LXS ADOLESCENTES BAJO SOSPECHA

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¿Cómo viven adolescentes y jóvenes estos tiempos de pandemia? ¿Cómo impacta en ellxs cierta estigmatización social que los pone en el lugar de ser lxs responsables de contagiar a lxs adultxs de su familia? ¿Cómo pueden lxs adultxs acompañarlos en estos momentos?. 737 dialogó con las psicólogas Fabiana Rousseaux y Ana Lía Yahdjian.

737: Muchos docentes de nivel secundario tienen interés en ver cómo ha afectado la pandemia, y cómo sigue afectando, a adolescentes y jóvenes, particularmente para rechazar las estigmatizaciones que se dan a menudo. ¿Qué nos pueden decir sobre eso?

Ana Lía: El año pasado, a partir del mes de marzo, se provocaron transformaciones muy aceleradas a la hora de pensar, no solamente cómo dar clases, sino cómo ponerse en contacto entre docentes y equipos, como así también cada división, cada curso con sus docentes de las muchas materias que tienen en el nivel medio.

Una de las experiencias que pude realizar con colegas del nivel medio y terciario fue lo que llamamos Ateneo. Allí se narran situaciones de la práctica docente. En esos Ateneos trabajamos sobre el malestar desencadenado en algunas escenas en las aulas allí lo que apareció no fue tanto la dificultad con lxs adolescentes, es decir, con lxs estudiantes, sino de lxs docentes a la hora de dar clases en un formato que no era el habitual. Si bien muchxs docentes realizan cursos, diplomaturas y especializaciones de forma virtual, dar clases era otra cosa, muchas horas, con problemas de conectividad sumados a dificultades de otras índoles, todo eso obligó a repensar toda esa práctica. Hubo que hacer replanteos importantes, teniendo en cuenta que no habían normativas claras de las distintas jurisdicciones, y se trataba de un campo de intervención desconocido.

no perder de vista esas particularidades es ya un primer movimiento que se puede realizar contra de la estigmatización de quienes no responden como el resto no porque no estén interesadxs en ese proceso sino porque las condiciones de subsistencia se vieron fuertemente afectadas

Lo que nos fue llegando a la consulta, tanto de docentes como de familias y equipos de trabajo, no era solamente el problema de vivir un tiempo suspendido, donde la presencia en la escuela estaba a la espera del “ya vamos a volver”, sino de un temor al contagio de un virus desconocido y al que la ciencia no tenía conocimiento certero como para establecer garantías de torcer el rumbo de la enfermedad y la muerte. Muchas familias y estudiantes ocupadxs de la sobrevivencia diaria, con problemas de conectividad o dificultad para usar por ejemplo datos móviles – que necesitaban para cuestiones también centrales como ayudar a la reorganización familiar en relación a la sobrevivencia y los trabajos que habían sido afectados por la pandemia- implicaban una total modificación de la tarea.

Esta introducción es importante no solamente para conocer ciertos entramados que se pierden cuando se habla de “lxs docentes”, de “lxs adolescentes” o de “las familias”, etc. Sino también porque no perder de vista esas particularidades es ya un primer movimiento que se puede realizar contra de la estigmatización de quienes no responden como el resto no porque no estén interesadxs en ese proceso sino porque las condiciones de subsistencia se vieron fuertemente afectadas.

737: El riesgo de las generalizaciones, ¿no?

Ana Lía: Ninguna clasificación o generalización ayuda al momento de leer estas circunstancias tan particulares si perdemos lo singular en juego. Sí podemos pensar en ciertas generalizaciones para analizar determinados síntomas sociales, como pueden ser  los que se conforman a partir del modo en que lxs profesionales “interpretan”, deciden, diseñan, dirigen su propuesta, o incluso gestionan ciertos “síntomas”, sustancializándolos o no dando lugar al deseo que anida en cada sujeto singular. Sin embargo los efectos de hacer existir estas interpretaciones es lo que lxs psicoanalistas llamamos transferencia negativa y que puede adoptar variadas figuras de rechazo, desvinculación, desgano, etc, y son las que van conformando el humus de lo que llamamos “síntomas sociales”.

Para lxs adultxs, el camino de abrir preguntas sobre lo que ocurre, es el camino de la “sintomatización” de la práctica, lo que la dialectiza, la saca de la pura repetición de estigmas y lecturas a priori, y puede dar lugar a preguntarse por lo que ocurre, sin necesidad de responder rápidamente, interesándose por lxs  jóvenes que “nos hacen pregunta”, cuando su accionar o conducta nos llama la atención. Acompaño hace años a colegas docentes con una escucha orientada por el psicoanálisis de orientación lacaniana, para ir tallando ese “leer” con preguntas en los lenguajes que nos acercan lxs jóvenes, en sus semblantes, humores, desganos, retiradas o agresiones.

Para lxs adultxs, el camino de abrir preguntas sobre lo que ocurre, es el camino de la “sintomatización” de la práctica, lo que la dialectiza, la saca de la pura repetición de estigmas y lecturas a priori, y puede dar lugar a preguntarse por lo que ocurre

Cuando hay un síntoma en singular, nos invita a no perder de vista que allí hay un decir también singular de cada joven, de cada niñx, de cada familia inclusive, frente a determinado problema, inquietud o afecto en juego, porque no es solo la angustia, o solo el malestar, sino también las inhibiciones que se manifiestan o lo que se presenta de modo disruptivo lo que se ofrece a la lectura.

Retomando la pregunta inicial, la pandemia puso sobre la mesa, la intensa “conectividad” que tienen lxs docentes en sus variadas funciones como sujetos de intervención, y las preguntas sobre “cómo hacer” con lo nuevo se dieron paso en todos los niveles para intentar nutrirse de estrategias, pero también a preguntarse sobre el interés de lxs sujetos de la educación sobre lo que se quería impartir en estas épocas.

Allí se fue abriendo una interesante vía, que no establece entre docentes y alumnxs solamente dos lugares donde se entabla “una lucha por el puro prestigio” al modo de la dialéctica hegeliana, sino que instaura al menos tres términos fundamentales que quitan a lxs profesionales de esa dualidad con sus estudiantes o incluso colegas.

737: ¿Qué sería romper esa dualidad?

Ana Lía: Se trata de hacer lugar para abrir otros horizontes menos confrontativos y mortíferos, donde se puedan “vaciar” esos sentidos estigmatizantes, tan pegados a las certezas, tan determinados de antemano como marcos interpretativos que incluso pueden ser transformadores o superadores. En este sentido, tanto  Ernesto Laclau como Jorge Alemán introdujeron la idea de “significantes vacíos”, en consonancia con Jacques Lacan cuando intentaron introducir la idea del no-todo. No todo dentro de esos marcos interpretativos, o dicho de otro modo, algo que quede por fuera de esas certezas, que opere como un enigma, como un saber no sabido del todo, como una posibilidad de algo nuevo. Como intento de hacer lugar a algo que no sea dentro de la lógica del puro binarismo, del puro 2, de las polaridades instaurando la lógica segregativa del “nosotrxs/ ellxs”.

Para finalizar, lo que quedó suspendido es el tiempo de la escuela, de ir a la escuela, el formato del aula tradicional, ya se transformaron esos lugares. Por lo tanto lo que ocurrió con esas transformaciones es que esas aulas ya no estaban en el lugar tradicional que hace 200 años entendemos como el aula masiva,  es decir la escuela o la escolarización masiva, se transformó en otra aula. Algunos la llaman “un aula que perdió intimidad”, otros la llaman “una casa que perdió intimidad” y ahí podemos ver cómo tiene varios lados o varios nombres pero también tienen varios agujeros esas formulaciones: el aula, la escuela, dar clases, los padecimientos, etc; porque sino es como pensar que en otros formatos no había padecimientos, no? O no había problemas familiares, o no había problemas con la identidad de lxs jóvenes o con la imagen de sí mismxs, etc. Esos “agujeros” son por donde conviene hincar la pregunta, abrirla, compartirla, para dar un digno lugar a la palabra y lo que no anda, un lugar al traspié. Lo que se encontró en esta transformación como efecto de aislamiento, fue que en las instituciones los equipos de trabajo salieron a buscar a quienes no se conectaban, a lxs que no respondían, o que se habían desvinculado del lazo con sus compañerxs, amigxs, de sus docentes,  sus tutorxs, eso fue un efecto de lo nuevo también. 

la intensa “conectividad” que tienen lxs docentes en sus variadas funciones como sujetos de intervención, y las preguntas sobre “cómo hacer” con lo nuevo se dieron paso a preguntarse sobre el interés de lxs sujetos de la educación sobre lo que se quería impartir en estas épocas

Fabiana: Respecto de las estigmatizaciones tenemos que decir que en nuestra sociedad y quizás en la mayoría de las sociedades, lxs jóvenes siempre han sufrido todo tipo de estigmatizaciones. En nuestro país basta recordar lo que significaba ser joven durante los años 70, ya sólo eso era suficiente para ocupar el lugar de “sospechoso/a”, y en nuestra sociedad la infancia y la adolescencia ocuparon en distintos momentos históricos y diversos tiempos lógicos, un lugar “apropiable” podríamos decir. Desde las cuestiones más institucionales como aquellas pensadas bajo el ojo jurídico de los diversos paradigmas que se constituyeron en discursos sobre la infancia, denominándola de diferentes modos, “menor”, “niñez”, “niño/niña”, donde cada modo de nombrar incluye también una categoría económica y social y donde los “menores” bajo el paradigma de la minoridad, eran personas a tutelar con una importante restricción de derechos y por ende con una fuerte restricción de su condición subjetiva. En Argentina, la sanción de la Ley 26.061 de Protección Integral de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del 2006, significó evidentemente un avance respecto de la Ley de minoridad ó Ley Agote o de Patronato del año 1919. Pero el problema de  la infancia y juventud pobre o incluso de la infancia y juventud problemática, se constituye en un obstáculo para las instituciones más allá de los marcos legislativos. Sin lugar a dudas eso “hace lugar” a otros discursos, pero el punto es ver qué se hace con eso nuevo al interior de cada institución, para lo cual es central la escucha singular de cada caso aún en el “para-todos” que la ley habilita.

En otros momentos de nuestra historia colectiva, la infancia fue literalmente “apropiada” bajo el contexto de los delitos de lesa humanidad donde se podía hacer cualquier cosa con niños/as y también adolescentes hijos/as de militantes políticos porque o bien había que salvarlxs de sus legados familiares o bien había que exterminarlxs. De ese modo se empujó hacia un estigma social muy fuerte a toda una generación. 

Es decir que el lugar de los estigmas tiene su recorrido y en este nuevo contexto toma un  nuevo nombre. Lxs jóvenes encarnan el lugar privilegiado del riesgo de contagio.

Noto con preocupación en las consultas que llegan en estos tiempos, el lugar en que quedaron lxs  jóvenes de ser aquellxs que portan en su cuerpo la amenaza invisible del contagio y por ende, de ser lxs responsables de poder contagiar a sus xadres y abuelxs y eso sí ha generado en muchos niños/as y jóvenes una suerte de fobia a salir de sus casas o el reverso: el acting de descuidarse y exponerse ellxs mismos a un contagio que quizás podría ser evitable. Esto no es privativo de lxs jóvenes solamente pero adquiere en ellxs un lugar muy fuerte y una mirada social de mucha sospecha sobre ellxs. Por supuesto que no todos los contagios son evitables y precisamente por ello hay que discriminar estas cuestiones en lxs niñxs y adolescentes pero el lugar que ocupan hoy a nivel mundial es muy complejo ¿qué hacer con sus cuerpos hoy cuando pueden convertirse en amenazas para sus seres queridos (y ahí también están incluidos sus maestros/as)? ¿En qué se traduce esa responsabilidad? ¿cómo opera en ellxs?   

será necesario escuchar lo que está en el límite de la apariencia, no dejarse engañar por los diferentes ropajes de la indiferencia, el desinterés o “los aspectos” con los que se presentan lxs jóvenes, invitarlxs a hablar, a preguntar, (…) invitarlxs a escribir, leerles, escuchar a otros adultos hablar de un tema, salir del molde “del concepto”

¿Cómo es la vida de lxs adolescentes y jóvenes hoy? ¿Cómo construyen su sociabilidad en este contexto donde se recuperan formas de presencialidad en algunos vínculos pero de distintas maneras a las de antes?

Ana Lía: El retorno a la presencialidad no es del mismo modo que antes, hay una ruptura entre un antes y un después, una discontinuidad. Por eso es una oportunidad de hacer las cosas de otro modo, a pesar de los protocolos. Lxs jóvenes en general expresan alegría en el encuentro, “verse”, escucharse, entrar y salir juntos aunque con distancia. Pero también lxs que no la pasaban tan bien en la escuela, no están tan entusiastas, pienso que es un momento de “mirar” esos desfiladeros que se han abierto entre ese antes y el después. En las escuelas hay muchas “transversalidades” que se han organizado, que se han profundizado en cómo operar con distintos contenidos que atraviesan varias materias o disciplinas o departamentos. Por ejemplo la ESI, los DDHH, las propuestas sobre convivencia, tienen aspectos bien potentes que pueden abordarse desde cantidad de disciplinas que “toquen” un decir particular, que aborden inquietudes, preguntas o dudas de lxs jóvenes, pero para ello será necesario escuchar lo que está en el límite de la apariencia, no dejarse engañar por los diferentes ropajes de la indiferencia, el desinterés o “los aspectos” con los que se presentan lxs jóvenes, invitarlxs a hablar, a preguntar ¿cómo lo ven?, ¿qué piensas respecto a esto? ¿por qué te parece que esto pasó de esta forma y no de otra? invitarlxs a escribir, leerles, escuchar a otros adultos hablar de un tema, salir del molde “del concepto” porque lo que filia del contenido está en los bordes, está en lo que cada uno, cada una dota de sentido con aquello que de lo social le habla.

Fabiana: La pandemia introdujo algo del orden de un duelo respecto del modo de vida que habitábamos todxs antes de ella.  Para lxs jóvenes esto puede tomar estatutos muy complejos. Hay distintas manifestaciones frente a ese duelo incalculable e impensado y aquí juega lo que decía ALY más arriba respecto de lo singular en el marco de un contexto común. Lo que podemos hacer frente a esto, como adultos, como padres, como madres, como docentes, es intentar dar lugar a lo que les sucede en la singularidad, en la medida de lo posible estar atentos y acompañar esas manifestaciones. Dependerá mucho de lo que haya alrededor de ese joven para transitar una pérdida de este orden y resignar el espacio común tal como era antes y ver de qué modo se puede establecer una nueva modalidad de lazos. El espacio común, los otros, sus pares, sus referentes son muy determinantes en ese momento de la vida de un sujeto. Desde el inicio de la cuarentena lo que vemos es que lxs jóvenes transitan por lugares sintomáticos muy singulares; están aquellxs/as que no quieren salir de sus casas –el otro día una madre me decía que entre varias madres pensaban estrategias para ver si lograban que los pibes y pibas salieran a los lugares que sí están permitidos- otros/as no salen de sus dispositivos y están subsumidos a una hiperconexión ilimitada, otros sienten alivio porque de ese modo aquello que les resultaba inaccesible respecto de la presencia del cuerpo en relación a sus pares con este contexto les ha facilitado algo del lazo que estaba impedido; también se comienzan  a inventar nuevos modos de encuentro que hay que inventar y los ritos también hay que re-escribirlos como los festejos de cumpleaños, etc., pero nada de esto se puede generalizar realmente. En este punto es donde la escuela como institución puede oficiar de referencia ante estos escenarios inéditos y pensarse como parte de una política pública a nivel sanitario que no pierda de vista el enlace de lxs jóvenes a los discursos de la época. Introducir algo del no-todo respecto de lo sanitario para poder convertirlo efectivamente en una política del cuidado, de la responsabilidad y no de la culpa.  

Ana Lía Yahdjian
Fabiana Rousseaux

Lic. Fabiana Rousseaux Lic. En Psicología de la UBA, Psicoanalista/ Directora de la Asociación civil Territorios Clínicos de la  Memoria (TeCMe)

Prof. Lic. Ana Lía Yahdjian Profesora y Lic en Psicología de la UBA / Docente y Coordinadora en la Formación de Educadores del nivel inicial y primario en el GCBA / Docente/Investigadora del Programa de Psicoanálisis y Prácticas Socio-educativas (PyPSE)-FLACSO Argentina / Miembro de Territorios Clínicos de la Memoria (TeCMe)