¿RECUPERAR O ALGO A CONSTRUIR?

Lo que nos dejan estos tiempos

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Lo que sabemos, lo que no sabíamos que teníamos, lo que podemos recuperar, los estados de conversación posibles y necesarios. Mabel Ojea reflexiona sobre éstas y algunas otras cuestiones a la hora de volver a las escuelas en tiempos de pandemia. Este texto recupera su exposición en el Plenario de Secretarios de Educación y Cultura de SUTEBA de diciembre pasado.

No sabemos cómo se procesará en el tiempo, en los cuerpos de cada unx, y en el cuerpo social, esto que aconteció y sigue aconteciendo para nosotrxs y el resto del mundo. Desde el comienzo hubo algunas  ideas que se fueron deslizando desde los medios, sobre lo traumático de la pandemia, las depresiones que se generaban, el sufrimiento de los niños, etc. Transitado ya un año del inicio de la pandemia, no todos los vaticinios se cumplieron. No se trata de que no pensemos en los efectos de la pandemias, más vale de ser cautos con la tentación de las certezas. Se habló de lo traumático, pongamos ahí una interrogación.  Puede ser sorpresivo, disruptivo, invasivo, doloroso, triste, un montón de adjetivos. Pero que sea traumático -en términos de lo traumático individual o lo traumático social- se verá más adelante. No sabemos aún que quedará como resto, como novedoso, como hallazgo, o como traumático, de estos tiempos. Digo esto para no dramatizar excesivamente en el sentido de hacer una lista de las consecuencias funestas, pero sí sabiendo las dramáticas situaciones individuales y familiares que se vivieron.

Lo que no sabíamos que teníamos

Se ha hablado de adecuarse, de adaptarse, me gusta más pensar en términos de la plasticidad que tuvimos que poner a trabajar los seres humanos para transitar esta situación completamente novedosa e inesperada. Aunque no nos demos cuenta por los efectos que produce en nosotros -para lxs docentes por la sobrecarga laboral- me parece que tenemos que resaltar el enorme trabajo psíquico que requirió de cada uno de nosotrxs esta experiencia. Contamos con recursos que no sabemos que tenemos. De esto hablo cuando digo plasticidad.

Contamos con recursos que no sabemos que tenemos. De esto hablo cuando digo plasticidad.

¿Qué recuperar?

No sabemos qué quedará, pero sí sabemos, y bastante, de las disparidades, diferencias y desigualdades que quedaron a cielo abierto con esta pandemia. Vemos los números de las estadísticas, y lxs docentes lo perciben en la escuela, vemos la necesidad que hubo de armar políticas focalizadas en toda la provincia y el país para atemperar el impacto que tuvo en la economía y en lo social esta situación. No se nos escapa esto. Entonces, ¿de qué se trata recuperar lo vivido?, ¿para qué?, ¿de qué modos? En todo caso sería interesante recuperar las percepciones, las vivencias, las experiencias y los distintos dispositivos que se han construido en este tiempo, para ver qué podemos hacer, con qué nuevas formas podemos trabajar.

El sentido social de lo que nos pasa

Cuando en el primer momento de la pandemia se instaló el “me cuido, te cuido”, eso otorgó rápidamente un sentido: daba la posibilidad de tramitar socialmente lo que estaba pasando. Porque en situaciones como ésta, más allá de lo que nos pasa a cada uno de nosotros en lo individual, la cuestión es cómo se tramita, se trabaja, se acumula, en el colectivo social. En esa frase de “me cuido, te cuido” estaba implícito el sentido social de lo que nos estaba pasando, alojando allí  los sufrimientos individuales, y no es desdeñable saber que lo que te acontece a vos, nos pasa a todos. Y reveló también las tensiones que se generan: las libertades individuales, los derechos subjetivos (aquellos que cada uno considera que posee más allá de cualquier consideración), las teorías complotistas, en síntesis, las resistencias a incluirse en “lo social”.

Escuchar la voz de niñxs y adolescentes

Recuperar vivencias, percepciones, experiencias… fundamental hacer esto con lxs niñxs y adolescentes. Se sabe mucho de lo que ha pasado con lxs adultos, pero hay muy poco de la voz de niñxs y adolescentxs. Casi no hay material producido. ¿Se puede recuperar algo de sus vivencias durante la pandemia? Porque si no, nos quedamos en esta cuestión de que nosotrxs sabemos lo que tenemos que darles, lo que tenemos que hacer. Un gran ausente en este tiempo fue la voz de niñxs y adolescentes. Cada uno, en los momentos vitales padeció, sufrió, vivió este tránsito de modo bien diverso. Me arriesgaría a decir que para lxs adolescentes fue más complejo, simplemente porque era estar las veinticuatro horas con la mirada de lxs adultos convivientes encima. No poder sustraerse a la mirada ha sido difícil para ellxs. Ahora bien, cuando yo digo recuperar esto, no me estoy refiriendo a esa como gran frase o precepto que circula de que “hay que hablar de esto”, “hay que hablar de las cosas”. ¿Cómo hacemos para que hablar sea un estado de conversación, para que hablar sea un lugar donde alguien escucha y otro habla, y hay un interés genuino respecto de lo que esx otrx dice? Cuando decimos “hay que hablar de esto” tiene que haber un interés genuino de un adulto, de una adulta de saber de qué se trató para esxs niños y adolescentes esta situación. Para poder saber qué es lo mejor que podemos ofrecer, o cómo podemos construir lo que viene, con ellxs. Es central armar espacios de participación donde sea valorada y escuchada su voz.

Modos de hablar

¿Por qué hablar podría ser importante? El otro día leí algo muy lindo: la definición de familia que alguien daba era “la familia es un modo de hablar”. La escuela inaugura otro modo de hablar, porque no es la familia. Entonces, ¿cómo se construye un modo de hablar propio de esa comunidad formada por niñxs, adolescentes, madres, padres, docentes? Hay que construir ahí un modo de hablar que sea propio y esté basado en lo colectivo, en la participación, en la producción de aprendizajes. A los modos de hablar que están en las familias, un exterior -en este caso la escuela- puede instalar otro modo de hablar y puede nombrar las cosas de otros modos. Cuando yo me intereso por lo que a alguien le pasó en una situación particular, le estoy acompañando en nombrar de otros modos eso que le pasó. Nombrar con otras palabras que con la propia lengua es algo que la escuela puede ofrecer.

¿Cómo hacemos para que hablar sea un estado de conversación, para que hablar sea un lugar donde alguien escucha y otro habla, y hay un interés genuino respecto de lo que esx otrx dice?

Lo perdido, perdido está

Tenemos que evitar que “recuperar lo vivido” deslice a “recuperar el tiempo perdido”. En algunos  ámbitos aparece “esto pasó, ahora a recuperar todo lo que perdimos”. La verdad que lo que perdimos ya está, lo perdimos. Lo que hay que recuperar es lo que pudimos construir: las nuevas herramientas, los nuevos dispositivos, las creaciones originales que tuvimos que hacer durante esta época, y ver, de eso, qué nos sirve, qué no nos sirve. Hay ahí como un deslizamiento a lo burocrático, un apuro siempre de las jerarquías, de la autoridad -en todos los trabajos- ligado al rendimiento.

Construir cercanía en el distanciamiento

No es el cara a cara lo que perdimos, es el cuerpo a cuerpo.  Si algo estuvo comprometido en la pandemia, es la cuestión del cuerpo. Vamos a volver a estar en un espacio, un espacio que ahora va a ser particular. La pregunta es: ¿cómo mantener distancia y construir cercanía?, ¿cómo se hace? El cuerpo va a estar en una escena completamente nueva. No va a estar en la escena de lxs 30 alumnxs, todxs sentados. Va a ser una parte de lxs alumnxs, va a haber distancia, va a estar el tapabocas. Hay que construir una cercanía, porque si algo hemos perdido en el 2020 es la cercanía de los cuerpos. ¿Para qué sirve, qué nos permite la cercanía de los cuerpos? Tenemos percepción de nuestro propio cuerpo en el intercambio con los cuerpos de lxs otrxs. No hay una percepción aislada de los cuerpos de lxs otrxs. Es en lo social donde tenemos la primera percepción del cuerpo. Hay unas relaciones, unas decodificaciones, unos gestos, unas sonrisas, unas miradas que dan idea de la aceptación, indiferencia, rechazo, simpatía, pequeños intercambios corporales imperceptibles muchas veces, pero que nos permiten relacionarnos…  Por ejemplo, ¿vieron la importancia que tiene, para tener una idea del otro/a, los gestos que hace con la boca? Con el tapaboca no tenemos idea. Son muy pocas las personas que tienen una gestualidad solamente con los ojos. ¿Cómo hacemos si no vemos qué gesto me hace esx otrx, si me rechaza, si me acepta? ¿Cómo nos enteramos qué piensa, qué siente? ¿Cómo vamos a hacer todo eso a dos metros con el tapaboca?  Esta es una escena completamente nueva. Hay que inventarla pensando cómo construir cercanía en la distancia.

“Lxs desvinculadxs”

Otra cosa a pensar es la cuestión de lxs que estuvieron vinculados a la escuela y lxs que no estuvieron vinculados. Esxs que no estuvieron vinculadxs ahora tienen un nombre: son “las y los desvinculados”. A mí se me arma el semáforo rojo, porque no sea cosa que “lxs desvinculadxs” sea una nueva categoría de la segregación. La estructura del lazo social supone que para que haya un nosotrxs tiene que haber un ellxs. Ese ellxs siempre es exterior a nosotrxs. Y ese ellxs siempre es un punto de segregación. Al que le adjudico muchas de mis penurias. Entonces, yo puedo ubicar en ese lugar de la segregación a los putos, los comunistas, los vecinos del 5to C, los de Boca, los desvinculados, o los que quieran poner. Siempre hay ahí una necesidad que pareciera ser propia de la lengua, no es solo mala intención, no es solo ideológica, es de estructura. Si sabemos esto, ¿cómo hacemos para construir un lazo con el otro, la otra, que haga un trabajo con eso que nos aparece que es del orden de la segregación? ¿Qué tratamiento hará la escuela de “lxs desvinculadxs”?

Poner una mirada singular

¿Cómo se sentirá, como lo vivió, qué pensará, que se le armará a esx que no tiene computadora, ni celular, o las familias no pudieron acompañarlx en este proceso? Eso deja marcas. El asunto de lxs niñxs con los derechos vulnerados es un discurso nuestro, quiero decir de lxs adultxs. El niño o la niña no piensa eso, siente cosas. Sabe que no fue a la escuela, sabe que había en la casa un solo celular, sabe que no tenían datos, que no tenia computadora, sabe que alguien le llevo un cuadernillo. En ese sentido me pareció súper interesante lo de los ATR. Porque puso una mirada singular, un alguien que representa la escuela y que te quiere conocer, que quiere intercambiar con vos, que te quiere preguntar; el deseo de alguien de llevarte una tarea, de que vos sigas en la escuela. Eso va contra la segregación.

¿cómo se construye un modo de hablar propio de esa comunidad formada por niñxs, adolescentes, madres, padres, docentes? Hay que construir ahí un modo de hablar que sea propio y esté basado en lo colectivo, en la participación, en la producción de aprendizajes

Fortalecer lo social

Silvia Bleichmar sintetizó en tres pequeñas y gigantes ideas la cuestión de cómo fortalecer el lazo, de cómo armar lo social. Ella lo decía en relación a lo educativo y la escuela. Se trata de ampliar el campo de las representaciones compartidas, se trata de promover afectos ligadores, se trata de construir fines compartidos. Si en cada acción que realizamos podemos hacer eso, trabajamos y avanzamos en lo colectivo. Fortalecemos el nosotrxs con un sentido que es a construir.

Singularizar el derecho

Una última cuestión que siempre es interesante pensar: cuando pensamos en los derechos, en el derecho a la educación por ejemplo, son como grandes títulos, a veces inabarcables. Ahora bien, la cuestión del derecho tiene esta maravilla que es que cuando pienso en un derecho, pienso que es para todxs; en lengua vulgar, es para cualquiera.  Lo que tengo que saber es qué es para cada unx ese derecho, que tiene que ver con lo que cada unx necesita. Porque ese derecho se encarna de modo singular en cada uno. Saber lo que cada unx -cada alumnx, cada familia, nosotrxs mismos como trabajadorxs- necesitamos de ese derecho es algo a tener siempre en cuenta. Singularizar el derecho, al hacerlo visibilizo al otro, a la otra, lx pienso como sujeto.

Mabel Ojea es psicóloga, psicoanalista e integrante de la Secretaría de Salud y DDHH del SUTEBA