CONCENTRACIÓN Y EXTRANJERIZACIÓN, RADIOGRAFÍA DE NUESTRA ECONOMÍA

Reportaje a Andrés Wainer

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¿Cuánto poder tienen los grupos económicos dominantes? ¿Quiénes son? ¿Cómo condicionan el presente y el futuro de este país? El sociólogo y economista Andrés Wainer explica los procesos que generaron la concentración de riqueza en unas pocas manos, en detrimento del bienestar de todxs lxs argentinxs.

737: ¿Cómo se compone el poder económico en la Argentina actual?

Andrés Wainer: En la década de los ’80 quedó conformado un nuevo poder económico, que estaba integrado principalmente por los grandes grupos económicos nacionales junto a los acreedores externos. Estos grupos habían sido fortalecidos por las políticas llevadas adelante durante la dictadura y condicionaron fuertemente las políticas del Gobierno de Alfonsín. Esta situación se va a modificar en los ’90, donde avanza el fenómeno de la extranjerización de la cúpula empresarial junto a un nuevo proceso de concentración económica. Esto quiere decir que las empresas más grandes tienen cada vez más poder económico porque representan una porción mayor de la economía, pero además va cambiando su composición con una creciente presencia de firmas extranjeras, ya sea solas o asociadas con grupos locales. El puntapié de este proceso fueron las privatizaciones, cuando se formaron asociaciones entre grandes grupos económicos locales, bancos y empresas extranjeras, pero luego continuó con una masiva venta de empresas privadas nacionales. Todo esto va a condicionar muy fuertemente el devenir económico posterior.

737: La crisis de 2001-2002, ¿tuvo efectos para esta cúpula?

A.W.: Durante la crisis la concentración aumentó mucho más todavía, porque las que más perdieron fueron las pequeñas y medianas empresas (y los trabajadores por supuesto). Además, buena parte de esta cúpula del poder económico había ido adquiriendo una orientación cada vez mayor hacia los mercados externos. Esto quiere decir que las exportaciones pasaron a tener cada vez mayor importancia para las grandes empresas. Incluso se produjo la internacionalización de algunas, es decir, realizaron inversiones en otros países (Arcor y Techint son un claro ejemplo de ello). La salida de la convertibilidad generó que aquellos que tenían ingresos en dólares -vía exportaciones o ingresos en el exterior- incrementaran enormemente sus ingresos medidos en pesos. El proceso de concentración y extranjerización continúa hasta los años 2007/2008 y a partir de allí se retrae levemente. No es que las grandes empresas se vuelven más chicas sino que la economía crece mucho y se crean nuevas empresas. Algunos datos: en el 2001, las 200 empresas no financieras ni agropecuarias más grandes de la Argentina significaban, en términos de su producción, el equivalente al 21% del PBI. Este nivel siguió incrementándose hasta 2007, donde pasaron a registrar más del 26% del PBI, es decir más de un cuarto de la economía. Después se dio una leve retracción que llega a su “mínimo” en 2015, con un 22% del PBI, que no obstante siguió siendo un nivel superior al existente en 2001. Con el gobierno macrista este nivel de concentración se va a volver a acelerar: así, en 2018, el peso de las 200 empresas no financieras más grandes ya superaba el 25% de la economía y en 2019, post devaluación, alcanzaron el 28% del valor agregado.

737: ¿Cómo ha sido el proceso de extranjerización?

A.W.: En los ’90, las grandes empresas extranjeras que llegaban eran fundamentalmente europeas -españolas, francesas, suizas, etc.-además de norteamericanas. Lo que va a suceder en la post convertibilidad, es que va a haber cada vez más presencia de empresas translatinas o multilatinas, es decir, de Brasil, de México, que van a adquirir empresas locales importantes. Un ejemplo es Loma Negra del grupo Fortabat, la principal cementera del país, que la adquiere un grupo económico brasileño (Camargo Correa). Las empresas extranjeras fueron y siguieron siendo las más importantes del país, explican alrededor del 50% de las ventas de la élite empresaria. Los grupos económicos nacionales, que se consolidaron durante la dictadura, sufrieron un proceso de retracción en los años ‘90, y hoy explican, más o menos, un cuarto de las ventas de la cúpula. Después tenemos las asociaciones, que crecieron mucho a principios de los ’90 y durante el macrismo, con alrededor del 21% de las ventas en 2019. Y finalmente están las empresas estatales, cuyo peso se redujo sustancialmente tras las privatizaciones y que se recuperó muy poco con las reestatizaciones del kirchnerismo, especialmente de Aerolíneas Argentinas e YPF, aunque aún explican apenas un 4% de las ventas de la cúpula empresaria. Esa es la estructura de lo que llamamos el poder económico no financiero de la economía real. Muchas de estas grandes empresas son conocidas por el público, muchas otras no, porque no venden directamente al consumo masivo, sino que son productoras de insumos.

Las empresas extranjeras fueron y siguieron siendo las más importantes del país, explican alrededor del 50% de las ventas de la élite empresaria. Los grupos económicos nacionales, que se consolidaron durante la dictadura, sufrieron un proceso de retracción en los años ‘90, y hoy explican, más o menos, un cuarto de las ventas de la cúpula.

737: ¿Qué consecuencias tiene esta alta gran concentración?

A.W.: En primer lugar, cabe aclarar que la concentración económica no es un fenómeno que solo suceda en la economía argentina; existe concentración inclusive en economías desarrolladas. Sí, quizás, la característica particular es la velocidad y las formas en que se dio este proceso aquí. Por otro lado, cabe señalar que el nivel de concentración “real” es aún mayor todavía al aquí señalado porque muchas de estas grandes empresas pertenecen a un mismo grupo económico. El grupo Techint, por ejemplo, tiene, dependiendo del año, de tres hasta cinco firmas dentro de la cúpula que conforman las 200 más grandes del sector no financiero. Por eso, el nivel de concentración real de la propiedad y de la riqueza que se produce en la Argentina es todavía mayor si uno lo piensa en términos de propietarios de empresas. Esto nos da una idea de que hay núcleos muy concentrados que tienen un poder de decisión e influencia muy alto, porque implican una porción grande de la economía y, dentro de ella, de las exportaciones: alrededor del 70% de las ventas externas del país son realizadas por empresas de esta cúpula empresaria, y un 45% de las importaciones corresponde a esta cúpula. ¿Qué quiere decir esto? Que tienen el control sobre un elemento decisivo para la economía argentina que son las divisas, los dólares. Y lo controlan no solo a través de las exportaciones, sino también a partir de las inversiones extranjeras, porque como muchas de estas empresas son extranjeras (en 2019, 104 de las 200 más grandes empresas eran extranjeras y además había 33 asociaciones de capital), la decisión de invertir o no en la Argentina, también genera condicionamientos. Y no solo tienen el control de buena parte de las divisas que ingresan a la Argentina, sino también de las que salen. ¿Qué hacen las empresas extranjeras en condiciones normales? Parte de las ganancias que obtienen las remiten a sus casas matrices o a filiales radicadas en paraísos fiscales. En efecto, hasta fines de 2011, cuando se instauraron los primeros controles cambiarios, hubo una remisión de utilidades muy importante, que retomó impulso a partir de 2016 cuando Macri liberalizó nuevamente el mercado cambiario. Pero, además, los conglomerados extranjeros y los grupos económicos locales han sido los protagonistas centrales de la fuga de capitales, tanto a través de las empresas o directamente a través de sus dueños. Y esta fuga termina en cuentas en paraísos fiscales o inversiones inmobiliarias en el exterior. Entonces, estas grandes empresas proveen buena parte de los dólares que ingresan a la economía argentina -sobre todo los dólares “genuinos” a través del comercio- pero también suelen ser fuertes demandantes de divisas tanto para remitir utilidades como para la fuga de capitales.

737: ¿Qué sucede con el sector financiero?

A.W.: El proceso de concentración y extranjerización también lo afectó, sobre todo al bancario. Durante la dictadura, con la Ley de Entidades Financieras habían pululado entidades financieras en todos lados; muchas de ellas quebraron o desaparecieron con la crisis del ’81-’82. En los ’90 hay un proceso fuerte de concentración, donde desaparecen varios bancos, o se fusionan, y, sobre todo, se extranjeriza mucho el sector financiero; quedan pocos bancos grandes nacionales. Desaparecen, prácticamente, todos los bancos provinciales públicos; se privatizan. Los únicos que no se pudieron privatizar son dos de los bancos más grandes de la Argentina, el Nación y Provincia. Y se instalan bancos europeos y norteamericanos; después durante la posconvertibildad también se insertan bancos chinos y de Brasil.

Donde sí se puede observar un nivel de concentración muy alto -y son los jugadores que en buena medida terminan imponiendo las reglas- es en la comercialización de granos. (…)La gran mayoría de las comercializadoras son extranjeras y suelen ser actores que manejan el mercado a nivel mundial. 

737: ¿Y en el sector agropecuario?

A.W.: Hubo un proceso muy fuerte de concentración de la propiedad de la tierra en los ’90. Entraron en crisis muchas pequeñas explotaciones, sobre todo por el cambio en el paradigma productivo tecnológico. La siembra directa y la soja transgénica requieren de un nivel de escala que no es factible de ser realizado en pequeñas unidades, porque se necesita maquinaria que no es rentable usarla si no es en gran escala. Ahí aparecen los contratistas: ya no es el propietario quien explota su campo, sino que lo arrienda a un contratista para que lo explote y el propietario simplemente cobra una renta. Hubo también un proceso donde muchos de estos grupos económicos locales que en la década de los ’90 vendieron parte de sus empresas -como Pérez Companc con sus empresas petroleras, el grupo Macri con la automotriz, Terrabusi, etc.- reinvirtieron parte del dinero obtenido en campos y la producción agropecuaria. Es difícil ver el nivel de concentración de la tierra, porque en general, con las distintas sucesiones, las propiedades se van subdividiendo, y aunque jurídicamente son independientes, pertenecen al mismo grupo familiar y son explotadas en conjunto. Donde sí se puede observar un nivel de concentración muy alto -y son los jugadores que en buena medida terminan imponiendo las reglas- es en la comercialización de granos. Son unas diez grandes comercializadoras de cereales y oleaginosas que concentran más de la mitad del comercio exterior argentino. La gran mayoría de las comercializadoras son extranjeras y suelen ser actores que manejan el mercado a nivel mundial. 

737: A lo largo de este proceso, ¿han aparecido otros actores?

A.W.: Con el macrismo se consolidaron los famosos fondos de inversión, como Blackrock  y Templeton, que manejan cantidades de dinero enormes a nivel mundial. Con la valorización financiera que hizo el macrismo ingresaron fuerte en la Argentina a partir de comprar instrumentos financieros como bonos de deuda, lebacs, letras, etc. Tienen, como acreedores, una capacidad de negociación y de presión muy fuertes, de hecho fueron los que negociaron con el gobierno actual la renegociación de la deuda privada. Te dicen «yo quiero cobrar» y te dicen lo que tenés que hacer en términos de política económica. Por eso, la clave es tratar de no incurrir en esos procesos de endeudamiento externo, como sucedió durante el macrismo, donde los dólares que ingresaron no fueron para financiar un cambio estructural que nos fuera a permitir reducir importaciones, aumentar exportaciones y generar ingresos para después pagar la deuda, sino simplemente para la “timba” financiera. Otro sector muy concentrado, que fue creciendo mucho en los últimos años y que forma parte de la cúpula empresarial, son aquellas firmas dedicadas a la producción hidrocarburífera. Ahí tenemos grandes jugadores internacionales y algunos grupos locales y asociaciones. La mayoría de las petroleras forman parte de la cúpula empresaria que mencionábamos antes. Pero ahí hay un actor clave, que es YPF, que con su renacionalización parcial en 2012 volvió a cumplir ciertas funciones de “reguladora” del mercado. Cabe destacar que en términos de ventas sigue siendo la empresa más grande del país, y lo que haga o no YPF, de alguna manera marca un sendero para el conjunto del sector de hidrocarburos. Por ejemplo, ninguna petrolera se puede despegar demasiado del precio de la nafta que nos vende YPF ya que sino perderían mercado. El grueso de las inversiones que se empezaron a hacer en 2012, sobre todo en Vaca Muerta, permitió reducir el declino de la producción en petróleo y revertir la curva descendente en la producción de gas. Esto fue clave para evitar seguir con el agujero que era el sector hidrocarburífero en materia comercial, porque cada vez importábamos más y exportábamos menos.

737: Es un ejemplo alentador, ¿no?

A.W.: Diría que es un ejemplo clave, tener una empresa, aunque sea mixta pero con mayoría estatal, donde se pueda plantear un sendero distinto, cambiar la lógica. Esto quizás se podría plantear con otros sectores. Que puedan existir empresas públicas o mixtas importantes que intervengan, marcando senderos de interés público. Argentina ha tenido estas experiencias. En la producción de acero tenía a Somisa, que era una empresa reguladora del mercado, y que con la privatización desapareció. Y hace poco hubo un intento, fracasado, de hacer esto con Vicentín, que era una de esas grandes productoras y comercializadoras del sector agropecuario. Esa es una manera de condicionar o de tratar de orientar ciertas inversiones. Otra manera es con planificación estatal y metas, como fue el Plan Gas, donde a las petroleras se les garantizaba un precio mayor si aumentaban la producción. Y otro sendero complementario tiene que ver con mecanismos de regulación de servicios públicos y de un mayor control del comercio exterior. Doy un último ejemplo, que es el caso de Chile, que siendo el modelo más claro que tenemos en nuestra cabeza de políticas neoliberales y, sin embargo, lo único que no hizo Pinochet fue privatizar la principal empresa minera, que es estatal y controla más de la mitad de las exportaciones del país. Se debería seguir desandando el camino que llevó adelante el macrismo de desregular casi completamente el comercio exterior. Por supuesto que no son procesos rápidos ni sencillos, pero para un país como la Argentina los costos de no hacerlo serían mucho más gravosos.

Andrés Wainer es investigador del CONICET, FLACSO y el IDESBA-CTA. Dr. En Ciencias Sociales y docente de grado y posgrado en la UBA, UNSAM Y FLACSO