HACER POSIBLE LO QUE NO LO ES

Reportaje a Fernando Córdoba

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“La vida en la ruralidad es más difícil que en lo urbano. Y se vulneran más derechos… Lo que vive la mujer aquí no se visualiza”. Fernando Córdoba relata a Siete3siete la experiencia del Centro de Educación Agraria N° 28 de La Plata, que lleva adelante un curso de tractorista para las mujeres que se desempeñan en ámbitos rurales.

Siete3siete: ¿Qué es un Centro de Educación Agraria?

Fernando Córdoba: Aquí nos dedicamos a enseñar oficios, por lo general agropecuarios, en un contexto de ruralidad y peri-ruralidad. En nuestro caso, en La Plata, abarca el cordón verde y lo que está entre la ciudad y ese cordón verde. Es una gran cantidad de gente la que vive ahí y con situaciones sociales totalmente distintas a lo que se vive en lo urbano. La vida en la ruralidad es más difícil -la accesibilidad, la rutas, las calles, el tendido eléctrico, la seguridad-. Y se vulneran más derechos. Particularmente en el caso de las mujeres. La mujer rural vive en situaciones más vulnerables que la mujer urbana.

Siete3siete: ¿Por qué se da eso?

Fernando: Por una cantidad de factores. Uno son las distancias, en lo urbano a una mujer le pasa algo y golpea la puerta de al lado o va a la iglesia o a la escuela o al club. Acá las distancias son enormes, una vecina está, a lo mejor, a siete hectáreas. En el caso de violencia de género, por ejemplo, en la ciudad hay una comisaría que se dedica especialmente a eso, mientras que las mujeres rurales, ante cualquier denuncia tienen que aguardar horas y horas en la comisaría para que alguien las atienda. Entonces, se dan situaciones realmente difíciles. La mujer rural tiene como paredes y techos de cristal, que no se ven, pero que la limita mucho, desde la comunicación y también desde lo laboral. Trabaja a la par del hombre, en la quinta, en el embalaje y demás, pero por lo general el que maneja el dinero es el hombre. Y a ese trabajo con el hombre, se les suma todo lo que tiene que ver con la casa, lxs hijxs, la educación, la limpieza, la comida… Ahora bien, al mismo tiempo, esa vulnerabilidad de alguna manera las va constituyendo en colectivos fuertes. Desde la resistencia, desde el conocimiento, desde la unidad, cuando tienen la oportunidad de encontrarse se hacen experiencias realmente muy lindas. Esa vulnerabilidad les da una potencialidad, digamos, que a la hora de conformarse en grupos, a la hora de proponer actividades, las hacen muy fuertes.

esa vulnerabilidad de alguna manera las va constituyendo en colectivos fuertes. Desde la resistencia, desde el conocimiento, desde la unidad, cuando tienen la oportunidad de encontrarse se hacen experiencias realmente muy lindas. Esa vulnerabilidad les da una potencialidad

Siete3siete: ¿Qué trabajo realizan con las mujeres rurales?

Fernando: Tenemos una sede pequeña dentro de la Escuela Agraria, pero la fortaleza nuestra está en el territorio. Y sobre todo con estas personas que viven situaciones muy vulnerables; estoy hablando de género, estoy hablando de vulnerabilidad económica, estoy hablando de trabajo, estoy hablando de un montón de situaciones. Tenemos la posibilidad de trabajar con ese colectivo en muchas áreas, más de 70% de nuestra matrícula son mujeres. Hemos conformado cooperativas de trabajo y tenemos un ida y vuelta muy fuerte con los colectivos de mujeres. Articulamos muchísimo con diferentes organizaciones, gubernamentales y no gubernamentales, iglesias, clubes  y demás, porque nosotrxs trabajamos en el territorio, no lo hacemos en una sede. Una de esas articulaciones fue con la Federación Rural, y surgió la idea de poder hacer un curso de tractorista.

Siete3siete: ¿Por qué un curso así?

Fernando: El tractor en el campo es algo muy simbólico, es el trabajo del hombre, porque es un trabajo de fuerza, con maquinaria pesada. Históricamente la accesibilidad al tractor para la mujer está muy limitada. Ella puede trabajar en la quinta, puede trabajar en la casa, puede criar lxs chicxs, puede ocuparse de mil cosas, pero a la hora de subirse al tractor, ahí aparecen lo que yo hablaba de muros o techos invisibles. Por ejemplo, las horas de tractorista en la ruralidad es una de las cosas mejor pagas, y hemos tenido el caso de una organización que tiene dos tractores para todos sus miembros. Hay un encargado que lleva esos dos tractores según la necesidad del campo de esos miembros, pero no le dejaba tocar el tractor a la señora, teniendo dos tractores. Y estamos hablando de que una hora de tractor está en 60 mil, 65 mil pesos. Propusimos, en conjunto con la Federación Rural, realizar un curso para mujeres a quienes les interesara ser tractorista.

Siete3siete: ¿Cómo está siendo la experiencia?

Fernando: El manejo del tractor es un trabajo específico que tiene un abordaje muy complejo. Y fue muy exitoso. Aún así las mismas mujeres quisieron que aquellos hombres que quieran capacitarse lo puedan hacer. Hay algunas cosas que son para mí maravillosas, porque a pesar de sufrir a veces la discriminación, ellas mismas no quieren que el compañero sufra lo que ellas sufren. Hace muy poquito terminó y ahora se replica en otra localidad. La primera inscripción tuvo cincuenta y cuatro inscriptxs y tuvimos que tamizar un poco, porque las horas de práctica son limitadas y no sería viable con tantas personas. Lo hicimos para 20 personas, para que puedan hacer las prácticas como corresponde. En el que se está replicando ahora, las prácticas con el tractor se dan en la casa de un productor y lo teórico en una sede que tiene la Federación Rural.

Siete3siete: ¿Qué implicó este curso para las compañeras que ya egresaron?

Fernando: Ha habido muy lindas experiencias. Por ejemplo, la compañera que antes comentaba, que durante años vivió con su marido que era el tractorista y ella no podía subir al tractor, bueno, hoy está trabajando el tractor. Hay otras dos compañeras que están preparándose para hacerse cargo de otro tractor que estaba en la Federación, parado, y nosotros pudimos ponerlo en marcha. También han venido un par de compañeras que son auxiliares de escuelas rurales, y que a partir de tener la certificación pueden empezar a hacer trabajos como auxiliares pero arriba del tractor, trabajo de mantenimiento, etc. Lo que nosotrxs les damos son los conocimientos específicos, pero también la oportunidad de plantarse desde otro lugar. Si yo tengo mi certificación y puedo tener acceso al tractor, entonces la mirada ya es distinta. También han venido compañeras jóvenes egresadas de la universidad, compañeras que trabajan con la Agroecología, profesoras de escuelas rurales, una variedad importante de compañeras. Y sí, muchas ya están trabajando.

Siete3siete: ¿Cómo llegaste a trabajar en este Centro?

Fernando: Me crié en el periurbano y estudié en la Escuela Agraria. He tenido trabajos rurales, he tenido colmenas, también he trabajado en algunos establecimientos y en talleres protegidos, como encargado de una granja donde había hombres discapacitados. Siempre me gustaron los oficios, me encanta el saber hacer con las manos, y en determinado momento me dediqué a un oficio en particular y recorrí diferentes ciudades. Allá por los años 90, mis hermanos se quedan sin trabajo; y un hermano mío, ferroviario, cae en depresión porque no sabía a qué dedicarse y le costaba muchísimo aprender un oficio. Y ahí sentí la necesidad de empezar a enseñar. Comencé mi carrera en formación profesional enseñando los oficios que yo sabía -apicultura, jardinería, floricultura-  y me propuse crear un espacio de formación rural. Formación profesional es más de metalmecánica, de oficios industriales; había pocas horas para lo que era el oficio rural, el agropecuario. Estuve cinco años con un proyecto, hasta que mi experiencia de vida, y también mi trabajo social, en la iglesia, hizo que pudiera juntar avales de diferentes organizaciones sociales y así surgió la creación de este CEA. Desde esa raíz, que fue lo vivido con mis hermanos que de repente se quedaron sin trabajo, nuestro CEA fue concebido con la idea de estar presente en aquellos colectivos sociales que son más vulnerables. Con estos colectivos nos encontramos, aunamos esfuerzos y buscamos las maneras de hacer posible lo que muchas veces no lo es. Siempre les digo “nunca dejen que nadie les diga qué es lo que no pueden hacer”. Que ellxs sean sus sueños, que se unan, que se capaciten.

las horas de tractorista en la ruralidad es una de las cosas mejor pagas, y hemos tenido el caso de una organización que tiene dos tractores para todos sus miembros. Hay un encargado que lleva esos dos tractores según la necesidad del campo de esos miembros, pero no le dejaba tocar el tractor a la señora,teniendo dos tractores

Siete3siete: ¿Qué te deja a vos todo esta experiencia de trabajo?

Fernando: La ruralidad es terrible, lo que vive la mujer aquí no se visualiza. No solo que la próxima vecina vive a varias hectáreas, sino que quizás vive su misma situación y no se anima a hablar, no se anima a poner en palabras lo que le pasa, lo que siente. Y cuando ellas se juntan, lo que se produce es de una riqueza enorme. Es enorme la riqueza que contienen estos cursos desde lo humano. Tanto sufrimiento hace que ellas no quieran replicar las situaciones que vivieron. La sabiduría que manejan desde las medicinas, los yuyos, el acompañamiento, los silencios… la verdad que yo considero que somos privilegiadxs de poder estar ahí y poder sumar nuestro granito. En realidad nosotrxs aprendemos muchísimo más de lo que ellas enseñan desde lo humano.

Fernando Córdoba. Estudié en Escuela Agraria, soy Técnico Agropecuario, Instructor en Formación Profesional y Capacitación Docente. Soy creador del proyecto y fundador del Centro de Educación Agraria N° 28 de La Plata.