En Moreno, la narración de cuentos unió a un grupo de mujeres que hicieron de ese “descubrimiento” un proyecto compartido para comunicarse con otrxs, compartir belleza y abrir preguntas. Siete3siete dialogó con las Sembradoras de Historias.
Gladys Coronel: Nos encontramos en el 2018 haciendo un seminario con Alicia Tamburini. Ahí empezamos a jugar con el cuerpo, la voz, las ideas, los colores, las imaginaciones… Y se nos ocurrió la idea de empezar a contar historias.
Gladys Ibarguren: Yo comencé sin entender bien qué era la narración oral. Fui para aprender a compartir un cuento, pero entendía que iba a ser mostrando un libro y leyéndolo. Pero me encontré con que la narración oral tiene muchas variantes y no es leer el libro.
había una inquietud, que sigue estando, por lo social. Buscar dónde puede servir contar cuentos y qué cuentos. En ese caminar estamos
María Teresa Conte: Cuando me jubilé fui haciendo experiencias, buscando actividades. Conocí el tema de la narración oral por una amiga, que había hecho un curso y estaba contando cuentos. Y encontré este Seminario que se daba en El hormiguero, un Centro Cultural en Moreno. Ahí emprendimos esto de “descubrir” el mundo de los cuentos. También había una inquietud, que sigue estando, por lo social. Buscar dónde puede servir contar cuentos y qué cuentos. En ese caminar estamos.
Adriana Rapetti: No soy docente. Me uní a ellas después de la pandemia. En realidad, mi sueño era poder contar cuentos a mis nietos, pero todavía no los tengo, así que será más adelante.
Gladys C.: Yo, como docente, había contratado a narradores para que vinieran a la escuela. Veía la carita de los nenes, veía que es una forma de mandar un mensaje, de compartir belleza. Entonces pensé que eso es lo que me gustaría hacer, que disfruten un momento. Narramos para adultos, para chicos, para chiquititos. Nos gusta esto de tomar un cuento, poder desmenuzarlo y que quienes nos escuchan puedan saborearlo y ampliar su imaginación.
Gladys I.: No somos todas jubiladas, hay quienes están trabajando, personas más jóvenes y también otra señora, Norita, que tiene ochenta y tres años.
Siete3siete: ¿Cómo es que se les ocurrió armar un grupo de narración?
Gladys I.: Tuvo mucho que ver con Alicia, la profe. Todas llegamos con experiencias y con motivaciones distintas. Empezamos haciendo una presentación como cierre del taller a fin de año; era la primera vez que estábamos en un escenario. Progresivamente fuimos viendo que nos gustaba y aprovechando otros espacios.
Narramos para adultos, para chicos, para chiquititos. Nos gusta esto de tomar un cuento, poder desmenuzarlo y que quienes nos escuchan puedan saborearlo y ampliar su imaginación
Gladys C.: También influyó que en este grupo entrara una chica joven, Eugenia, que ahora está viviendo en España, que trajo la idea de armar el Instagram. En principio nos resistíamos un poquito a esto tan público, hasta que vino la pandemia, y se terminó El hormiguero, no podíamos ir. Continuamos encontrándonos por video llamada. Empezamos a grabar los cuentos, se los mandábamos a Alicia y ella nos hacía una devolución. Ahí nuestros cuentos, contados de esa forma, se empezaron a subir al Instagram.
Siete3siete: ¿Cómo eligen los lugares dónde ir?
María Teresa: En realidad son las circunstancias; la gente que va conociendo lo que hacemos, nos dice: ¿por qué no vienen? Vamos a cada lugar que nos abre un espacio. Y entonces nos preparamos para ese lugar, eligiendo el cuento más adecuado.
Gladys I: Vamos a escuelas secundarias, a primarias, fuimos a un comedor, y también lo hacemos con adultos. Por eso tratamos de tener cada una un repertorio, una serie de cuentos. Y luego elegimos cuáles narrar según la temática o las edades, depende de dónde vamos.
Gladys C.: Para los chicos es algo diferente, porque viene una persona que no conocen y que está dispuesta a contarles algo. Con lxs adultxs, por lo general, lleva a la emoción. Como pasó en el SUTEBA, por el día de la lucha de la mujer, donde nuestros cuentos eran casi todos cuentos de lucha. Lo que hacemos es para disfrutar el momento y para poner una pregunta.
la gente que va conociendo lo que hacemos, nos dice: ¿por qué no vienen? Vamos a cada lugar que nos abre un espacio. Y entonces nos preparamos para ese lugar, eligiendo el cuento más adecuado
Siete3siete: ¿Cada una elige eso que luego va a contar?
Teresa: Alicia nos acerca mucha bibliografía, todas leemos todo y por ahí una dice “este cuento me gusta”, y lo prepara. Eso va abriendo caminos, porque, por ejemplo, vimos algo de una autora o autor que nos impactó y buscamos más. Y así vamos eligiendo. Después tenemos la ayuda de Alicia para hacer la adaptación del cuento. Hay que armarlo, contarlo sin perder la esencia del cuento, pero adaptándolo a la oralidad; ahí nos ayudamos entre todas.
Adriana: Un cuento te tiene que atrapar, te tenés que enamorar del autor. Y cuando lo elegís es porque tiene mucho que ver con lo que quieras decir. En general me gustan los cuentos cortos con un final contundente.
Siete3siete: Ustedes hablan de “preparar” un cuento, ¿cómo es ese proceso?
Gladys Ibarguren: Primero elegimos la temática, lo que nos interesa a cada una. Luego empezamos a encontrar las ideas principales, para armar como el esqueleto del cuento. En el caso de narrar para nenes, es hacerlos mucho más cortitos y utilizar, por ejemplo, frases que se repitan, que eso les interesa y los divierte.
Teresa: Es un proceso distinto si es un cuento corto o un cuento largo o si queremos contar una historia a partir de una novela. Adaptar un cuento corto es adaptar los tonos, los silencios, con que el autor lo escribió, pero para adaptar un cuento largo ya hay que encontrar la forma de contarlo lo más breve posible. Otro proceso más complicado es armar un cuento a partir de una novela, en ese caso hay que elegir qué queremos contar de esa novela, si queremos tomar un personaje o un acontecimiento determinado y de allí armar el cuento. Todo esto respetando siempre ciertas características del autor que deben estar presentes en la adaptación. Pero hay que hacerlo con un tiempo y en una forma que permita que el que está escuchando pueda mantener su atención y disfrutar ese momento.
Gladys I.: Y una vez hecha la adaptación, más o menos el proceso sería: primero ir hablándolo, explicándolo, quizás una palabra no sale, entonces una la reemplaza por otra, e ir logrando que salga cada vez más fluido.
Teresa: Es contarlo, contarlo, contarlo, y en ese contarlo se va puliendo y va saliendo cada vez con mayor naturalidad y seguridad.
Siete3siete: ¿Qué les deja esta experiencia?
Adriana: Cuando uno se jubila lo que quiere hacer es aquello que no pudo hacer en su época de “activa”. Me gusta mucho escuchar cuentos, me atrapa, me quedo absorta escuchando, y bueno, me gustaría que eso les pase a quienes escuchan cuando yo cuento un cuento.
Gladys I.: Para mí fue una experiencia muy linda. Ni bien me jubilé pensé ¿qué hacer ahora? Y encontré lo de la narración. Quería ir a narrar a un hogar, pero después se fue dando por otros lados. Y me encanta.
Teresa: Al jubilarme buscaba una actividad social, algo que me hiciera sentir que seguía haciendo algo útil. Y en esa búsqueda llegué a los cuentos. Me atraparon y me permitieron seguir compartiendo con otros.
Adriana: Queremos hacer conocer lo que hacemos. Esto tal vez es una puerta para que venga más gente y conozca de qué se trata esto. Es tomar contacto con los cuentos que nos contaban cuando éramos chicos y nos hacían dormir.
Gladys C.: Me gusta poder contarle historias a la gente, que tengan ese momentito, saliendo de su rutina, para imaginar o reflexionar a partir de los cuentos.Cuando vamos a las escuelas, o a un comedor o a una plaza, y los chicos se ríen, te contestan, se meten en tu cuento, entonces decís, “acá lo estoy haciendo bien”. Creo que esa es la imagen de narradora que todas queremos ser: el vínculo con una sensación, posibilitar un momento agradable para las personas, ya sean chicxs o grandes.