PENSARNOS COLECTIVAMENTE

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«La ternura no se reparte de unos a otros, emerge en un encuentro pedagógico» cita Daniela Sposato, para invitarnos a pensar los rituales y desafíos en el comienzo de un nuevo ciclo.

Nos volvemos a encontrar frente al inicio de un nuevo ciclo. Pensarnos cíclicamente, pensarnos colectivamente, pensarnos rituales, pensarnos en ceremonias mínimas es un desafío para la sociedad y, por ende, para las y los trabajadores de la educación.

En un mundo-consumo en el que todo parece ser veloz y descartable, la educación tiene el gran desafío de sostener, transmitir y organizar a su comunidad. El rito, la ceremonia son prácticas sociales y culturales de gran valor simbólico que nos ayudan a crear un otro tiempo en el cual detenernos en eventos mínimos, no por lo chico o diminuto sino por lo desapercibido de la acción. Situaciones mínimas que dejan huellas, marca, registro en la construcción de subjetividad de las niñeces y adolescencias y que ponen en diálogo la ceremonia de lo imperceptible que ellas instituyen.

La mano que acompaña el camino de infancias y adolescencias a la escuela, la ronda en el nivel inicial, la fila en el patio, el canto a la bandera son todos rituales que ocurren en la escuela y que generan comunidad. Todos son símbolos que nos mancomunan, que nos hacen sentir parte. Detenernos en ellos, valorarlos constituye un desafío que no es sólo educativo, sino también político y que nos invita a reflexionar sobre algunos de los conflictos que atraviesan hoy las escuelas, para profundizar debates en torno a las nociones de protección integral de las niñeces y adolescencias ¿De qué hablamos cuando hablamos de protección integral? ¿Qué estructura legislativa da cuenta de integralidad en un sistema que está profundamente segmentado? ¿Qué relación encontramos entre estas ceremonias y rituales y la protección integral?

Pensar integralmente, nos invita a tejer redes, esas que se unen en lo común que muchas veces o casi siempre son “lo público”: la escuela pública, la salita de salud, el centro comunitario, el comedor, la plaza – la esfera de lo público no se limita a las instituciones

Pensar integralmente, nos invita a tejer redes, esas que se unen en lo común que muchas veces o casi siempre son “lo público”: la escuela pública, la salita de salud, el centro comunitario, el comedor, la plaza – la esfera de lo público no se limita a las instituciones. Entender el carácter de público de las infancias y adolescencias, del concepto de corresponsabilidad también es un desafío, hoy la ley de protección integral nos queda corta, las vulneraciones de derechos son múltiples, los sistemas de protección no alcanzan a dar respuesta.

Poner en escena la corresponsabilidad nos interpela como adultxs desde todxs los espacios que habitamos, como así también debería obligar a los gobiernos a redoblar sus estrategias y recursos para garantizar derechos.

Necesitamos un mundo adulto que reconozca, que socialice y promueva la circulación de la palabra, que interpele y se deje interpelar, que sea hospitalario en el interjuego del lazo social, que aloje a las nuevas generaciones. Se trata no sólo de la transmisión de conocimientos sino de esa función de socialización que hace a la relación entre los más viejos y los nuevos. Recibir a los recién llegados para presentarles el mundo que se despliega delante de ellxs y andamiarlxs en el camino.

¿Qué lugar recibe hoy a lxs jóvenes, cómo pensamos esa educación secundaria, por ejemplo? Lxs trabajadores de la educación venimos debatiendo hace mucho tiempo, qué escuela queremos y esta construcción es mucho más amplia y profunda que dicotomizar entre repetir si o no. Pensar en una escuela secundaria integral que permita generar autonomía, confianza, que fortalezca la incorporación de saberes requiere de un trabajo sistemático y volvemos a lo cíclico que permita revisar y acompañar procesos y proyectos. Por sobre todo, que no deje afuera a nadie.

La ternura es una categoría política, revolucionaria y liberadora: es la indicación de un horizonte de transformación que reconoce el derecho puro, al «amor», a la delicadeza del trato, al cuidado

El inicio de un nuevo ciclo se presenta, entonces, como una oportunidad. Poder volver a lo ritual, hacer comunidad desde la construcción de una pedagogía de la ternura en tiempos tan complejos como los actuales se torna nodal.

La ternura es una categoría política, revolucionaria y liberadora: es la indicación de un horizonte de transformación que reconoce el derecho puro, al «amor», a la delicadeza del trato, al cuidado, a relaciones humanas que no violenten sino que amparen, que no marginen sino que incluyan, que restituya identidad y ciudadanía.

La ternura no se reparte de unos a otros, emerge en un encuentro pedagógico. (Alejandro Cussiánovich)

Proyectar mundos posibles es lo que los y las educadoras queremos: mundos más justos, menos hostiles, más amorosos que alojen a las nuevas generaciones.

#EducarParaTransformar

Bibligrafía

  • Educar hasta la ternura siempre. (Del adultocentrismo al protagonismo de las niñeces). Gabriela Paula Magistris y Santiago Morales (comp.) Chirimbote. 2022
  • La desaparición de los rituales. Byung-Chul Han.herder 2020
  • Ceremonias Mínimas: Una Apuesta a la Educación en la Era Del Consumo. Mercedes Minnicelli.Homo Sapien 2013
  • La crisis en la educación, Hanna Arendt.H. en Between Past and Future. 1993
  • Educando desde la pedagogía de la ternura Alejandro Cussianovich. IFEJANT 2005

Daniela Sposato

Trabajadora de la educación, hija y madre de la escuela pública. Sosteniendo las banderas del juego, la ternura para un mundo más justo con niñeces libres y protagonistas. Sec. Gral SUTEBA La Matanza.

Este artículo es publicado conjuntamente con la Revista Gloria y Loor.