que vulneran derechos con la excusa de conseguir el orden buscado, es decir, de suprimir el conflicto sin política, sin diálogo, sin palabra, sólo a través de la intimidación y el miedo generado a través del poder del Estado.

Podríamos seguir profundizando y en pocas páginas es complejo abordar todas las situaciones de judicialización que acontecen diariamente en muchas de las escuelas: falsas denuncias a docentes, denuncias entre familias, sumarios, temores a cambiar pañales o al contacto físico que demandan los cuidados de niños y niñas, restricciones de salidas y visitas, etc. Restricción y temor parece ser un denominador común en todo esto.

La hostilidad y el quiebre de confianza erosiona la comunidad educativa. Asimismo, como hemos dicho se ha buscado desgastar la idea de solidaridad y lo colectivo. La búsqueda de seguridad siempre implica ceder libertad, a mayor seguridad menos libertad, y esto significa repliegue sobre sí de las comunidades y de lxs sujetxs.

Repolitizar la educación, comprendernos parte de un colectivo, apostar a la palabra y al diálogo, avanzar en la democratización de la escuela y la participación de la comunidad, abrir la escuela pueden ser caminos, comprender al otrx como semejante y no como amenaza, asumir el disenso y las diferencias sin la búsqueda de eliminar al otrx. Son caminos posibles en los que muchos creemos y buscamos transitar. Proponer el camino inverso a la racionalidad neoliberal es desplazar la judicialización para reponer la pedagogías y resituar lo político por sobre lo mercantil.

Gustavo Galli

¿Quien soy?

Soy docente, me inicié como profesor de Ciencias Naturales en escuelas secundarias de la CABA y en San Martín, Provincia de Buenos Aires. Fui directivo de escuelas secundarias en San Martín, CABA y La Matanza. He sido profundamente feliz en las escuelas, con lxs pibes, con mis compañerxs, con las familias. Hoy la docencia me sigue apasionando desde el trabajo en las universidades, en la formación docente, en la investigación y en el SUTEBA

Bibliografía

Brener, G. – Martinez, M. – Galli, G. “Pedagogía de la seguridad”. Diario La Capital. Rosario. 21 de abril de 2018 https://www.lacapital.com.ar/gabriel-brener-marcela-martinez-y-gustavo-galli- educadores-especial-educacion-p1283433.html

Brener, G. – Galli, G.- Martinez, M; (coord.) (2019) Judicialización de las relaciones escolares. Conversaciones con Philippe Meirieu. Buenos Aires: Noveduc.

Bauman, Z (2006) Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Madrid: Siglo xxi

Bauman, Z (2017). Extraños llamando a la puerta. Buenos Aires: Paidós.              

Brown, W (2016) El pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo. México: Barcelona

Dubet, F. (2015) ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario). Siglo veintiuno editores. Argentina.

Han, B. C. (2017a) La expulsión de lo distinto. Argentina: Herder.